‘La violencia contra las mujeres debe provocar asco e indignación’: Rita Segato
Rita Laura Segato ha tenido una amplia experiencia en estudiar la violencia contra las mujeres. El tema llegó a ella sin buscarlo. Mientras vivía en Brasilia se dispararon las violaciones, llamaron a un grupo de mujeres para analizar y aportar ideas para encontrar solución al problema. Para Segato lo más impactante fue darse cuenta de que el fenómeno de la violación sólo se acrecentó.
Como parte del Segundo Congreso de Construcción de Paz con Perspectiva de Género, con sede en la IBERO, la antropóloga de origen argentino presentó la ponencia: “Con feminicidios no hay paz”. Más allá de un surtido de palabras para académicos por sus pares, la reconocida feminista impartió una cátedra poderosa, cruda pero sumamente útil para repensar la violencia contra las mujeres.
Formalmente no hay guerra declarada en nuestros países: México, Brasil, Honduras, Chile, Argentina. Ninguno de estos países se encuentra en un enfrentamiento militar, sin embargo, la vorágine de violencia entre muertos, desaparecidos y violaciones son el panorama asfixiante una violencia extrema que no puede ser denominada como tiempo de paz.
Bajo esta perspectiva, Segato declara que esta guerra informal necesita de la acción estatal como no estatal, y que no tiene por objetivo un armisticio o el lograr la paz, sino que su misma finalidad es su devenir mismo como su motor económico.
La despolitización de lo femenino
La idea de Estado-Nación o de que pertenecemos a un país, es relativamente nueva en nuestra historia como humanidad. De acuerdo con Segato, el establecimiento de Naciones como unidades político-administrativas, trajo consigo una institucionalización de lo público. Es decir, para gestionar cada parte de lo que implica nuestra vivencia como sociedad existe una legislación y burocracia que administra y decide.
En esta institucionalidad de lo social, hubo que decidir sobre el ámbito de lo público y lo privado. De hecho uno de los grandes valores de lo denominado como la democracia liberal, es la importancia del ámbito privado en el respeto de la intimidad y la acción individual del sujeto. Para la especialista argentina, en esta separación tajante entre lo público y privado, lo político sólo entra en el ámbito de lo primero. Así, lo meramente político es cuestión de institución.
Aunado al aspecto de la institucionalización, Segato afirma que nuestro sistema moderno, implica en sí mismo la colonización. La feminista explica que el sistema es de una “simetría binaria” (lo político/ lo no político) y por otro lado su colonialismo se entiende como la conceptualización de un universal, que atañe la totalidad de lo importante y que es el punto de referencia y por otro lado, lo subalterno que es lo contingente, desechable.
Entonces el hombre se convierte en la figura “universal”, es decir, en el “hombre” (como totalizador de la humanidad) y por tanto, le atañe lo público, por lo que es el sujeto que se encarga de lo político. Mientras que lo íntimo, el espacio familiar es el núcleo de movilización femenino, y en ese sentido, no es lugar de lo político, sino del discernimiento de lo individual. Dicha postura da por sentado que, la manera en que vivimos nuestras vidas no es cuestión política sino simple ética individual.
Los crímenes contra las mujeres: ¿cosas menores?
Siguiendo el argumento, Segato señala que a pesar de que haya más instituciones estatales que supuestamente buscan evitar o castigar la violencia contra las mujeres, ésta sólo se acrecienta. De acuerdo con Segato, el hecho de que la lógica con la que fueron creados y funcionan los Estados, hacen que los crímenes de género se vean como “cosas menores”. Es decir, dado que lo femenino pertenece al ámbito de lo privado, es cuestión de particulares, de una pasión, de una avería, de un accidente pero no es una cuestión sistémica.
Esto es absurdo, afirma tajante la feminista argentina. “Si fuese una cuestión de algunos individuos no habría la escalada sistemática de violencia contra la mujer”. Sin embargo, la realidad es que la lógica del binarismo en el género implica una actitud masculina que necesita del dominio sobre el otro, en este caso, sobre las mujeres. Que se traduce en por ejemplo, las violaciones, que para Segato son un crimen moralizador, en el sentido, de que aplaca el desacato al patriarcado.
“No hay nada de pasional o líbido en el acto, sino es el enfrentamiento y el poderío sobre otro más débil para seguir declarando la superioridad del ente masculino”.
Muestra de esta visión de “crímenes menores”, son las sentencias de violaciones en los casos como Daphne en México o la de La Manada en España. Por lo que hace asegurar a Segato que “el sentido común jurídico no se distancia de el de la sociedad”. Dado que el juez, el legislador o el hombre de Estado, observa en los crímenes de género una situación menor de particulares que pertenece al ámbito de lo privado y no es de interés general, aunque ataque al 50% de la población.
Lógica comunal y lógica Moderna
La autora desde su estudio de antropología, observa que los crímenes contras las mujeres en los Estados modernos están caracterizados por tener una crueldad y violencia exacerbada, es decir, no es sólo el asesinato, sino la tortura, mutilación, golpes, violación que acompañan al feminicidio. Esto para ella se explica desde la idea de la mujer como sólo sujeto de lo íntimo, es decir, en una sociedad que ve a la mujer como sujeto sólo de su hogar, estos espacios no están vigilados ni son de interés del Estado por lo que el dominio explota en una violencia desatada.
Por otro lado, Segato, observa que en las sociedades que están sujetas a lógica comunal, es decir, a que no hay una idea de intimidad y que todo es vigilado por la comunidad, la violencia no llega a un grado tan exacerbado, aunque se mantiene la jerarquización de los individuos no se toma a las tareas femeninas como indignas de importancia.
Lo anterior hace patente para la feminista, que no sólo lo que dicen políticos o instituciones es importante, sino la manera en la que vivimos la vida cotidiana, ahí están inscritos los “pequeños crímenes cotidianos” que son la raíz de la mujer violada y asesinada.
La lógica feminicida es moderna
Así en un contexto latinoamericano donde la violencia se convierte en un modo de vida, y aunque oficialmente no es declarada, se está en un sitio de guerra informal. Los contrincantes no tienen principios claros, sino el mismo acto de la violencia es el proceso que fundamenta el beneficio económico de sus actividades. La violencia contra las mujeres se inserta como un mecanismo de aplacamiento, dominio y muestra de poder, además que se convierte en un fenómeno articulado y sistematizado, haciéndolo un mecanismo de aplicación de eficiencia.
El contexto no es alentador, para Segato, los prejuicios de nuestra modernidad es creer que “vamos mejorando”, que nuestros tiempos son “mejores”, sin embargo ella enuncia que dicha percepción es tristemente falsa. Y acepta que muchas de sus ideas ya han sido dichas anteriormente por el feminismo, sin embargo, que ella llegó a este análisis a partir de sus estudios antropológicos de tribus, comunidades indígenas y contextos urbanos.
El patriarcado más allá de una categoría de análisis académico, de una palabra que pertenece al inventio y ámbito del feminismo, es una realidad. La cruenta violencia en contra de las mujeres no puede seguir buscando un defecto de justificación en la víctima que alivie al pensamiento colectivo de su culpa, sino que debe provocar asco e indignación. “No hay paz en una sociedad de géneros”, dice Segato, porque siempre hay una relación de dominio sobre otro.
Aunque ya no exista la declaración de guerra. Definitivamente el mundo está en beligerancia contras las mujeres, contra los niños, contras los más débiles, porque eso hace el ansia de dominio conquistador y poseedor de bienes, arrasa con todo lo que implique un modo distinto de percibir la vida.