En 1975 los Talking Heads, junto con bandas como Blondie, Ramones, Television y Patti Smith, emergían del famoso club neoyorquino CBGB, para cambiar la historia del rock.

En 1992, el realizador Jonathan Demme ganaría el Oscar por la extraordinaria The Silence of the Lambs, película que está considerada como una de las mejores de la historia

En un punto medio entre estos dos hechos, en 1984, ambas partes se unirían para lograr una de las mayores obras fílmicas del rock: Stop Making Sense —que después de 40 años mantiene 93% de aprobación en Rotten Tomatoes y 94% en Metacritic—. De manera acertada, esta obra ha sido restaurada para una nueva vuelta por las salas cinematográficas, incluyendo nuestro país.

Los documentales de rock han tenido una larga historia. Por mencionar algunas: antes de Stop Making Sense, existió Gimme Shelter (1970), sobre una gira de los Rolling Stones, dirigida por Albert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin; después, podemos citar Rattle and Hum (1988), dirigida por Phil Joanou, sobre la búsqueda musical de U2 en las raíces norteamericanas.

Stop Making Sense fue concebida por los Talking Heads y Jonathan Demme para que fuera un producto fílmico: se apartaron las fechas en el teatro Pantages de Los Angeles, se organizaron los planos por día y se planeó la vestimenta de la banda para que se vieran igual (aunque la filmación durara cuatro días). La película registra únicamente la presentación en vivo, para evitar que fuera comparada con el falso documental This Is Spinal Tap —como explica Tina Weymouth— por lo que se evitaron las pantallas divididas y la inclusión de entrevistas.

Durante su proyección, el documental no deja de interesar al público: al comenzar, los integrantes van apareciendo uno por uno sobre el escenario, canción por canción (¿en qué orden entran al escenario los integrantes?); finalmente, los músicos de gira y las coristas entran a escena (¿cómo interactúan David Byrne y Jerry Harrison con las coristas?); percibimos el magnetismo de David Byrne como un líder bajo los reflectores que toma como ejemplo a predicadores (¿qué hace que la presencia de Byrne sobre el escenario sea tan peculiar?). Asistir a la sala es todo un evento; el evento es una película; la película es un concierto; y el concierto es una fiesta.

Las canciones están subtituladas, una cualidad que nos hace reflexionar mientras nos dan ganas de bailar con la música; por supuesto, se trata de clásicos que tienen mucho que decir sobre la sociedad norteamericana y la realidad en la que viven los neoyorquinos: Estoy tenso y nervioso y no me puedo relajar ("Psycho Killer") / Deja a un lado tu pistola y trata de reconocer lo que hay en tu mente ("Slippery People") / La gente en su camino al trabajo estalla en llamas ("Burning Down the House") / Negocios y placer, te mintieron en la cara ("Making Flippy Floppy") / Te puedes encontrar en una casa bonita, con una esposa bonita y preguntarte ¿cómo llegué aquí? ("Once in a Lifetime").

Además del repertorio de los Talking Heads, se incluye una canción solista de David Byrne ("What a Day That Was"), además del éxito "Genius of Love" de Tom Tom Club, el proyecto alterno de Chris Frantz y Tina Weymouth (casados en la vida real).

Con motivo del relanzamiento de Stop Making Sense, los cuatro integrantes han sido invitados a programas nocturnos para hablar de la obra; adicionalmente, se produjo un álbum tributo titulado Everyone's Getting Involved: A Tribute to Talking Heads' Stop Making Sense, con interpretaciones de Miley Cyrus, The National, Paramore, BadBadNotGood y Chicano Batman, entre otros.

No esperen a que el anuncio de la proyección en salas vaya a ustedes; salgan a buscar esta joya y aprovechen que estará nuevamente en pantalla grande, los días 3 y 5 de octubre. Quién sabe cuándo vuelva a suceder esto y, posiblemente, sea lo mejor que podrán encontrar en la cartelera actual.

Escucha el soundtrack en Spotify.