En México el gobierno nos espía, qué digo mucho, muchísimo. El domingo 5 de julio se reveló que Hacking Team, empresa italiana encargada de vender servicios de súper espionaje a gente súper poderosa, fue blanco de un súper ciber ataque –gran ironía–. Sus bases de datos fueron intervenidas y se filtró a la web 400 Gb ¡casi medio tera!, con listas e historiales de sus clientes, empresas, nombres, mails, facturas, cartas de crédito, todo, todo, todo el material necesario para poner a temblar a nuestros gobernantes, porque resulta que desde el sexenio pasado autoridades mexicanas espían a sus ciudadanos.
La peor noticia no es que México aparece en la lista de clientes, México era la principal fuente de ingresos de esta empresa que violó dramáticamente cientos de leyes y normas internacionales. Desde 2009 la inversión fue de 5 millones 808 mil euros (unos 100 millones de pesos), obvio, dinero que salió del presupuesto público. La información filtrada no sólo delata que varios gobiernos, el Cisen y el ejército, eran clientes. También incluye los nombres de sus blancos –de sus enemigos– personas que fueron atacadas con exploits: troyanos que infectaron computadoras y/o celulares, con lo que obtuvieron acceso a Skype, chats, mails, WhatsApp, micrófono, cámara… ¡Sonrían!
El gobierno está cometiendo delitos en nuestra contra. Ya no “imaginamos cosas”, existe harta evidencia: nombres, fechas, visitas, facturas y absolutamente nadie está haciendo nada al respecto. En tiempos de crisis nuestro gobierno se dedicó a gastar millones para atacar a opositores, políticos, periodistas, activistas... pero tenía que volver a escaparse El Chapo. El espionaje es una violación a nuestros derechos humanos, –definitivamente no es un acto normal–. Ahora sí podemos empezar a sentirnos en una película de James Bond, pero con habilidades más limitadas que las del agente: podemos empezar por cambiar nuestras contraseñas regularmente, pero sobre todo, exigir comunicaciones libres y seguras. Que no se nos olvide que tenemos derecho a la privacidad.
Por Almendra Hernández (@almondomi)