Visibilizar la lesbofobia
Como cada año, ayer 17 de mayo se conmemoró el Día Nacional de Lucha contra la Homofobia, luego de que un conglomerado de organizaciones LGBTTTI+ se reunieran con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en 2016, para que el ejecutivo diera un posicionamiento formal en relación al combate de la homofobia. Peña Nieto propuso entonces “descongelar” la iniciativa de ley para reconocer a los matrimonios igualitarios y así impulsar una campaña de concientización en la población mexicana con el lema “Sí Acepto”.
La propuesta no progresó debido a la presión ejercida por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y el Frente Nacional por la Familia, quienes convocaron a una macha en contra de los derechos de grupos homosexuales. Sin embargo, la contra-marcha no se hizo esperar y salieron a luz pública familiares, parientes, amigos y personas solidarias con la lucha por los derechos de la comunicad LGBTTTI+, convocadas por la organización Familias Diversas.
En ese entonces, se vivían tiempos electorales, como ahora. El PRI perdió la gubernatura de Veracruz, por lo que había temor de perder el Estado de México, bastión del revolucionario institucional, por lo que la iniciativa permaneció en la congeladora del Congreso de la Unión, ya que dicha ley perjudicaría al partido en el poder al poner a la Iglesia y a grupos conservadores en su contra.
A dos años del reconocimiento de la lucha contra la homofobia, se podría hablar sobre pequeños avances. Uno de ellos, la conformación de la Coalición Mexicana LGBTTT+, que impulsa la inclusión de sus derechos humanos en las agendas de los candidatos y partidos políticos en la actual contienda electoral. A pesar de los esfuerzos, la coalición no ha podido tener acercamientos con ninguno de las principales fuerzas partidistas: PRI, PAN, PRD y MORENA.
No obstante, algunas organizaciones lesbicofeministas independientes que no formar parte de la Coalición —a la que según ellas, no fueron convocadas—, realizan pláticas, talleres de información, concientización y sensibilización para que el sector de las lesbianas sea reconocido y visibilizado por la sociedad. Como primera acción, justamente proponen denominar al 17 de mayo como Día Nacional contra la Lesbo-Homofobia.
El informe Violencia, impunidad y prejuicios. Asesinatos de personas LGBTT en México 2013 -2017, registró 95 víctimas asesinadas en 2017, en tanto que en el primer cuatrimestre de 2018 se sumaron 24 homicidios más por homofobia. Por cada caso reportado, existen de tres a cuatro homicidios más que no se denuncian.
Por su parte, el Informe de Crímenes de Odio por Homofobia, indica que:
Durante el periodo de 1995 a 2015 se han registrado alrededor de mil 310 crímenes de odio, de los cuales mil 21 fueron a hombres, 265 a mujeres trans y 24 a mujeres, de los crímenes de odio cometidos 3 de cada 10 casos fueron de personas jóvenes entre 18 a 27 años de edad, un tercio de las víctimas fueron adultos jóvenes entre 30 y 39 años, 27 fueron menores de edad y 348 se quedaron en casos sin identificar, además la Ciudad de México fue la entidad en la que mayores crímenes de odio se cometieron con un total de 193 casos, seguida por el Estado de México con 123 y Veracruz con 85.
A la fecha, las mujeres trans son las más afectadas, pues las cifras señalan que del total de asesinatos, el 55 % corresponde a este grupo, seguidas por homosexuales o gays, y “uno relativo a mujeres lesbianas”, según se lee en el documentó de la organización Asistencia Legal por los Derechos Humanos (ASILEGAL). La razón, según dicha asociación, se debe a los prejuicios respecto de la identidad o expresión de género y a que estos crímenes “no son investigados o son objeto de procesos viciados, guiados por estereotipos”.
En tanto, el documento elaborado por el Departamento de Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (2011), La relación entre Opresión y Enfermedades entre lesbianas, bisexuales y homosexuales, señala que la comunidad lésbica, gay, bisexual, travesti y transgénero (LGBTT) está compuesta por alrededor del 3 al 8 % de la población total. De estos, el 30 % han sido víctimas de maltrato, agresiones y humillaciones por parte de las autoridades y cuerpos policíacos; al 21 % no los han querido contratar en algún trabajo por su orientación sexual, el 13 % ha sufrido discriminación en el trabajo, al 11 % se les ha negado el ingreso al trabajo y al 9 % a la escuela.
