Cobertura 18° FICM: Humanidad y tierra de solitarios en 'Nomadland'
“Home it is just a word or it is something you carrying on with you?”
La palabra hogar engloba un amplio espectro de significados. Las imágenes comunes son las clásicas familias nucleares, dentro de una casa, como espacio físico. Pero Nomadland rompe con dicho esquema y nos propone abandonar las cuatro paredes por cuatro ruedas y un motor.
Nomadland es la película escrita, dirigida, coproducida y postproducida por la directora china- estadounidense Chloé Zhao, ganadora del León de oro en la 77 Edición de la Muestra Cinematográfica de la Biennale de Venecia, y ahora parte de la Selección de la 18 Edición del Festival Internacional de Cine de Morelia. Una adaptación de la obra de la escritora Jessica Bruder, en la que se hereda la crítica hacia las fracturas sociales derivadas de la crisis financiera de 2008, con el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos. Un suceso que repercutió a nivel internacional, pero que en la tierra del “sueño americano”, obligó a los afectados a emprender una vida nómada, en busca de trabajos temporales a manera de supervivencia. El escape de una realidad estática y abrumadora.
La historia de Fern (Frances McDormand) forma parte de esta serie. Una mujer viuda que, después de pasar la temporada navideña, empacando regalos para Amazon, inicia un viaje sin destino, con lo mínimo indispensable, y a bordo de “Vanguardia”, el nombre de su fiel transporte.
“I’m not a homeless, I’m a houseless”
Así se define la protagonista. Pero la vida de nómada es motivo de preocupación para sus cercanos. Tal estilo de vida es sinónimo de inestabilidad, de precariedad económica, y aunque no nos deja indiferentes con dicho comentario social, Nomadland ahonda en temas mucho más profundos que este. En primer lugar es una película que encara la soledad. El silencio, la quietud, y la calma se reflejan en la mirada de Fern cada vez que sus ojos coinciden con un nuevo desierto, una nueva colina o en medio de la inmensidad de algún paisaje que sugiere tener la respuesta hacia sus frustraciones.
Y en este sentido vale la pena reafirmar la magistral interpretación de Frances McDormand. Con el rostro y las miradas absortas nos hace sentir a flor de piel los anhelos y las batallas íntimas de su personaje. Un juego de microgestos donde el diálogo es casi innecesario y el espectador se vuelve una especie de telépata.
Sumado a esto, la película de Zhao crea un binomio perfecto entre la fotografía, con vastos terrenos y atardeceres del Oeste Norteamericano, y las notas de Ludovico Einaudi, que terminan por lograr su cometido poético y emotivo. Pero el estilo de corte documental no se queda en el retrato de la naturaleza y sus encantos, éste puede apreciarse también en la dirección de actores. Muchos de los personajes con los que empatizamos, llevan sus vidas y nombres propios a un papel ficticio.
Así se articulan historias de paradas continuas, en las que el conocerse a sí mismo es sólo posible a través del otro, revelándose absurda la famosa frase “la felicidad depende de cada uno”.
Nomadland también contiene un mensaje acerca de la familia. Las rutas recorridas van entretejiendo vínculos con desconocidos, hasta descubrir que podemos sentirnos más comprendidos por un extraño que con alguien con el que compartimos los mismos genes. El viaje como la sanación del pasado, la resiliencia. Para redescubrirnos como seres sensibles y vulnerables, capaces de emocionarnos al hallar un nido de golondrinas, o una roca, buscando siempre volver a los lugares donde algún día fuimos felices.
“Dedicated to those who had to departure.
See you on the road.”