Shane MacGowan y Nick Cave o una reflexión sobre los límites de la amistad
Han pasado 22 días desde la muerte de Shane MacGowan y el mundo es un poquito peor desde que no está en él. El líder de The Pogues, una de las bandas esenciales del rock irlandés, murió el último día de noviembre a los 65 años. Será recordado por haber escrito la mejor canción de navidad de todos los tiempos - Fairytale of New York - y una larga lista de tracks sobre personas rotas, frágiles y excluidas.
Alguna vez escuché que los mejores funerales son más divertidos que las peores bodas. La despedida de MacGowan pareció confirmarlo. Cientos de sus amigos se reunieron en la iglesia de Santa María del Rosario en Tipperary, Irlanda, para despedirlo con recuerdos, historias y música. Fue un digno homenaje a una vida de poesía, excesos y adicciones.
Durante la ceremonia Nick Cave se sentó frente al piano y tocó una versión de A Rainy Night in Soho, una balada cuyo protagonista reafirma su amor a la mujer con la que ha estado desde hace mucho tiempo. Supongo que mientras cantaba, Cave estaba pensando en su amigo, a quien describió como alguien venerado por sus talentos, pero también por su persona: “Un hombre hermoso y dañado, que encarnaba una especie de pureza, inocencia, generosidad e inteligencia espiritual como ningún otro”.
La última estrofa de la canción es una declaración de amor que encuentro demoledora. You're the measure of my dreams, le canta el protagonista a su amada. Esa imagen me parece una de las más bellas que escribió MacGowan. Victoria Mary Clarke, quien se casó con el líder de The Pogues en 2018, usó ese verso para recordar a su esposo. Al confirmar la noticia de su muerte, escribió que “la medida de sus sueños” se había ido.
El funeral de MacGowan llegó a su apoteosis cuando los miembros de su banda, liderados por Glen Hansard y Lisa O’Neill, tocaron una versión de Fairytale of New York. Las canciones de The Pogues son indudablemente rockeras, pero incluyen elementos folclóricos de la música irlandesa, como flautas, acordeones y banjos, lo cual les otorga una textura permanente de nostalgia. Son canciones sobre amor, desilusión y pérdida en el siglo XX, con sensaciones sonoras que las conectan con los lamentos de la música tradicional irlandesa.
Sonaron los primeros acordes de Fairytale y todas las personas de la iglesia corearon el inicio: It was Christmas Eve babe / In the drunk tank. Es una canción que comienza lenta y melancólica. El protagonista habla de estar en el equivalente al torito con un viejo que no cree llegar al siguiente año. El viejo canta mientras el protagonista recuerda con cariño a una mujer y sueña con un futuro más luminoso.
La mujer en cuestión ofrece su propia perspectiva. Queda claro que esta pareja ha visto mejores épocas. Ella considera que el protagonista la engañó y que, peor aún, le robó sus sueños. Lo que sigue es otra de las grandes estrofas de MacGowan. No me robé tus sueños, responde, los guardé con los míos. Para este momento de la canción algunas parejas se levantaron de sus asientos y comenzaron a bailar frente al altar. “Una de las muchas razones por las que esta canción es tan querida es por cómo habla con tanta compasión hacia los marginados y desposeídos”, escribió Cave sobre la obra maestra de su amigo. “Empatizamos con los problemas de dos personajes rebeldes, que viven vidas solitarias y desesperadas frente a las promesas navideñas: hogares, chimeneas, alegría, generosidad y buena voluntad”.
Hace unos meses la BBC tocó en la radio una versión de Fairytale alterada para no transmitir una palabra que en inglés es considerada ofensiva para las personas de la diversidad sexual. Para sorpresa de nadie en este mundo polarizado, la decisión dio pie a opiniones poco mesuradas y discusiones de posiciones irreductibles. Acerca de la polémica palabra, Cave dijo que no está en posición de comentar sobre qué tan ofensiva es para algunas personas, pero que la BBC debió haber prohibido la canción y así conceder que mantuviera su espíritu forajido y su dignidad.
Ambos homenajes de Cave a MacGowan confirman que la amistad es uno de los milagros de la vida. Me conmueve pensar que dos personas que han sufrido tanto puedan encontrar alegría y camaradería gracias a la música. Todos estamos solos, pero - corriendo el riesgo de sonar a trovador callejero - la compañía de personas que nos aceptan por quienes somos hace más llevadera la vida. Estoy seguro que MacGowan estaría conmovido por el maravilloso homenaje a su vida que cientos de sus amigos organizaron en una iglesia de Irlanda. ¿Qué querrían los amigos muertos de nosotros?, se pregunta el poeta James Fenton. Amigos que vivan.