'Valedores Juveniles': 30 años de reclamo con vigencia triste
En 1990 las cosas no eran tan distintas a nuestro naciente 2021. No había redes sociales pero el grueso de la población también estaba desinformada, prisionera del oficialismo. Gobernaba Carlos Salinas de Gortari quien continúa en la escena política como actor omnipresente detrás de todos los males nacionales e invocado por la retórica presidencial.
No había Internet, pero ya la televisión globalizaba los fenómenos sociales. Un poco más lento que hoy, pero todos —salvo los que vivieran en una cueva— terminaban absortos por las noticias.
Las zonas marginadas, eran marginales. Ecatepec era violento pero la violencia de las calles retratadas en películas como La Ciudad al desnudo, palidece ante la actual sombra sangrienta de la guerra contra el narco y la política de los abrazos.
En ese México y en este, el sistema tenía y tiene una pesada deuda sobre sus hombros, para con la juventud. Para ambos contextos espacio-temporales, Valedores Juveniles de El Haragán y Cía., resulta ser un soundtrack triste del cáncer más voraz que sufre la sociedad mundial, las diferentes facetas del juvenicidio.
Inspirado en las vivencias adolescentes de su creador —quien musicalmente se influenció por el movimiento rupestre, el new wave of british heavy metal y los autores citadinos de la crónica chilanga— este álbum necesario para la historia rockera de nuestro país y su cultura popular al final del siglo XX, es una obra que merece un estudio minucioso y académico, antropológico y social.
Un reconocimiento a la exactitud de sus imágenes hiperreales, de un México que tres décadas después, al parecer ha empeorado la pesada deuda para con su juventud.
Hemos preparado en Ibero 90.9, el documental Retrospectiva 1990: Valedores Juveniles 30 años de triste vigencia, para capturar una pequeña parte de ese análisis propuesto, de la mano de su autor, Luis Álvarez, mejor conocido como El Haragán, para exponer los paralelismos entre una y otra época, para conocer los orígenes de Valedores Juveniles, de su sátira y ácida crítica desde las calles de periferia, esa que el establishment prefiere no recordar.
