Nostalgia, alegría y las cosas que giran bien. Epílogo: Tessa Ía en el Teatro de la Ciudad
Fotos: Erick Tello
La tarde del 21 de enero se pintó alegre con un clima cálido perfecto que sirvió de preludio a un show íntimo y que, como su nombre lo dice, fue un Epílogo de emociones que nos llevaron a un lugar distinto.
El Teatro de La Ciudad Esperanza Iris fue el recinto perfecto para albergar a miles de almas que esperaban un show único en su historia, pues Tessa Ía estaba lista para que los coros, las luces, el ukelele y las guitarras sonaran como si no hubiera un mañana.
Fue así que a partir de las 8 de la noche, la voz del recinto anunció: “Esta es la tercera llamada, comenzamos”. Hubo gritos de emoción. El telón se abrió y se hizo presente Tessa. Entre la oscuridad se alcanzaba a ver el ukelele. “Yo No Canto” fue la primera rola emblemática que interpretó entre los gritos de la audiencia.
Los minutos avanzaron. En la primera pausa ofreció un agradecimiento a su público, luego “Ultravioleta” sonó en el recinto. Vino un sentimiento, y luego algunas lágrimas del público, que no se cansó de gritar y repetir una y otra vez: “Ultravioleta, en mis arterias melancólicas”.
Tessa supo que tener invitados era la pócima perfecta para que un show, así de bonito, se quedará dentro del imaginario colectivo.
Ximena Sariñana fue la primera invitada de la noche. El ambiente cambió entre gritos, mientras cantaban “Diva”, una de las canciones que refleja la carrera de ambas, es la historia de una persona que quiere ser actriz, pero a la vez cantar y hacer de su vida lo que quiera. Sin duda un momento épico, como si el tiempo no pasara y solo el unísono nos acurrucara.
Los coros envolvían los cánticos de Tessa en un teatro que ofrecía más allá de una función: las cortinas, los visuales, la audiencia, una pausa necesaria, un acercamiento con su público. Los ojos vibraron. Dr. Simis rodearon el escenario. Luego un acto más. Alguien se levantó de su asiento, y vinieron los aplausos. Tessa Ía recibió flores, y hubo lágrimas.
Aplausos. Las luces abajo. Un cambio de look. Tessa dio la bienvenida a su segunda invitada, Girl Ultra. Vino el saludo, un abrazo y la frente en alto. Los primeros acordes de “Tu y Yo” entonaron una historia de amor necesaria, un apapacho al corazón, un cobijo como un zarape. La noche no se sentía, solo era Tessa y su público, “Salud”.
De la nada un chiflido. ¿Qué Maldición? Se preguntaban todos. Ruzzi salió a escena, la emoción no se podía controlar, evidentemente la rola “Que Maldición” sonó. El coro no paró e hizo retumbar el recinto:“Es que no sabes cuánto duele el amor, no, no, no, no, no sabes cuánto duele en el corazón”. Las luces cambiaba; es el efecto de ese mal, lo que pasa cuando extrañas a alguien.
La noche casi terminaba, el reloj marcaba así dos horas de show. Vino un agradecimiento más, una llamada al público, dos chicas subieron con Tessa, una bandada de la comunidad LGBTTIQ+. Mostraron un mensaje que irradiaba amor, una propuesta de matrimonio. Dijeron que sí.
“Acicálame”, rola dedicada a las enamoradas, pero también a todas aquellas personas que aún no se atreven a decir “te amo”. El coro y los gritos estaba allí. Los celulares y las luces jugaban con el escenario. La noche se terminaba, “¡Oh dios!”.
Se cerró el escenario con un agradecimiento. La noche total fue fabulosa. Tessa logró en su Epílogo algo inigualable. Seguramente la vida de miles de personas cambió por un momento, y por ese momento las cosas estuvieron bien.