Identidad excluida

Por Giovanna Pérez.

@Giovisnada

México no es un país pluricultural únicamente por los residentes de otras naciones que radican en la nuestra, sino también por las comunidades indígenas, descendientes de las sociedades mesoamericanas.

El origen de estas comunidades antecede a la conformación de la sociedad y el Estado como lo conocemos actualmente. Se distinguen del resto de la población por su identidad étnica, basada en su propia cultura, lengua, religión, expresiones artísticas, gastronomía, instituciones e historia, que los caracteriza como los pueblos originarios del país.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010, en México existen 16,102,646 indígenas. El 6.8% de las personas de 5 años en adelante habla alguna lengua indígena, y de las 89 existentes, las más habladas son el Náhuatl, Maya y Mixteco.

A pesar de esto, desde tiempos ancestrales los pueblos indígenas han sido explotados y discriminados, primero, con la llegada de los europeos a América, que los esclavizaban e imponían sus costumbres y religión, acabando con su cultura. Y ahora, a estos problemas se suma la exclusión a la educación, el agua, electricidad, vivienda digna y la expropiación de sus tierras.

Estos hechos los posicionan como uno de los grupos más desfavorecidos mundialmente y exigen una relación intercultural horizontal y sinérgica, basada en el respeto a la diversidad, sin que se menosprecien sus ideologías y manifestaciones culturales.

Al hablar de pueblos indígenas y su segregación social y cultural, es imposible dejar de mencionar a uno de los más importantes grupos de autodefensa que reclama mejoras en las condiciones de vida y el reconocimiento de sus derechos, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), surgido en 1994 en Chiapas.

Su origen se remonta a las luchas campesinas e indígenas de los años sesenta, derivadas de las invasiones, despojo y reparto injusto de las tierras comunales, que incrementaron con la Reforma Agraria (1989), y posteriormente con el Tratado de Libre Comercio (TLC) (1994), y que fueron el detonante del levantamiento armado de los grupos de autodefensa indígenas para luchar por sus tierras.

El EZLN exige “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”, para los pueblos indígenas aspectos que reflejan la situación de discriminación que afrontan y la necesidad urgente de reconocer sus derechos colectivos, culturales y de identidad.

Así como la restitución de sus bienes y patrimonios, la recuperación de sus tierras, el acceso y disfrute de los beneficios por la explotación de los recursos naturales, y el reconocimiento de sus derechos económicos, sociales, culturales y políticos, ya que es con los pueblos indígenas que comienza la historia de la nación, son ellos, con sus manifestaciones culturales y arquitectónicas que componen la vasta herencia patrimonial material e inmaterial que caracteriza a México.

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