Overol, de Julián Herbert, para leer y sorprenderse

Overol, de Julián Herbert, para leer y sorprenderse

Julián Herbert, escritor y poeta mexicano conocido por una trayectoria literaria que combina narrativa, poesía y una mirada curiosa que ha revisitado críticamente la historia de la sociedad mexicana, habló con Ibero 90.9 sobre su última obra Overol: Apuntes sobre la narrativa mexicana reciente

El texto, escrito entre 2019 y 2024, comprende una serie de ensayos y cavilaciones sobre la literatura en el país e incluye a muchas plumas mexicanas entre sus páginas, como la de Brenda Navarro, Valeria Luiselli y Antonio Ortuño. Reflexiva y diversa, Overol nació a partir de una pregunta de su autor: “¿Cómo estoy leyendo poesía mexicana?” Y es el resultado de una preocupación profunda por el estado de la narrativa actual en México que remite a su propia labor como escritor y también lo interpela como lector. 

Esta es la entrevista que se transmitió en Inspiria con Lalo Limón, ligeramente modificada para facilitar su lectura: 

Encuentro una relación entre lo que planteas en Overol desde la perspectiva de los narradores y los escritores con aquello que ya reflexionabas en Suerte de Principiante, -otra de tus obras publicada por Gris Tormenta el año pasado- y que tiene que ver con tu obsesión por todo lo que implica el oficio del escritor. 

Claro, ambos libros son hermanos, fueron escritos al mismo tiempo. Suerte de Principiante es una colección de ensayos que abarca mi proceso personal de escritura y Overol es un libro donde traté de pensar mucho más como lector y de discernir el proceso de escritura de mis contemporáneos. En esta última publicación existe una tensión entre mi experiencia interior y un intento de acercamiento con la experiencia de lo social, de lo comunitario y de la escritura. 

Overol me parece una especie de radiografía de quién es Julián Herbert como narrador y cuáles son sus obsesiones. Y en ella se revela tu interés por abordar el proceso creativo de otros autores, como lo hiciste con el proceso de Luis Jorge Boone. 

La obra de Luis Jorge me interesa por varias razones. En primer lugar, conozco muy bien su obra porque somos del mismo pueblo, crecimos juntos leyéndonos obsesivamente desde jóvenes (aunque él es más jóven que yo). El ensayo que incluyo en Overol sobre su novela no sólo tiene que ver con la experiencia de su escritura en sí, sino también con todo el proceso que lo llevó a escribirla y el aspecto regional, porque es un texto inspirado en la masacre de Allende, Coahuila, que es el pueblo de donde somos nosotros.

También escribo sobre Eduardo Antonio Parra, Cristina Rivera Garza, Fernanda Melchor y me interesa cómo conectan el ámbito de lo social con la parte cognitiva de cómo construir narraciones que dialogan con la ficción y la no ficción, ese México de no ficción que nos tiene tan rebasados en términos narrativos. Y para mí, lo  más interesante en esas lecturas es buscar la conexión que existe entre distintas generaciones y cómo todas ellas también conectan con la tradición. Por ejemplo, me parece que la figura de José Revueltas revive constantemente en las voces de muchos de estos autores y autoras. 

Son autores de toda clase los que aparecen en Overol y el hecho de que traigan nuevamente al presente la figura de Revueltas, que es de los años sesenta o setenta del siglo pasado, nos habla de un poder que no sólo no se desvanece, sino que constituye un componente que gravita en torno a la literatura mexicana: la apropiación del misterio y la complejidad a partir de la narrativa.  

