Cáñamo: una alternativa económica
Por Andrés Moreno
Es común oír en países como México la siguiente frase: “lucha contra el narcotráfico”. Hay toda una idea detrás del combate para erradicar los cultivos ilícitos, una que implica crear entre la sociedad un tabú y un estigma contra productos que, realmente, vienen de plantas que pueden ofrecer varias propiedades que no son nocivas para la salud de los consumidores.
Tal es el caso del cáñamo, una variedad de la planta Cannabis Sativa L, de la que se desprende otro producto: la marihuana. En primera instancia, es fácil asumir que tanto la marihuana como el cáñamo, al provenir de la misma planta, tienen las mismas propiedades y, por lo tanto, generan los mismos efectos sobre quien las consume. Sin embargo, esa es una generalización que ha creado una mala imagen en torno al cáñamo, un producto que en realidad es muy diferente a la marihuana.
De entrada, en el aspecto físico, los cultivos de cáñamo van de los dos a los cinco metros de altura. Además, su tallo es más espeso y no brota tantas flores como la marihuana, que es un producto menos alto y más abundante en flores, ramas y hojas. En la cosecha también hay diferencias, pues del cáñamo se utilizan todas las partes (semillas, tallos y flores) para la creación de los cientos de productos provenientes de esta planta y la reproducción de la misma. Con la marihuana pasa lo contrario, lo que se extrae de allí es únicamente la flor, y se cultivan especímenes que no puedan polinizarse, para que así produzcan muchas más flores.
Ahora bien, en su composición química radica la diferencia fundamental. El cáñamo posee altos niveles de CBD (cannabidiol), un componente que es efectivo al tratar condiciones como la ansiedad y dolores musculares. A su vez, la planta de cáñamo tiene muy bajos niveles de THC (tetrahidrocannabinol), que es precisamente el componente psicoactivo que hace a la marihuana tan famosa.
En los países que legalizaron el cultivo de cáñamo, Canadá por ejemplo, hay estrictas regulaciones que especifican que el contenido de THC en la planta debe estar por debajo del 0.3%; una cantidad que hace prácticamente inexistente el efecto psicoactivo que ejerce la marihuana, en contraste.
Hoy en día existen alrededor de 20 empresas en México que se dedican a comercializar productos importados que provienen del cáñamo, tales como semillas (las cuales se usan como complemento alimenticio), cosméticos, aceites, papel, combustibles y hasta prendas de vestir hechas a partir de la fibra del cáñamo.
Si bien es legal la importación de estos productos, aún hay una batalla legal para que en México se legalice el cultivo de esta planta para empezar a crear una industria que ha demostrado ser beneficiosa y lucrativa. Be Hemp, por ejemplo, es una empresa que se ha dedicado a emprender esta batalla legal y a concientizar a la gente acerca de las diferencias entre el cáñamo y la marihuana, una tarea importante si se quiere expandir esta industria en el país y retirar de la sociedad el estigma que la priva de explorar los beneficios del cáñamo en general.