Rojava: Pulsando por la vida en medio de una pandemia
En el 2011 Siria vio el nacimiento de numerosas protestas en contra del régimen de Bashar Al-Assad. El levantamiento pacífico de la ciudadanía se convirtió en uno activamente violento a raíz de que el entonces mandatario envió a sus tropas a reprimir las demostraciones revolucionarias. Los frentes de batalla eran numerosos y esto obligó a que el poder militar del estado se enfocara en sólo algunas ciudades de Siria. Hasta la fecha, el conflicto sigue desarrollándose. La narrativa que se desenvuelve en aquella región cambia si la observamos con el lente que le pertenece a la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) en Rojava.
En una entrevista para la Asociación Europea de Televisión (ARTE) la copresidente del consejo legislativo del cantón de Cizîrê de la confederación de Rojava, Nazira Gawryia, explicó que: a lo largo de la historia, una vez terminadas las revoluciones, se volvían a establecer las jerarquías opresivas del sexismo. Por esto es por lo cual en las universidades de Rojava se comenzó a impartir el curso ‘Jineologi’ o Ciencia de la Mujer. De acuerdo con Zozan Sima, co-responsable de la ‘Jineologi’, esta es una “nueva sociología desde el punto de vista femenino, la cual se basa en la liberación de la mujer”.
El proyecto de la AANES comenzó después de que en 2012 el Partido de la Unión Democrática (PYD), conformado por una mayoría Kurda, tomará el control y manejo de la región de Rojava. Territorio localizado al norte de Siria y el cual comparte frontera con Turquía. Afrin, Kobani y Jazeera son los espacios sobre los cuales el PYD ha ejercido soberanía. Después de obtener la gestión de estos territorios, el PYD prometió tanto proteger los derechos de todos los grupos étnicos de la región como implementar legislaciones y programas que promovieran una agenda feminista. Por ello, el brazo armado kurdo está compuesto de las Unidades de protección femeninas (YPJ) y las Unidades de protección popular (YPG).
De acuerdo con el psicoanálisis freudiano la naturaleza del ser humano es ambivalente, pues, en él coexisten dos tendencias en apariencia contradictorias: la tendencia a la vida (pulsión erótica) y la tendencia a la muerte (pulsión tanática). La primera busca complacerse en el cumplimiento de las necesidades básicas del cuerpo para seguir viviendo, mientras que la segunda busca regresar a un estado donde no se experimente sensación alguna o, lo que es lo mismo, la muerte. Pues, vivir significa experimentar placer, el cual implica displacer. Estas pulsiones están constantemente peleando por dominar. Hay momentos en los que una comienza a triunfar sobre la otra.
En medio de la pandemia internacional y un conflicto creciente por las invasiones que comenzaron en octubre del 2019 por parte de las fuerzas armadas turcas, Rojava sigue pulsando, pero la situación es crítica. De acuerdo con la organización Open Democracy, el sistema de atención de salud de la región sólo cuenta con dos hospitales, sólo hay 40 ventiladores para una población de 5 millones de personas y cuentan con suficientes camas para tratar no más de 500 casos.
Turquía ignoró la cesación del fuego ordenada por parte de la ONU y sigue escalando su presencia militar en la región. La OMS explica que su falta de apoyo a la región de Rojava se debe a que no lo considera un estado legítimo. Además, Rusia utilizó su influencia en el Consejo de Seguridad de la ONU para cerrar la única ruta mediante la cual la AANES recibía el 40% de sus suministros médicos por parte de la ONU. De esa manera aseguró la dependencia de Rojava del violento régimen de Bashar Al-Assad.
La filósofa y psicoanalista Rosaura Martínez en su libro, Eros: Más allá de la pulsión de muerte, propone entender a la democracia no como un mandato o forma de gobierno sino como “el espacio que la amistad requiere, esto es, la condición necesaria de la igualdad y la libertad”. Igualdad que no se habría podido lograr en Rojava si no se reconociese el papel fundamental que juegan todas las personas en la formación del amistoso espacio de la democracia. También, ese espacio debe de responder a situaciones irrepetibles y únicas. Por ello, en Rojava se han desarrollado centros de mujeres, cuyo propósito es resolver, de manera preventiva, conflictos antes de que estos vayan a juicio y familiarizar a la gente de la región con los nuevos valores de igualdad incluidos en el contrato social de Rojava.
La Administración autónoma de Rojava podría ser considerada como un ejemplo en el cual se ha demostrado la posibilidad de instaurar un proyecto político lleno de vida y motivado por la pulsión erótica. Incluso, en un ambiente tan mortífero. En el 2015 se contabilizaron las muertes de 680 combatientes de las fuerzas armadas de la YPG y la YPJ, mientras que éstas mismas tomaron las vidas de 5875 miembros del grupo terrorista ISIS al defender sus territorios. Así, en medio de una zona de guerra, en donde la muerte es cotidiana, emerge una alternativa política democrática, ecológica y feminista que pulsa por la vida y desafía constantemente a la pulsión de muerte.
