Los infinitos sonidos de dos instrumentos: Barrera-Limas en el Festival M Jazz
Fotos: Tony Palmer
El dueto mexicano Barrera-Limas admite que su combinación es rara. Con Iván Barrera en el violín y Rubén Limas al bajo, la mezcla es inusual y es difícil saber qué esperar del dúo, pero el resultado es magia pura, magia que se sintió en el Festival M Jazz.
Con amistades, familiares y perfectos desconocidos sentados en petates bajo el sol de las dos de la tarde, Iván y Rubén abrieron el festival y demostraron de lo que son capaces un violín y un bajo. Con tan solo dos instrumentos, se puede caminar entre el sueño, el delirio y el gozo.
Comenzaron irrumpiendo la cálida calma de la tarde con “En camino“, melodía con la que transportaron a su público a un camino boscoso, encantado, y tal vez un poco embrujado, en el que no existe otra guía mas que la música.
Tras un recorrido sombrío por algún bosque perdido, el dueto también dejó ver su lado más soleado con “Cuentos de guerrero“. Sobre el ritmo que le marcaba Rubén en el bajo, Iván pellizcaba su instrumento con un divertido pizzicato, recordando a su público que hay más de una manera de tocar un violín.
Pero el sonido de Barrera-Limas no es simplemente sol o sombra, también es jugueteo, coqueteo y diversión. Ese toque de jazz y la sutil pizca de rock que le meten a la clásica contemporánea puso a la gente a mover la cabeza con “No hay!” y su deliciosa línea de bajo sobre la que daba vueltas el violín.
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Hasta ahora, el dueto ha liberado un álbum y un EP, pero antes de terminar su participación compartieron “Reflejos”, una probadita de lo que se viene en un segundo EP que esperan liberar en unas semanas.
Agradecieron a su audiencia y al Festival M Jazz por impulsar tanto la música internacional, como la nacional. Para no perder la energía que ya habían marcado, Iván se sentó junto a Rubén para “Tacos de sabores”, pieza revoltosa para la que Iván dejó de lado el arco de su violín y acompañó al bajo pinchando, acariciando y rascando las cuerdas del violín con sus manos.
Iván cerraba los ojos sintiendo cada nota, y Rubén no dejó de sonreír, de vez en cuando intercambiaban miradas para restablecer esa conexión que se necesita al compartir escenario, y se reían. Finalmente se despidieron con “Guadalajara sobre las olas”, popurrí que fusiona cuatro clásicos mexicanos: “Guadalajara”, “Sobre las olas”, “Jarabe Tapatío” y “Cielito lindo”.
Barrera-Limas dejó marca en la primera edición de M Jazz, cautivando y hechizando a su audiencia con sólo un bajo y un violín que brillaron a veces por su parte, a veces de la mano, pero siempre en perfecta sinfonía.
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