Estilo de vida insano, tendencias autodestructivas, rechazo a los convencionalismos: The Libertines son los poetas malditos de la música. El cuarteto liderado por Pete Doherty y Carl Barât comparte con los escritores malditos –artistas afectados por aislamiento, enfermedad, desgracia, abuso de drogas o muertes prematuras (como Baudelaire, Artaud y Poe)– el atractivo de los genios de mentes torturadas e incomprendidas, tan turbadas como brillantes. La tentadora mezcla de rock, punk y garage de su debut Up The Bracket (2002), su actitud sinvergüenza y desorientada, y los hábitos dignos de los rockstars más inmorales, lograron que The Libertines ganaran fama y fueran etiquetados como los equivalentes ingleses a The Strokes, los reyes del garage y pioneros de la música independiente del otro lado del Atlántico. Pero el cuarteto londinense no se conformaría con ese título; The Libertines tenía que convertirse en leyenda. A través de sus letras, Doherty y Barât –guitarristas y cantantes– romantizaron al grupo; con su discurso, crearon un mundo alrededor de la banda. The Libertines hicieron de ser un libertine todo un mito. De esa manera zarpó el Albion. Así como Rimbaud imaginó El Barco Ebrio, The Libertines usó Albion –un nombre arcaico para Inglaterra o Gran Bretaña– para nombrar al barco mítico con el que la banda navega en el ideal del rock n roll. La embarcación comandada por Doherty, Barât, Gary Powell y John Hassall –en route a Arcadia, una especie de Neverland musical– es una metáfora de la trayectoria del cuarteto.
Los Libs inspiraron a una generación a usar chamarras de cuero y chaquetas militares, complementar sus desaliñadas cabelleras con sombreros y tatuar “libertine” en sus brazos; pero no todo fue un buen navegar. Los titulares que los infamaron y las viciosas –a veces inconcebibles– historias que llenaron los tabloides terminaron por deslucir sus esfuerzos musicales. Hacia 2005, parecía que el Albion encallaría gracias al espiral de abuso de drogas de Doherty. Aunque la banda compartió escenario en varias ocasiones a lo largo de los años siguientes –esperanzando a algunos con su aparición en la edición de 2010 del festival Reading & Leeds– una reunión definitiva parecía poco probable, sobre todo considerando los proyectos alternos en los que los miembros del grupo se habían involucrado: John se unió a Yeti, Pete lanzó material como solista y fundó Babyshambles, mientras que Carl sacó un disco en solitario y formó Dirty Pretty Things junto a Gary. En julio de 2014, Pete Doherty accedió a reformar The Libertines para una presentación en Hyde Park, motivado por nostalgia y problemas financieros. En noviembre, el Albion se movió a Tailandia. Carl se unió a Pete en el Hope Rehab Center –una clínica de rehabilitación donde Doherty se había internado– y escribieron cinco nuevas canciones de inmediato.
Después de que Doherty completara su programa de rehabilitación a principios de 2015, Anthems for Doomed Youth fue grabado en un periodo de cinco semanas en los estudios Karma Sounds en Bang Saray, una playa tailandesa. El artwork del disco –una fotografía capturada por Roger Sargent con las siluetas del cuarteto, casi idéntica a la portada de Up The Bracket– tiene de fondo esa costa. Tras el rechazo de Noel Gallagher a la oferta de producir el disco, los de Londres se encerraron en el estudio con Jake Gosling –productor de Ed Sheeran y One Direction– y Guy Massey –quien se ocupó de las labores de ingeniería– de abril a mayo. Los Libs se adueñaron de numerosas salas de grabación y convirtieron el sótano del edificio en su propia guarida. Al más puro estilo de The Libertines, instalaron una mesa de billar y colocaron canvas para representar cada canción, donde pintaron y dibujaron a medida que la música se desarrollaba.
En el sucesor de The Libertines (2004), Doherty –quien se ha probado como poeta en The Books of Albion. Journals: The Collected Writings of Peter Doherty (2007) y From Albion to Shangri-La: Journals and Tour Diaries (2014), un par de libros que colecciona entradas de su diario– echó mano de versos de otros autores. A lo largo del álbum hay referencias a George Orwell, Rudyard Kipling y Graham Greene, aunque el mayor homenaje literario está en el título del disco. Anthems for Doomed Youth es también el nombre de un poema de Wilfred Owen que dibuja los horrores de la Primera Guerra Mundial.
Anthems for Doomed Youth es un álbum menos agobiado y apresurado que sus predecesores. El tercer elepé de los ingleses posee cualidades impensables si de los Libertines se habla: Anthems tiene un sonido limpio y pulido que nunca parece exagerado a pesar de estar en manos de un productor de éxitos pop, la docena de canciones que lo compone es consistente, y regala una experiencia cálida e íntima. No obstante tantos años de por medio, el último lanzamiento del cuarteto no pierde el espíritu libertine: el cinismo del grupo al regocijarse en su caos y la actitud devil may care inherente a su persona siguen ahí, como ancla del Albion. En su intervención en el documental 7 Ages Of Rock (2007), Pete describió a The Libertines como "el sonido de alguien puesto en el conducto de basura en la parte de atrás del lugar, intentando averiguar qué día es". El sonido del álbum no deja de pintar una latosa noche de fiesta, sólo le resta las consecuencias más penosas. En Anthems hay lugar para baladas que piden acurrucarse en un hombro para cantar a susurros à la Doherty-Barât, para las suaves guitarras acústicas que recuerdan a Grace/Wastelands (2009) –el debut de Pete como solista–, y para canciones que le coquetean al reggae y al ska.
https://www.youtube.com/watch?v=LEf27xuYcw4
Los papeles de Gary Powell y John Hassell por fin ganan protagonismo; en este disco son mucho más notables que en el par anterior. A lo largo del álbum resuenan claramente la estelar batería influenciada por el jazz de Powell y las melodiosas líneas de bajo de Hassell. Con Anthems for Doomed Youth, los niños perdidos se convirtieron en los adultos reflexivos. Ahora con canas y profundas ojeras, The Libertines han alcanzado darle madurez y sofisticación a su indomabilidad.
"Cuando escribimos, nosotros nos escribimos –de una forma extraña– el uno al otro. Eso no ha cambiado, y nosotros teníamos mucho que decir. Podríamos ir y hacer otro [disco] ahora mismo, supongo", le dijo Carl Barât a NME. "Hemos alcanzado los altos y los bajos de The Libertines, y creo que eso está reflejado en el disco. Creo que tenemos más discos que escribir. Si lo terminamos haciendo o no, ¿quién sabe?" Musicalmente, Anthems for Doomed Youth no es un cambio de dirección drástico para el Albion, pero es evidencia de que el bromance Doherty-Barât está de nuevo al frente del barco, y que su recién descubierta sabiduría podría conducir a The Libertines y compañía a la fantástica Arcadia. "And it chars my heart to always hear you calling, calling for the good old days. Because there were no good old days, these are the good old days", cantaba Doherty en el himno –casi manifiesto– de Up The Bracket, "The Good Old Days". Los buenos viejos tiempos de The Libertines ocurrieron ayer, los buenos viejos tiempos de The Libertines ocurren hoy.