A pesar de su naturaleza outsider y de no ser precisamente uno de los más conocidos cantautores a nivel internacional, Daniel Johnston ha producido música consistentemente por los últimos treinta años (más o menos), lo que le ha valido ser homenajeado de distintas formas: desde una playera que Kurt Cobain se puso múltiples veces al ser fotografiado, hasta un álbum tributo donde aparecen versiones interpretadas por vacas doradas de la música como Tom Waits, los Flaming Lips, y leyendas de culto como Calvin Johnson de Beat Happening, fundador y dueño del mítico sello K Records.
Daniel era un adolescente de los setenta a quien le encantaba dibujar y cuyos padres religiosos continuamene lo incitan a comenzar a planear su futuro. Sólo un chico común y corriente de Walla, Texas. Un fan acérrimo de los Beatles que en primera instancia se le atribuyen grandes rasgos de músico genio y compositor implacable que por desgracia, se va desmoronando rápidamente al desarrollar una destructiva esquizofrenia. Daniel comienza a vivir paranoico de que Satanás ha pactado con la gente a su alrededor para arruinarlo, se deteriora y se convierte en un desastre andante cuando menos se lo esperaba.
Convertir a Daniel Johnston en un cantautor entrañable no es una tarea de sólo escuchar conscientemente. Se trata de hacer empatía y procurar la comprensión de su contexto que, más allá de lo estereotípico, es algo sumamente interesante e impresionantemente rico en contenido creativo, emocional y por supuesto, musical.
Es por éstas razones que, sin más, entraremos en un viaje que nos llevará desde los cassettes hechos a mano hasta los fallidos contratos con discográficas gigantescas de este gran autor que, sin duda alguna, cautivó a más de un fan empedernido y apretujado entre tanto público primerizo en el Salón Covadonga el pasado 17 de mayo en el marco del Festival Marvin.
Songs of Pain (lanzamiento independiente, 1981)
Jamás un título de un álbum ha sido tan apropiado como este. El entendimiento que tiene Daniel del dolor abarca todo desde la crucifixión de Jesucristo hasta los matices más extremos de la amargura, el odio (a veces) y la soledad que él mismo experimentó el algún punto de la creación de éste álbum. Todo esto está presente ya sea en forma de letras Sin embargo, el punto de toda experiencia no es hacernos creer que Daniel Johnston es un alma bendita que ha sido torturada por la vida, mereciendo implícitamente la simpatía de quien la escucha.
Mientras que al escuchar por primera vez este cassette uno es casi inmediatamente compasivo con la problemática que rodea al músico en el contexto en el que se nos presenta a través de las primeras canciones, también se puede escuchar que Daniel no titubea en hablar de sus problemas con un lenguaje coloquial y aparentemente inadecuado, lleno de imperfecciones e inseguridades que intentan plantear desde un paralelismo con la vida de Jesucristo hasta una posición ideológica extraña y única contra el uso de las drogas (en especial la marigüana).
Más que darnos miles de razones para amarlo, Daniel nos otorga un puñado de canciones que nos permiten comprenderlo no sólo en un nivel abstracto sino en uno perfectamente tangible — varias partes incluyen la voz de su madre expresando reprimendas en contra suya y posteriormente otra grabación en la que se escucha "I love you, Danny", indicando por medio de su creación el profundo e incondicional amor que le tiene a su mamá y, siendo este un evento que puede pasarle a cualquier persona, se valida su identidad como hijo y joven en conflicto con su identidad familiar. Es Songs of Pain entonces un vehículo de expresión admirable. Más que un martirio, es la declaración de un hombre que dijo que él mismo apestaba a través de lo que mejor sabía hacer.
Hi, How Are You: The Unfinished Album (lanzamiento independiente, 1983)
Es el álbum más célebre de Johnston en cuanto a imagen debido en parte a una playera que Kurt Cobain llevaba puesta a donde quiera que fuese. Hi, How Are You es uno de los más importantes para la carrera musical de Johnston debido a la gran exposición mediática y boca a boca que tuvo entre vecinos, amigos y músicos de la ciudad de Austin, Texas a mediados de la década de los ochenta, utilizando casi la misma fórmula de producción que en los lanzamientos anteriores (un teclado tocado estrepitosamente sobrepuesto con grabaciones sumamente improvisadas).
