Vive: una crónica de fotografía
Honestamente ni los videos ni las fotos pueden hacerle justicia a tener a tu artista favorito enfrente de ti, dándolo todo en su show. Oír la rasposidad de sus notas, ver el sudor en su frente, gritar con sus interacciones… Aún así, con la fotografía una trata de congelar esas emociones viscerales, esas gotas de sudor y esa pasión exacerbante sobre el escenario. Lo que quiero mostrar en mis fotos es lo fascinantes, emotivos y contagiosos que son los conciertos. Como dijo el fotógrafo David Alan Harvey “no fotografíes como se ve. Fotografía como se siente”. Quiero repartir ese éxtasis que comparten los artistas y su audiencia. Afortunadamente he tenido la oportunidad de fotografiar a varios artistas muy de cerca; casi casi que con su saliva encima y, definitivamente, es de otro mundo.
El 17 de marzo fui a cubrir por parte de Ibero 90.9 el segundo día del Vive Latino. Iba sin expectativas, con muchas ganas de ver qué me esperaba frente a los escenarios. Después de despertarme pasadas mis alarmas me alisté rápidamente. Con todo mi equipo en mano, mi fiel banquito, mi ansiosa cámara y las necesidades básicas que una requiere en un festival, partí a mi destino. Llegué con el resto del equipo de 90.9, nos acreditamos todos juntos y fuimos por nuestras cosas. Después me separé del grupo y me formé en las filas de prensa bajo pleno rayo del sol de mediodía, absorbiendo todo el calor con los colores oscuros que usamos los fotógrafos. La trabada y cansada logística de un trabajo de ensueño.
Al fin, después de insolarnos un rato, nos escoltaron para entrar. La emoción y nervios de cubrir el festival y tomar fotos que generen sentimientos me llenaban de ánimo. Nos llevaron hasta la carpa de prensa del otro lado del Autódromo, caminata que haría más de una decena de veces ese día. Ahí, con mi identificación conseguí un chaleco de foto, y ahora sí, estaba lista para la acción… Aunque una parada de comida para energizarme no me vino mal.
Mi primer target fue Rawayana, fresco y vibrante sonido venezolano lleno de colores para fotografiar. La cámara quería bailar con ellos y con el resto de la audiencia que los coreaba y gritaba por ellos a mis espaldas. Llegué rozando un minuto antes de que comenzaran, pero no hubo problema porque en el pit de foto del escenario principal había espacio de sobra. Se ve que la agrupación disfruta de estar en el escenario. Sus sonrisas eran tan contagiosas como sus melodías.
Segundo artista por enfrentar: las poderosas y hermosas mexicanas de The Warning, que tenían casa llena. Desde Monterrey y con un setlist prendido, las hermanas de The Warning llegaron al escenario con toda la energía, que se podía ver claramente en sus caras y expresiones. Sus sollozos sonoros, su belleza etérea, sacudidas de melena y sus power stances quedaron plasmados en el lente de mi cámara. Yo me puse frente a la vocalista, con la bajista a mi lado izquierdo y la baterista escondida detrás de su equipo, siempre lo más difícil de fotografíar, pero se logró, creo. Con el sol dándoles directamente la exposición de las fotos fue demasiada, lo cual me dio oportunidad de jugar con los colores en la edición.
Entre un set y otro, Zoé Segura (mi compañera fotógrafa) y yo nos fuimos a descansar unos minutos escuchando a los Hombres G con el espléndido y colorido atardecer que nos dió la CDMX. De ahí fuimos directo a formarnos para entrar al pit de Silvana Estrada.
Viendo a dos metros de distancia a la bellísima Silvana Estrada en vivo y a todo color, quedé hipnotizada. Entre el tumulto de fotógrafos intentando tomar un mejor ángulo que yo, la voz de Silvana me llamaba a buscar sus más genuinas expresiones faciales, así que con mi fiel banquito y confiada cámara las intenté encontrar. Me planté del lado derecho del escenario para que el micrófono me estorbara lo menos posible y de esta manera poder capturar un poco de la esencia que ella emana en el escenario. Esa sensatez y emotividad que expide por sus poros, su cabello, sus manos, y, en especial, su voz, tan suave y sincera que me hizo llorar con más de una canción.
Después de fotografiarla durante las tres rolas que nos permiten nos quedamos a ver el resto del show en el cuál nos sorprendió con sus invitados especiales: Kevin Kaarl y Daniel, Me Estás Matando. Silvana mencionó que estos últimos fueron las primeras personas que conoció en la CDMX al llegar de Veracruz. Y otra vez, con mi fiel banquito, pero desde la audiencia la pude fotografíar en compañía de ellos.
En corto, cuando acabó el show de Silvana Estrada, Zoé partió para fotografíar a Future Islands y yo me fui corriendo al escenario Intolerante para editar rápidamente en mi celular mientras esperaba a Yves Tumor. Definitivamente, el show más desinhibido, grunge e irreverente que me ha tocado ver, un must en la vida. En medio de luces estrambóticas y la oscuridad, sin pudor alguno a Yves le valió pito y salió en cueros (porque literalmente salió con ropa de cuero y al mismo tiempo, dicha ropa no lo cubría nada). La audiencia clamaba por él, llamando su nombre de pila, Sean, y el les respondía burlonamente jugando con ellos. La propuesta musical de Yves junto con su banda es única y mesmerizante. La poca luz que había y forma parte de su estética era la pesadilla de cualquier fotógrafa, y aunque salieron básicamente oscuras, la bella magia de la edición siempre está de nuestro lado. Mi mantra: confiar en mi cámara y resolver en la edición. Incluso las fotos por las que menos daría créditos son las que suelen sorprenderme de manera más grata.
Con mucha prisa recorrí todo el Autódromo para volver a la carpa de prensa, porque en el show de Yves se me llenó todo el espacio en la tarjeta. Pánico y caos corrían por mis venas. Pronto mi equipo me prestó una computadora en la cuál pude pasar todas mis fotos para liberar espacio y editar un poco las fotos que más urgentemente se necesitaban publicar.
Al final, me escapé un rato para fotografiar a JuniorH, quien estaba muy contento y orgulloso de ser un expontente del regional mexicano en un festival como el Vive Latino. Después de eso todavía me faltaba editar, editar, editar… Pero por lo pronto, mi noche había llegado a su fin, aunque no sin haber dado muchas vueltas y estar agotada, pero contenta y satisfecha. Si la vida sigue, yo la sigo. Y así, sin querer, llegué a un lugar y un trabajo que me llena de lo que más disfruto: la música, la foto y los conciertos. Todo junto lo puedes encontrar en los festivales. Descubrí que esas son mis experiencias favoritas, y he logrado combinarlas todas.