Sí. En el prólogo de Los Muros de Agua de Revueltas, él habla de un realismo dialéctico y encuentro muchos reflejos de esto, por ejemplo, en la obra de Emiliano Monge Las Tierras Arrasadas y también en la escritura de Fernanda Melchor. Revueltas vuelve a aparecer como personaje en Autobiografía del Algodón de Cristina Rivera Garza, y me parece muy interesante cómo Revueltas regresa constantemente y, con él, esa preocupación por conectar la experiencia de la consciencia o lo trascendental con el mundo social y la violencia contemporánea

Comenzaste a construir este libro en 2019, antes de la pandemia, y continuaste con él durante la cuarentena y la crisis sanitaria. Cuéntanos cómo fue el proceso creativo para escribir Overol

Además de ser pariente de Suerte de Principiante, Overol también es pariente de un libro anterior que publiqué en 2010 llamado Caníbal: apunte sobre poesía mexicana. En aquella ocasión estaba escribiendo sobre todo poesía hasta que hice una pausa y dije: “Bueno, voy a escribir una serie de ensayos sobre la poesía de mis compañeros”. Esto fue cuando era más joven y más peleonero y por eso se trata de un libro que tiende más hacia la polémica.

Pasaron los años y me dediqué más a escribir narrativa y en 2019 me pregunté cómo estaba leyendo a mi propia generación y a otros escritores más jóvenes (siendo yo un escritor no tan joven). Entonces, ese proceso coincidió con la llegada de la pandemia, que para mí se trató de estar encerrado en casa ordenando la biblioteca y ese acto de ordenar la biblioteca y encontrar libros de otros escritores mexicanos contemporáneos me permitió construir este nuevo proyecto como una especie de retiro de lectura. 

¿Cómo fue para ti enfrentarte como lector a libros que, como decía García Márquez, que los libros “te ocurren”? Mencionaste a Yuri Herrera y también hablabas de Fernanda Melchor y su obra Temporada de Huracanes, que es uno de esos libros que se quedan por siempre en tu mente. ¿Qué proceso se da en Julián Herbert cuando te enfrentas a esta clase de libros? 

A diferencia de aquellos críticos que sienten una obligación de regañar o imponer una visión, yo tengo una formación de crítica un poco distinta. A los escritores los leo con mucha sorpresa. Me interesa lo que hacen y me interesa construir una exégesis más allá de la valoración. Para mí, la valoración está en no hablar de libros que no me gustan. Elegí enfocarme en los libros que me importaron y en los autores que parecía que aportaban algo.

Creo que en este momento la narrativa mexicana es muy vasta, explosiva y no todo me fascina, pero sí existe un núcleo muy sólido de literatura mexicana y yo quería leer ese núcleo.

En otras entrevistas sobre Overol también has hablado sobre la literatura en el país y decías que consideras que está en un buen momento, que la literatura mexicana está muy saludable. 

Sí, creo que es un muy buen momento para la literatura mexicana. Quizá no es de lo más popular, o lo más mainstream, pero creo que hay buenos libros que han tenido mucho impacto. Pienso en la obra de Yuri Herrera que es muy consistente y ha tenido mucha proyección.

Hay un libro de Marisol García Walls que se llama Comparecencia (in)voluntaria que ni siquiera está publicado en México. Lo publicó una editorial de Mallorca y es un pequeño ensayo narrativo que es espectacular para mí, me parece muy brillante aunque no esté en los reflectores de la fama. También hay cosas más visibles como Todo el pueblo es cicatriz de Hiram Ruvalcaba que ganó el Premio Primera Novela 2024 de Amazon. 

Quizá el ámbito de la poesía está más disperso, más colonizado por una idea de claridad, pero, en general, hay muchas voces, mucha discusión, mucha publicación y distribución de poesía y, sobre todo en la narrativa, hay cosas muy interesantes. 

Me parece que la poesía, por lo menos desde el punto de vista de la industria, es de los géneros más complicados y después de un tiempo de escribir narrativa tú estás regresando a la poesía. ¿Estás preparando algo? ¿Cómo te sientes respecto a este género en particular? 

Yo siempre he dicho que mi punto de partida para todo es la poesía. Siempre estoy pensando desde el lugar de la poesía en la realidad. Escribí un libro de poemas recientemente y que ha tenido poca circulación porque lo publicó la Universidad de Zacatecas, se llama La parte quemada, y estoy empezando a coleccionar visiones para un libro nuevo de poemas. Entonces, siempre estoy ahí, yendo y viniendo en ese territorio de la poesía.

Meta y la verdad en crisis: ¿Decisión valiente o error monumental?

Meta y la verdad en crisis: ¿Decisión valiente o error monumental?