Tengo mucho miedo de que el principal beneficiado con la visita del Papa Francisco sea el partido político en el poder. No me malinterpreten: creo que Jorge Mario Bergoglio ha hecho cosas muy importantes para la Iglesia católica. Está empujando a que los cardenales y feligreses luchen por una Iglesia que trabaja con y para los pobres. Está señalando aspectos críticos de la época, como el cuidado de nuestra tierra en armonía entre las personas. Está recordando un mensaje de alegría y justicia que pone en el centro no a los pocos cardenales suntuosos sino a las miles de personas que en los lugares más recónditos del planeta luchan por un mundo mejor. Mi intención no es criticarlo a él; si quisiera hacerlo hablaría del papel de las mujeres en esa religión, pero dejaremos eso para otro momento.
Me refiero a que hace sólo unos años, cuando parecía que estábamos logrando un país un poquito mejor, cuando parecía que la democracia era real y teníamos alternancia, cuando los grupos civiles se organizaban por la justicia; poco después se repartieron monederos electrónicos, alguien se peinó maravillosamente, casi como si fuera a salir en una telenovela, y regresó el régimen que desaparece personas, lleva la economía por terrenos sinuosos y compra casas pálidas de millones de pesos.
Así que por supuesto, un país que no lee, mucho menos lee entre líneas. Esas homilías que hablaban de la corrupción en nuestros gobiernos tenían destinatarios claros. Esos mensajes que señalaban la situación terrible de migración, los caminos para combatir el narco y la necesidad de disculparse ante la pobreza y los pueblos indígenas nos hablaban a todos los mexicanos, y con un especial énfasis para nuestros gobernantes.
Pero temo que en vez de esa lectura, nos quedemos con lo que salió en televisión, a todo color y ahora con pantallas planas y sonido envolvente. Temo que nos quedemos con los besos, abrazos y bendiciones a nuestros gobernantes, escenarios tipo Disneylandia y una imagen de risas y alegría entre el papa y las autoridades.
Lo que sin duda no nos quedaremos, pues no se televisó, es la cuenta hasta 43 en Michoacán, las reflexiones ante el ‘Laudato Si’ en el Encuentro en Defensa de la Tierra de San Cristóbal de las Casas o las cruces que se borraron en Ciudad Juárez.
Me preocupa que el siguiente paquete de tarjetas de monedero venga con un soundtrack de Anahí y un botecito de agua bendita para quitar las culpas. Ojalá me equivoque.
por @mauricioinaz