La Comisión Internacional para los Derechos Humanos de Lesbianas y Gays, fundada en 1992 con sede en San Francisco, Estados Unidos, reportó que durante la última década recibieron alrededor de 116 peticiones de asilo político, aduciendo persecución por motivos de preferencia sexual. Caso reciente fue el denunciado por Bianca Sierra y Stephany Mayor, ex integrantes de la Selección Nacional de futbol femenil, mediante declaraciones hechas al The New York Times, quienes sostuvieron que el entrenador Leonardo Cuellar las corrió de la selección porque no quería que abrieran su relación mientras jugaran en el mismo equipo.
“A mí no me importa si son novias o no, pero no las quiero ver ahí agarradas de la mano o haciendo desfiguros”, recordó Stephany. Actualmente ella y Bianca viven en Islandia, donde son estrellas de un equipo de soccer. Además de sentirse valoradas, son respetadas y aceptadas. “Hay muchos tabúes en México para hablar de la sexualidad, hay cosas que no se hablan. Es algo yo creo cultural, no es fácil abrir tu relación”, declaró Bianca.
En cuanto a la lesbofobia, el mismo documento de la UAM- Xochimilco señala que de cada 10 agresores, 4 son compañeros de escuela, 2 son vecinos y 3 son parientes cercanos (padres, madres, hermanos y tíos) y otro de los ofensores corresponde a la propia pareja. De las lesbianas entrevistadas para la citada investigación, el 70 % sintió que su preferencia sexual hería y/o avergonzaba a su familia y amigos, el 68 % tiene que fingir ser heterosexual para ser aceptada y el 29% se alejó de su familia por su preferencia sexual.
En México, la situación en cuanto a la represión contra la autonomía sexual de las mujeres no puede separarse de las condiciones materiales de sus vidas. Amnistía Internacional, da a conocer que la violencia y el acoso son dirigidos a menudo contra las mujeres lesbianas a causa de su preferencia sexual, particularmente en términos de sus atributos físicos —por ejemplo, verse "demasiado masculinas"— o reclamos afirmativos de identidad lésbica, al desafiar las reglas de género o el dominio masculino en sus sociedades.
Por ejemplo, en la mayor parte de las sociedades latinoamericanas se utiliza la acusación de "lesbianismo" como una estrategia para silenciar la participación de las mujeres en la comunidad y en la vida pública. Tales ataques están conectados comúnmente con amenazas físicas, acoso moral, golpes y violaciones sexuales contra mujeres identificadas como lesbianas y sus respectivos peyorativos tortillera, manflora, marimacha, compadre, entre otros .
La discriminación y el miedo a la violencia basada en los atributos de la conducta sexual, la identidad y la orientación sexual, son factores que afectan todos los aspectos de la vida de las lesbianas, que en consecuencia, repercuten y provocan obstáculos en su participación laboral y política.
Con respecto a la impunidad y los reclamos de las lesbianas por sus derechos humanos, a menudo son considerados poco relevantes por las autoridades. Una idea afín es que las lesbianas pueden ser menos propensas que las mujeres heterosexuales a defender sus derechos de protección y justicia contra la violencia, el acoso y la discriminación, porque sienten que sus reclamos no serán tomados en serio por las autoridades por su preferencia u orientación sexual, ya que no gozan del estatus jurídico de una mujer casada, heterosexual y con hijos.
En cuanto al ejercicio de la sexualidad femenina, Amnistía Internacional considera que ésta, es normada y reconocida bajo y sólo ciertas relaciones, el matrimonio y la familia; lo que ha tenido efectos adversos y devastadores en la libertad de las mujeres con respecto a la violencia. Por ejemplo, las mujeres que tienen una preferencia sexual diferente a la heterosexual, suelen ser marginadas por su familia y su comunidad; en consecuencia son blanco de la violencia y el abuso sexual. Al mismo tiempo que, la imposibilidad de elegir el estilo de vida (o la identidad sexual, manifestación de género en particular), está estrechamente relacionada con la falta de independencia afectiva, emocional y económica en un gran número de mujeres lesbianas.
Dichos factores sociales y de identidad que enfrentan las lesbianas respecto a las violaciones de sus derechos sexuales y reproductivos —así como su dificultad de buscar justicia, protección y reparación del daño— está conectada integralmente no solo con el hecho de que son mujeres, sino además por razones de raza, etnia, origen nacional, cultura y clase social.
Ahora entiendo el reclamo de las lesbofeministas organizadas: las lesbianas no solo son víctimas de los crímenes de odio ni son cifras “relativas a”. Hay que promover los derechos humanos de la mujer, mediante la plena aplicación de todos los instrumentos, particularmente, a través de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación en contra de la mujer. Que la sociedad y las instituciones que la conforman, reconozcan, respeten, protejan, defiendan y promuevan los derechos humanos de las mujeres con diversas y diferentes manifestaciones, identidades o expresiones de género, así como por su orientación y preferencia sexo-afectiva.