l paladar del fanático, los jugadores de su equipo tienen otro nivel, son ídolos, casi dioses que elevan en conjunto los colores que defienden. La premisa de Galeano se extiende a lo universal: el equipo contrario son “los demonios en turno”, que sólo ganan por obra de los árbitros o por el favor de la Diosa Fortuna.

Sin embargo, hay excepciones que ni bajo el embriagador fanatismo de cualquiera se puede negar que hay un dejo de sobrehumano. Nadie niega la calidad de un Joe Montana o un Tom Brady. Sin embargo, siempre hay ese héroe olvidado por los “expertos”, ese sobre quien se pregunta: ¿qué habrá sido de él?. Ken Stabler, otrora MVP de la NFL volvió a las noticias por el punto final de su vida, dejando dos puntos suspensivos sobre su legado.

Jugador Más Valioso en 1974, campeón con los Raiders, sí, esos Raiders que se quitaron la etiqueta de “ya merito”, que detuvieron el camino del primer tricampeón en la historia de Super Bowl: la “Cortina de Acero” tenía huecos después de todo. Cuando se hace el flashback a ese Super Bowl XI, se habla de Madden, Casper, Upshaw, Shell, todos Salón de la Fama, pero, ¿y la “Serpiente”?, 65% de pases completos sin intercepción, casi 200 yardas por aire, que ganó 100 juegos más rápido que cualquier otro QB en la historia y parte del NFL’s All-1970’s Team. Es difícil creer que con un palmarés así, pudiera ser el único jugador de ese “equipo de la década” en no estar en Canton, Ohio.

Las cosas no son lo que parecen y si para Saint-Exupéry un sombrero era en realidad una serpiente, para la NFL una “Serpiente” es en realidad es un “Hall Of Famer”.