Solange rompe la cuarta pared del Guggenheim con 'An Ode To'

Recientemente Solange Knowles fungió como directora y coreógrafa de la instalación An Ode To presentada en el Museo Guggenheim como una extensión de su más reciente álbum A Seat At The Table, con el que ganó su primer Grammy por la canción “Cranes in The Sky”, tan solo a tres años de la primera exhibición solista de una artista afroamericana: la fotógrafa Carrie Mae Weems.

Los asistentes a la instalación/performance en el Museo Guggenheim, voluntariamente dejaron celulares y cámaras en la entrada del recinto, lo que hasta cierto punto resulta insólito en una era donde todo está definido por la inmediatez de la información e incluso, nos hemos acostumbrado a ver a más personas grabando con sus móviles los conciertos (o espectáculos en general) que actualmente disfrutando lo que está sucediendo frente a ellos en el presente.

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Ante las paredes blancas de un museo tan renombrado como el Guggenheim, los afortunados asistentes de a An Ode To, no fueron únicamente testigos del retumbar perfectamente sincronizado de los instrumentos de la banda en vivo, sino también de un mensaje mucho más importante: No nos están dando permiso de entrar, estos espacios también nos pertenecen y estamos listos para hacerlos nuestros.

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En tiempos donde las audiencias dejaron de consumir la música y los espectáculos de manera tradicional, este tipo de presentaciones transforman no solo la manera de conectar con el público, sino también con los espacios, que aunque técnicamente son públicos y le pertenecen a todos, en realidad en el nombre llevan una carga y una limitante cultural, por lo que en un acto casi de rebeldía, Solange, sus bailarines y músicos hicieron uso de la forma y del espacio arquitectónico como parte de su espectáculo.

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En varios medios Solange mencionó que el objetivo del show fue para unir a la comunidad a la que le escribió A Seat at The Table, donde además de buscar la irrupción de la forma en la que los artistas y la audiencia interactúan, rompió la cuarta pared para vincularse con su público hablándoles directamente, no solo a través de sus canciones, sino físicamente y con una catarsis estructurada diciéndoles: “ustedes tienen el derecho a estar enojados” con canciones como “Mad” y “F.U.B.U”.

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Cabe mencionar que como sugerencia por parte de Solange (aunque seamos honestos, una sugerencia por parte de una Knowles es casi una orden a seguir ciegamente), los asistentes debían vestir de blanco, color con el que casi se mimetizaron con las paredes del Guggenheim, recordándonos una vez más el cuidado que pone la artista en la estética de sus presentaciones en vivo como en la de sus videos musicales.

No hay registros de la presentación de Solange en el Museo Guggenheim más que los videos de los ensayos y fotografías del evento en su cuenta de Instagram. Supongo que ese es el costo por querer dejarnos vivir en el presente.

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