Esta vez, Daniel Johnston introduce en tercera persona a su alter-ego, Joe, dentro de las letras de dos canciones muy importantes para la comprensión del desarrollo tanto de su vida como de su desarrollo lírico y mental. "Keep Punching Joe" y "No More Pushing Joe Around " son una muestra de una admirable motivación humana: en ambas, Johnston se enfrenta con sus demonios internos, lucha con sus oscuros y terribles pensamientos con una radiante seguridad. Documentos genuinos del espíritu humano, increíblemente nobles y perfectos para terminar un turbulento álbum que, paradójicamente, él mismo calificó como incompleto hasta el lanzamiento del cassette Continued Stories de 1985.
Yip / Jump Music (lanzamiento independiente, 1983)
El mismo año que el lanzamiento de Hi, How Are You? y de la revelación de su existencia para muchos de sus primeros fans, Daniel repartió y comenzó a vender varios cassettes diferentes, entre ellos Yip / Jump Music, su lanzamiento más reconocido en cuanto a composición y popularidad. Es debido a éste álbum que Mark Kramer (músico y productor de actos como Low, Butthole Surfers, Galaxie 500, entre otros notables) lo recluta para lanzar su primera gran producción, 1990, en el sello neoyorquino independiente Shimmy-Disc. Incluso es común escuchar que, si Daniel hubiese tenido acceso a equipo suficiente y a personal capacitado para la producción sonora, éste álbum habría tenido éxito inmediato y se habría convertido en un álbum icónico de su generación debido a la impresionante muestra de talento de Johnston para crear melodías pop pegajosas. Basta con escuchar la alegre y audaz "Speeding Mortorcycle" que, de no ser por las limitaciones de hardware, ahora sabemos que se habría convertido en un clásico del indie pop.
En éste álbum, Daniel se aventura a contarnos historias ya conocidas como la de "King Kong" o "Casper the Friendly Ghost", haciendo énfasis sobre ciertos aspectos y características de forma que podemos aunarlas a su personalidad y a una situación específica dentro de su vida cotidiana en relación a situaciones como el amor, los eventos insólitos que le impresionan o la religiosidad, que lo perseguirá y marcará el resto de su vida. Incluso llega a hablar de la creatividad de Dios mismo y cómo se ve reflejada en su persona. Sin embargo, también encontramos canciones oscuras y abrasivas, ya sea en cuanto a musicalización como "Sorry Entertainer" o con respecto a la letra, por ejemplo "Dead Lover's Twisted Heart". En cada una de las pistas encontramos pequeños detalles que afirman por completo a un artista en potencia y, más que otra cosa, corroboran la sinceridad y crudeza de la expresión musical de Daniel.
1990 (Shimmy-Disc, 1990)
La carrera de Daniel Johnston se divide, entonces, en dos periodos o categorías: sus primeras grabaciones caseras con piano, órganos de juguete y guitarras desafinadas, y después tenemos sus grabaciones semi-profesionales tardías. 1990 es la primera parada en la segunda categoría, dejando la instrumentación y el equipo casero para reemplazarlo por una guitarra desafinada que funciona como acompañante para uno de los álbumes más oscuros de la historia de la música.
Planeado para su lanzamiento en 1988, el creciente malestar de Daniel no permitió que se terminaran de grabar las canciones inéditas en un estudio convencional, por lo que se tuvo que posponer la fecha de la presentación del disco. 1990 es más bien una recopilación de grabaciones en vivo, tomas descartadas y un escaso número de sesiones en estudio que un verdadero LP. Aún así, funciona casi a la perfección y se convierte en uno de los álbumes más representativos del indie pop que Daniel Johnston había desarrollado y logrado en los discos anteriores, pero con un toque más íntimo y mucho más visceral que antes.
Conforme avanza el tiempo, cada vez es más difícil para Daniel permanecer estable ante las situaciones de la ahora demandante industria musical. Es por eso que, a pesar de toda la ayuda en cuanto a producción y sonido, sigue presente el espíritu del cantautor en casi todas las canciones; tanto en los arreglos mínimos como en los temas de las letras. Es destacable y a la vez muy impresionante la naturaleza despojada y cruda de los temas "Don't Play Cards With Satan" y "True Love Will Find You In The End", ambas desgarradoras y cacofónicas canciones con mensajes tan claros como el agua e historias tan trascendentales que vivirán a través de la historia como dos de las más fieles representaciones de la pureza de la mente de Johnston.
