Reseña por Valeria Estrada

Fotos por Ricardo Marín

Ir a un concierto de The Pains of Being Pure at Heart no es muy diferente que ir a la tocada de tus mejores amigos: se hace en un lugar íntimo, sin parafernalia ostentosa y termina en una fiesta con los miembros de la banda.

Fue así como se llevó a cabo la segunda presentación de The Pains of Being Pure at Heart en la Ciudad de México. De entrada, los fanáticos no se amontonaron para llegar hasta adelante, simplemente se acomodaron alrededor del Foro Indie Rocks y, con una cerveza en mano, esperaron a que empezara el show. Dos horas después y sin teloneros, apareció Kip Berman en el escenario casi como una persona más del staff, con ninguna especie de introducción espectacular que hizo que le tomara unos segundos al público darse cuenta de que el concierto estaba por comenzar.

Después de que Kip abriera con “Art Smock” se unió el resto de la banda y los gritos del público aumentaron al son de las guitarras ruidosas y crudas de The Pains of Being Pure at Heart. En el escenario estaban los gemelos Hochheim, Jacob Sloan y Elspeth Vance, amigos del frontman que lo acompañaron tras la salida de los miembros anteriores.

El setlist fue corto pero conciso. Las canciones rotaron entre clásicos que no podían faltar como "This Love Is Fucking Right" y canciones de su más reciente producción Days of Abandon. Además, tras el ritual mexicano de exigir “otra”, la banda salió dos veces más además del clásico encore para satisfacer al eufórico publico que no tenía llenadera.

Sin embargo, el verdadero climax de la noche fue cuando Kip Berman se bajó del escenario para convivir con los fanáticos. Firmó autógrafos, platicó y se tomó fotos con su pequeño pero emocionado público. En este concierto, The Pains of Being Pure at Heart demostró que aún tras años de fama, se pueden mantener sencillos, humildes y puros de corazón.