Llegar al aeropuerto con anticipación, abordar el Boeing 777 a tiempo, buscar el asiento asignado y esperar a que el desconocido que estará sentado al lado durante el vuelo, haga su entrada. Ese desconocido era Devendra Banhart y el avión, una entrevista vía telefónica hacia Nueva York, la cual además de tener un inicio turbulento causado por dificultades técnicas (en el estudio de Ibero 90.9), se retrasó por esperar al pasajero Banhart. Después de ese comienzo atropellado, lo saludé para iniciar una típica “small talk aérea”. Él, me comentó que le dolía mucho el cuello y que estaba en la oficina del doctor, esperándolo. Desde el inicio pude notar que su personalidad era extraña y “autistoide”, como fue la entrevista, en sí. Con voz temblorosa y acento venezolano, pero agringado, Devendra me contó que la primera vez que se mudó a Nueva York vivió en un club de salsa abandonado. Luego, comenzamos a hablar acerca de sus dibujos. Aquel fue el momento en que finalmente se encuentra un tema de interés común entre uno y el desconocido y se piensa que una amistad sería posible. Me dijo que se había dedicado al arte los últimos años y que por eso ha pasado tanto tiempo antes del lanzamiento de su octavo álbum Mala, que sale este 12 de marzo. La portada de este nuevo álbum fue diseñada por él. Para mí, es una jarra de café en un cuarto rosa. Según él, es justamente eso. Cuando le pregunté de qué se trataba el cover art para Mala, dijo –con tono inseguro– que le interesaba conocer mi opinión sobre lo que era. Al dársela, contestó: “¿Sabes lo que es? Una jarrita con un líquido en un cuarto.”
Por mi mente pasó entonces la idea que la nueva portada de Mala es lo que cada quién quiere que sea. Pero no tuve más tiempo para pensar; de pronto se desató una turbulencia –que venía en la forma de interferencia telefónica– y no pude escuchar más las palabras enunciadas por Devendra. Después de una falla técnica, el avión se incendiaba… Hubo un momento en que la línea telefónica regresó pero ya era tarde, el avión caía en picada y sólo alcancé a despedirme de mi compañero de vuelo (quién abruptamente se distrajo de la conversación, porque al parecer ya se tenía que ir porque el doctor había llegado y le iba a revisar el cuello). En cuestión de segundos, la aeronave se desplomaba antes de tocar el suelo: después, sólo quedaron humo y escombros… Ah, y la grabación de la entrevista, como una caja negra que había registrado todo el vuelo.
Lógicamente, después de todo accidente aéreo lo que se hace es revisar la caja negra para ver si hay algo que indique dónde estuvo el fallo. En el caso de una entrevista vía telefónica, hay que rascar entre los escombros y revisar si hay algo que aún sirva, de lo que originalmente había sido planteado como una larga charla con el artista. De este desastre aéreo, lo que rescaté fueron los anteriores fragmentos de mi corta conversación con Devendra Banhart y una experiencia muy al estilo de la canción “At The Bottom of Everything” de Bright Eyes, donde se cuenta una historia de cómo un hombre y una mujer se conocen en un vuelo, la mujer intenta hablarle, y de la nada, hay una falla técnica enorme y la aeronave se cae.
Originalmente escrito para el Publimetro