Texto: David Ovando/@OvandoousFotos: Manuel Azul/@PhotoAzul y Ricardo Marín
Se puede marcar el 20 de mayo de 2017 como aquella fecha en que cayó una luz más en la Ciudad de México. Como cualquier otro personaje de cualquier otro nicho musical, cuyo legado lo eleva a estatus de estrella; para muchos Jah Shaka fue la estrella ausente dentro de la corona, la cual por fin se incrustó para perpetuarse en forma de recuerdo.
El lugar, un recinto inusual rodeado por cuatro cintas asfálticas (las avenidas Insurgentes, Baja California, Tlaxcala y Chilpancingo), todas desconocen este tipo de tocadas, lo confirmó los rondines de varias patrullas. La banda apareció junto a sus colores rasta, cuyas costumbres no fueron del todo bienvenidas en esta parte de la colonia Roma, aún más, si fue un contingente como el del sábado pasado. Aunque claro, es todo este aforo el que justifica el porqué de la selección de este espacio.
Adentro una olla de presión en varios sentidos, los sounds ya instalados semejaban un monstruo de tres cabezas (Bass Revelation, Om Mani Padme Hum y Spiritual Sound, a memorizar los nombres, pues rondarán la Ciudad de México para sonorizar muchas de las terapias). El telón de Dub Experience se abrió con Heavy Bass, seguido de Black Fury of Dub, quienes ya abrumaban con sonoridades a los primeros asistentes. El calor paulatinamente penetró en las entrañas del recinto, como sinónimo del paso de la gente.
Puntualmente continuó Zakeya, sorprendente con vestido carmesí intenso, contrastante ante su piel reveladora de su fuerte identidad. Su voz entremezclada con su habilidad verbal la vuelven genuina, encantadora. Interpretó cual replica del sonido de estudio, algunas balas de aquella producción de inicio de los 2000. No quedó a deber en absoluto, y sirvió -estamos seguros- para entrar en la memoria de nuevas generaciones ávidas de dub.
Gritos, escasez de cerveza, una que otra anomalía en los sounds, por momentos más agudos de lo recomendado. Comentarios al aire que casi se podían ver, y es que no era difícil encontrar una lectura satisfactoria para las diez de la noche, pues hasta ese punto la línea del tiempo del Dub Experience continuo sin fractura. King Alpha vino a confirmarlo con sus Dubplates. Con apariencia intacta tras su clásico turbante, entró enrolado con la vibra que manejaba el concierto. No desentonó en absoluto, el stepper de sus producciones catapultó aún más las sensaciones.
Entonces apareció…
Los gritos develaron quien estaba entrando en ese momento, fervientes todos ellos. Lindo indicio de entrega absoluta entre público-artista, un rito que sólo se conoce entre rayos de luces de colores difuminadas con la oscuridad presente en cualquier concierto. El Zulu Warrior entró en escena.
Cuando se tiene oficio -cualquiera que éste sea-, es medular poner a capricho todos los elementos que ayudarán a efectuar el trabajo. Shaka lo sabe, necesita espacio, su espacio, para lo cual nadie debe pasar de un radio de cuatro metros. Observó la torre de control, la mesa, propuso ajustar el audio y medir el poder de los scoops, “Exodus” de Marley ayudó en dicha tarea. Se puede decir que ahí comenzó su show. Los platos comenzaron a girar y a partir de ahí se supo que no pararían en un buen rato.
Con la sesión de Shaka afloran una serie de elementos que dan lugar a una ceremonia en un sentido lúdico. Existe introspección, además se genera una conexión espiritual remitente al afrocentrismo y sus deidades, y al rastafarismo y sus deidades. Con gesto firme Shaka señaló en varios momentos el telón en la parte trasera del escenario, desde esa manta Haile Selassie I observó su sesión. Pareciera que lo vigiló el lapso que duró la sesión, y Shaka correspondió ofrendando su más lúcida producción sonora. Una comunicación que solo ellos trataron íntimamente.
Se puso en guardia, después de un tiempo tocando, el calor coadyuvó a efectuar su danza, la simulación de los guerreros Zulu se materializó. No es un show, es una tradición ancestral que raya en lo mítico, reinterpretada por ese personaje que los retribuye en cada una de sus sesiones, desde Barcelona hasta Lima, desde Italia hasta Japón, desde su Inglaterra hasta México.
Tras la visita del Guerrero Zulu se sienta un precedente en las sesiones Dub en México, y a su vez en las de Dub Experience. Se puede presumir sin lujo de soberbia, con humildad y con el respeto que esto atrae; Jah Shaka ya dió cátedra en nuestro país.