“the world is full of noise/ i hear it all the time// El mundo está lleno de ruido, lo escucho todo el tiempo” - Dagger
En 1991, el polémico y desaparecido guitarrista de los Manic Street Preachers, Richard Edward James, declaró a la prensa: “We’ll always hate Slowdive more than Hitler” (Siempre odiaremos a Slowdive más que Hitler) De alguna manera entiendo a lo que se refiere James. Las aspiraciones de los Manic Street Preachers son precisamente la contraparte del espíritu soñador de Neil Halstead y Rachell Goswell de Slowdive. Mientras que MSP se dedicó a maximizar la adrenalina muscular de los 80’s a través de un glamoroso y varonil brit ‘n roll, Slowdive optó por los ritmos lentos, las melodías rezagadas, la poesía adolescente y una particular nostalgia que estuvo presente desde sus primeros trabajos hasta las andanzas solistas del par. James y compañía querían la manía en grande, Rachell y Neil sólo querían salvarse a sí mismos a través de la música.
http://youtu.be/jkM3M3zGcGE
Revisitando el catálogo de Slowdive, da la impresión de que el conjunto dictó, junto con algunos otros actos como MBV, Mazzy Star, Ride y Cocteau Twins, el primer y último argumento que se pudo haber elaborado en torno a este tipo de música. Reproducir con la misma energía la reverberada confusión del shoegaze o los enmielados espacios del dream pop resulta hoy en día, en muchas de las veces, una tarea no sólo ardua sino en muchas veces hecha en vano (incluso para el renovadísimo Kevin Shields) Aunque muchas bandas sigan trabajando con la lánguida neblina de estos caminos, estos actos se sienten no sólo como una sombra, sino como un peldaño definitivo y un territorio completo. Así sucede con Souvlaki (Creation Records, 1993) un álbum que lleva 20 años afuera y que sigue diciendo nuevas cosas con los mismos acordes.
http://youtu.be/BwUdO2B9x1U
Como parte de las últimas generaciones de Creation Records (casa discográfica que impulsó y vio crecer al talento bretón más brillante en materia de Indie Pop y C86) Slowdive es un hijo de su época. Su sonido le debe tanto al pop naive de los Pastels, a la sensualidad de cuero y seda de Primal Scream y Jesus and Mary Chain, como a las primeras incursiones post-punk al éxtasis de My Bloody Valentine.
Souvlaki no es sólo un álbum de “pop ruidoso” ni mucho menos un diluidor de su pasado; las 10 piezas del álbum son una brillante demostración de la capacidad del conjunto de extender las posibilidades del pop y el rock sin caer explícitamente en las alucinaciones lisérgicas de la psicodelia. Por eso, la magia de Souvlaki reside en su potencial atmosférico. Brian Eno participó en la composición y en la producción del álbum. Creo que si algo les enseñó Eno a los ingleses es lo que una década atrás había mostrado al mundo como Ambient Music: menos es más. En muchos sentidos, Souvlaki es un álbum estrictamente ambiental. Las 10 piezas que lo conforman incitan a acostarse en una cama y cerrar los ojos más que sudar y cantar en un concierto. Nitsuh Abebe dice que escuchar a Slowdive es como tomarse una píldora para dormir y despertar desorientado a la mitad del efecto. Creo que no hay descripción más precisa.
Los buenos discos, entre ellos el Souvlaki, se parecen un poco al río de Heráclito: adentrarse en ellos significa adentrarse en un álbum distinto. Cambian con el tiempo, nos sorprenden a cada escucha. La paradoja del presocrático entre permanencia y fluencia ayuda un poco comprender la dinámica estructura de Souvlaki. La misma razón por la cual lo escribimos, lo re-interpretamos, lo platicamos y lo consumimos es porque aún necesitamos que nos diga algo que no sabíamos con los mismos acordes.
P.S. Justo al final de terminar de escribir esto, salió la noticia de que Lou Reed ha muerto. Aquí un cover que hicieron Neil y Rachell a “Stephanie Says” de Velvet Underground antes de convertirse en Slowdive.
“Listen close and don’t be stoned” nos aconsejaría Neil
http://youtu.be/Sxcwinrj1bQ