Tokyo Ska Paradise Orchestra: un sonido de otro mundo en Guanajuato
No hay nada como ver a un japonés sonreír. La expresión de risa del rostro asiático es terriblemente contagiosa. Ver a nueve japoneses sonreír, bailar, cantar y brincar en el escenario es sin duda una de las experiencias más divertidas de esta vida.
Y es que en la Tokyo Ska Paradise Orchestra todo es performance. Embutidos en elegantes trajes azul celeste, con zapato de charol y sombrero, desfilaron por la tarde de este viernes a través de las calles del centro de Guanajuato, calentando motores y llamando la atención de todo aquel que se cruzaba con ellos. Una autentica pandilla extraída de un paisaje de animé circulando por las calles neocoloniales de la ciudad de Guanajuato.
¡Que viaje!
No fue necesaria más promoción. La Alhóndiga estaba abarrotada. La Skapara, como cariñosamente la llaman sus seguidores tiene muchos devotos en México y se notó en los gritos y el baile. “Hazme un hijo” escuché por ahí entre el coro unísono de: ¡TOKYO, TOKYO, OTRA, OTRA!
Abrieron el concierto con un trancazo de energía con “Skaravan”, rompiendo el orden de la Alhóndiga y armando el primer slam. Le siguieron algunos hits de la banda como “Down beat stop” y “Paradise has no border”.
Tropa de alienígenas
Seguirles el ritmo sin cansarse es difícil. Son como una tropa de alienígenas que corren de lado a lado haciendo chirriar a los trombones. Imposible no encariñarse con ellos. Con un español nada forzado nos dijeron como buena tribu visitante que venían a traer música, baile y esperanza.
Los japoneses se caracterizan por copiar a palmo aquellas cosas que les gustan de las culturas extranjeras y ejercer su propio canibalismo cultural, no por nada Tokyo ostenta una estatua de la libertad y una torre muy similar a la Eiffel, pero revestida de luces. Sin duda la Skapara, ha sabido reconstruir ese sonido jamaiquino y hacerlo suyo.
El momento más explosivo de la noche llegó con el himno del ska internacional, “One Step Beyond”, un estupendo cover al clásico de Madness. Tres contundentes minutos de los metales más punzantes que me hicieron desear bailar y saltar del otro lado de la valla. Le siguió una maravillosa pieza llamada “Suikinkutsu” donde el solo de piano nos llevó del sonido suave de unas teclas armónicas a los botones de una nave espacial y el performance de Nargo, con una melódica con luces de colores en lo que me pareció el momento más fino de la noche.
Después remataron con el “Cielito Lindo” que hizo cantar a chicos y grandes para conectar con una versión de “Godfather’s theme” y acercarnos al final, para rematar con la locura total con “5 days of tequila”.
Elegancia, precisión, ritmo y entrega. Todo junto en nueve individuos que parecen extraídos de otro planeta. Sin duda, esta fue la mejor razón para haber venido a este Cervantino 2019.