Trópico 2017: Entre sudor, mandíbulas trabadas y mucha necedad
Ya estamos muy lejos de aquellos tiempos de Woodstock, donde oler mal era la norma junto con el lodo y la mínima higiene. Aunque sigue sucediendo en festivales alrededor del mundo, esto parece más bien una elección, en especial en Trópico. Trópico es un lugar en el que es válido bañarse unas tres veces al día en aras de conservar una buena salud mental. Hay dos razones principales: 1) El calor no perdona y 2)El baile tampoco. En Acapulco no importa que sea diciembre, la humedad sigue siendo pan de cada día y sudar litros es el cardio involuntario al que nos sometemos los asistentes. Pero aceptemos otra cosa: uno no va a Trópico a sufrir. Más bien parece lo contrario, el festival está diseñado con todas las de ser una oda al hedonismo más puro: música, drogas y gente que realmente sólo quiere pasar un buen rato.
Y hablando de drogas ¿Qué tal Titán? Uno de los mejores regresos de 2016 tuvo una pesadísima presentación en trópico. Combinando clásicos de la electrónica mexicana con nuevos cortes del Dama Fina, Titán fue el primer acto grande en presentarse pero tampoco fueron los primeros en sentar un buen ambiente. En la pool party la catalana Awwz dio un set de cuatro cuartos que la gente recibió con muchísimo gusto. Ahí comenzaron algunos de los temas recurrentes en trópico: gente bonita, poca ropa, baile al pormayor y música a volúmenes fuertes, para ahogar cualquier registro de que uno se encuentra cerca de la CDMX.
Hacia el final del primer día los pincharolas se hicieron presentes. Las palmas se las llevaron Dixon y Mano Le Tough, con sets de house y techno extremadamente recios y ponedores. No había un alma viéndolos que no bailara de forma inhumana. A esas alturas del partido, lo que había ahí no éramos personas sino zombis guiados a devorar fiesta y música a como dé lugar.
Obviamente el día siguiente cobró una terrible venganza. Tres baños a lo largo del día no fueron suficientes para quitar el olor a fiesta, la imposibilidad de sudar ni el dolor de cabeza, pero un sabroso desayuno sí ayudó. Tras esta pausa gastronómica, la fiesta empezó con el set de Mario Galeano aka Frente Cumbiero en una fiesta de alberca. Un set con puros discos pequeños de 45 rpm y cumbias pegajosas fue un vistazo a Ondatrópica, supergrupo en el que también colabora Galeano, y quienes se presentarían más entrada la noche.
También antes de Ondatrópica, la mente maestra detrás de este conjunto (Will Holland, en su faceta como Quantic) amenizó otra fiesta en la playa de forma excelsa. Pinchando rolas como el maestro que es, la selección musical de Holland es impresionante. Así puede mezclar un hitazo suyo, un artista desconocido de Laos o un clásico de Sister Nancy, Holland opacó la presentación de Féminas, quienes estaban en el escenario principal ante poco público.
No obstante, la joya mayor de ese día estaba en el escenario de la playa: Los mundialmente reconocidos Wembler’s de Iquitos traían la histórica presentación de la cumbia amazónica a tierras mexicanas. Transformando rolas de dos minutos en viajes psicodélicos de ocho, Los Wembler’s no dieron ni un segundo de descanso para armar la mejor fiesta en la playa que Trópico ha visto. Entre covers de Juaneco, sus propios éxitos y una puesta de sol playera, este momento se quedará impreso en nuestra memoria como, sin lugar a dudas, la mejor presentación musical del año.
Por su parte, Thundercat cercenó a los asistentes con su virtuosidad y sencillez; es, probablemente, la mejor presentación que le hemos visto en este país. Jesse Baez y Fuego entregaron su R&B sensual y pegajoso con elegancia, mientras que Petit Biscuit puso a bailar suavemente al festival. No obstante, el mejor acto de la noche fue sin lugar a dudas Ondatrópica, quienes entre salsa, jazz latino, cumbia, guaguancó y más excentricidades musicales, hicieron del festival una fiesta incansable desde muy temprano.
El escenario principal lo cerró Vitalic y su atasque french-housero salido directo de una mandíbula trabada. Desde este momento la gente ya empezó a cansarse, pues el dios de la fiesta comenzaba a cobrar todo lo aguantado el día anterior. Tras sets para el amanecer de Pional y Rub n Tug, Trópico terminó con su segundo día de actividades y nuestras ganas de vivir. Dos días de diversión inagotable fueron suficientes para que Ibero 90.9 terminara transmisiones y volviera a la ciudad.
Trópico es un festival de sudor y elegancia. Te puedes bañar, pero vas a terminar sucio quieras o no. Hay mucha gente bonita, pero se la pasan haciendo puros bailes feos. Y está la mejor música, pero no los mejores oídos. Finalmente, Trópico es una excusa inmensa para bailar, para pasar un buen rato y para simplemente olvidar la sensación térmica menor a cero grados que atraviesa la Ciudad de México. Si tienen varo, suerte y ganas de divertirse, probablemente van a querer ir el próximo diciembre a la siguiente edición de Trópico, el festival más divertido y mejor curado que tiene este país.