Fun, 1994
Después de 1990, las dificultades físicas de Daniel, así como un accidente en aeroplano en el cual estuvo involucrado su padre, será más difícil mantener la constancia y seguirle el paso a un artista que, tristemente, se va apagando poco a poco. Prueba de esto es el álbum Fun, editado a través de Atlantic Records, el primer y último contrato de Daniel Johnston con un sello discográfico principal.
Producido por Paul Leary, guitarrista de los Butthole Surfers, Fun incluye la participación de una banda completa tras las letras y melodías que caracterizan el estilo de composición de Daniel y le agregan un valor cualitativo muy valioso, pero al ser esto un intento de llevar a Daniel Johnston a la fama y reconocimiento comercial, fue inútil desde el principio. Cualesquiera que fuesen las intenciones de sus amigos y conocidos, sus demonios internos siempre estarían ahí para sabotear sus esfuerzos de transmitir mensajes claros, causando a su vez que la gente que comenzaba a escucharlo se interesase, naturalmente, más por su inestabilidad mental que por la música en sí. Sin embargo, su genio musical sigue presente y sale a relucir en muchos momentos del álbum que, sin duda alguna, poseen aún la magia naif y profunda de los lanzamientos anteriores.
A partir de Fun, Daniel Johnston se vio obligado a reducir el tiempo que podía dedicarle al negocio de la música, apartándose casi completamente de los contratos con managers y sellos discográficos para enfocarse en su cuidado personal y en la composición de algunos álbumes de estudio que, de alguna forma u otra, continuarían su legado como compositor. Discos como Rejected Unknown (New Improved Music, 1999) y Fear Yourself (Gammon, 2003) , aunque no muy reconocidos, serían fundamentales para la conformación de un nuevo Daniel Johnston, uno que trata temas más positivos y maduros que se recupera de manera paulatina y parsimónica de un rezago general en cuanto a crecimiento de la industria y relaciones públicas.
El rápido crecimiento económico y el surgimiento de otros movimientos musicales eventualmente dotarían a Daniel Johnston de un estatus de leyenda oculta. La curiosidad que se había generado desde su desaparición en 2003 y la búsqueda de los fans por encontrar nuevo material inédita, para entonces, llevarían a Daniel a ser el protagonista de un premiado documental producido por Jeff Feuerzeig, The Devil and Daniel Johnston (Tartan Films, 2005) . Es a partir de este nuevo resurgimiento de su figura pública que Daniel Johnston decide conformar un nuevo lanzamiento musical, Lost and Found (Sketchbook, 2006), y comenzar a ganar atención mediática a través de sus viejos managers y su hermano Dick Johnston. En 2009 publicaría otro álbum de estudio, Is And Always Was, con Feraltone Records y para 2012 se habrían realizado ya múltiples cortometrajes, libros y otros documentos que avalarían por fin al verdadero genio musical que surgió en los años ochenta en Walla, Texas.
La conformación de un nuevo acto en vivo, junto con varios tours tanto en Estados Unidos como en Europa y Japón y su subsecuente éxito, han posicionado a Daniel Johnston de nuevo en el mapa sonoro y han devuelto la atención del público hacia el cantautor. Sin embargo, algo se ha quedado detrás del resurreccionismo empedernido de la gran figura de Daniel. ¿Cuáles son los verdaderos objetivos de Daniel, sino transmitir lo que una persona normal siente al ser aplastado lentamente por la enfermedad y los males de una sociedad a la que finalmente no puede adaptarse al ciento por ciento?
Nunca debemos olvidar que el trabajo de Daniel Johnston no es un collage amateur e infinito de sonidos sin sentido ni grabaciones audaces, sino un alma completamente humana dando direcciones a las coordenadas exactas en donde se encuentra de la única manera que sabe hacerlo. La música y su acto en vivo no es una personificación del Daniel Johnston que posee un culto de personalidad construido al rededor de su condición mental, ni el supuesto "héroe musical" que todos pensamos y alabamos que es. La música de Daniel es, y siempre será en todo sentido, un autorretrato del no-héroe que es en verdad. Un no-héroe que es exitoso no por ser extraordinario, sino por ser lo suficientemente ordinario y demostrarlo sin preocupación, rodeo ni circunloquio alguno.
En un mundo lleno de cantautores exponiendo sus penas una y otra vez: "mirame, estoy herido, siente por mí", Daniel Johnston más bien expuso "mírame, estoy herido, intenta comprenderme para poder ayudarme". Así es como se siente, por lo menos, y algunos estarán en desacuerdo. Pero es hora de apagar los argumentos y comenzar a escuchar el alma pura de un hombre tan real como nosotros.