La apoteosis de Cherry Glazerr en Galera
Fotos: Fer Villavicencio / Ibero 90.9
A primera vista, y teniendo en cuenta la reciente presentación de Cherry Glazerr en el Austin City Limits, el evento que tomó lugar el pasado 18 de octubre pintaba para ser un hito de la escena músical en la colonia Doctores. Una atmósfera de misterio y suspenso acompañaba la noche, junto con el deseo de experimentar el fervor que genera la música. Los asistentes, impacientes por la aparición de Clementine Creevy, Tabor Allen y Devin O'Brien en el escenario, recibieron entre aplausos y gritos a la banda, quienes salieron preparados para dar comienzo al espectáculo.
Con guitarras distorsionadas, bajos estruendosos y percusiones catastróficas en perfecta sinergia con los vocales de Clementine, fue como comenzó el concierto y la recepción e interacción del público fue más que inmediata, en un acto que conectaría a la audiencia con los artistas.
Empezaron a sonar los instrumentos y la gente no se hizo esperar, danzando y cantando al unísono, parte del ambiente creado aquella noche. “Ohio” inició la fiesta, composición de su último lanzamiento Stuffed and Ready (Secretly Canadian, 2019) y que rompió el hielo en primera instancia; un disco que refleja las sensaciones más profundas de Creevy. Tiempo después y con una audiencia más inmersa en el acto, se dispusieron a tocar éxitos de sus anteriores álbumes como “Nurse Ratched” de Apocalipstick (Secretly Canadian, 2017) o “White's Not My Color This Evening” de Haxel Princess (Secretly Canadian, 2014). “Juicy Socks” fue la canción que cambio la dinámica al introducir un aire mucho más calmo, donde no hubo persona que no cantara o por lo menos tarareara la canción. Cerrarían finalmente con algunas de sus composiciones más potentes, como “Sip O Poison”, con una audiencia que se volvió parte del acto y con solos de guitarra y bajo que harían estremecer a cualquiera.
Acabado “oficialmente” el concierto, la gente clamaba por más, los gritos pedían el regreso de Creevy, Allen y O´Brien. No tardaron mucho en regresar al escenario, y tocaron dos canciones más para concluir con broche de oro un acto que ya era perfecto para ese entonces. “Territorial Pissings” fue la obra con la que volvieron locos a los expectantes e hicieron recordar una de las épocas más desquiciadas de la música y del grunge interpretando a Nirvana, con una guitarra, batería y bajo que enorgullecerían a la escena musical de Seattle.
Después de una auténtica presentación, donde cada uno de los participantes dio todo al concierto, se retiraron entre aplausos y agradecimientos, y quedaron en la memoria del colectivo con una huella entrañable. Al final, la única pregunta que quedó es: ¿qué ocurre cuando combinas la grandeza de la música estadounidense con los espacios y manifestaciones más entusiastas de la Ciudad de México? Un regocijo bullicioso.