Ser fan nunca había sido tan satisfactorio
El pasado 31 de octubre se realizó la primera venta para la próxima edición del Vive Latino, dedicada a “verdaderos fans”. Este viaje inició hace 20 años, cuando el Foro Sol recibió al Primer Festival Iberoamericano de Rock.
Para esta vigésima edición del festival no sorprende que se diera esta fase inicial de venta de boletos antes de conocer incluso el cartel - que por cierto acaba de confirmar su line up 2019. Lo que quizá sorprenda es que se haya recompensado la lealtad de unos pocos cientos de fieles asistentes, que han seguido al Vive desde el principio.
Desde las 4 de la mañana se comenzaban a congregar varios fanáticos empedernidos que no sólo iban a aprovechar la posibilidad de comprar un abono para uno de los festivales más importantes de México a un precio que ni hace 20 años, varios aprovechaban haber asistido a al menos ocho ediciones para alcanzar abonos a mil pesos. Tantas historias se verían recompensadas, sin duda.
Ya a las 6 am. había unos cuantos cientos de asistentes, y por supuesto la gente seguía llegando con cada vagón del metro que paraba en la estación Velódromo o en cada taxi que se detenía frente a la ESEF. Algunos que llegaron a las 9 am. ya estaban seguros que no alcanzarían boleto a esos precios, pero eso no minaba los ánimos.
De repente los organizadores decidieron comenzar a cerrar accesos y tratar de contabilizar a los asistentes. Iniciaron las restricciones: para ninguna de las promociones se tomarían en cuenta boletos que hayan sido cortesías. Pero para los que se preocupaban de más, se abrió la venta in situ de otros dos mil abonos a un precio preferencial.
Pero el cerrar accesos trajo pánico tanto para los que iban llegando, como para los que ya estaban adentro, pues muchos de los que ya hacían fila sólo eran el equipo de avanzada, y algunos no traían ni siquiera los boletos requeridos. Muchos comenzaron a intercambiar lugares en las filas por boletos, o por la posibilidad de que algún acompañante ajeno les comprara un boleto más.
Al final – y contando con esa tercera etapa emergente – 3 mil 500 fans salieron de la Ciudad Deportiva con un abono de Vive Latino a precio casi inmejorable. Fans que atesoran los boletos tanto como la experiencia misma del concierto, algunas historias que comenzaron hace 20 años y siguen contándose, otras que no por ser más recientes valen menos. Pero eso sí, todas ellas con ganas de seguirse escribiendo. Entre éstas encontramos a aquel que rió al último después de que sus amigos se burlaran de él por buscar boletos tirados en 1998 y ahora todos lo buscaban para pedirle alguno prestado; o la chica preocupada porque no aceptaran su boleto que hasta esa mañana había estado pegado en un cuaderno; todos los que entonces fueron con sus padres y algunos de ellos que ahora llevan a sus hijos. Ser un fan de hueso colorado siempre es una satisfacción, pero creo que pocas veces sabe tan bien.