Está bien no ser tan productivos durante el encierro
Todos alguna vez llegamos a decir “ojalá tuviera más tiempo” y, ahora que parece que lo tenemos, no sabemos qué hacer con tanto. Frente a las normas y medidas impuestas alrededor del mundo de distanciamiento social por la pandemia actual del COVID-19, las redes sociales y plataformas digitales, bombardean a sus usuarios con un sinfín de cosas para hacer durante la cuarentena. Las sugerencias van desde manualidades y recetas hasta tips de limpieza y listas de series para ver un maratón. Pero no todo termina ahí, hay quienes incluso aseguran que es el momento ideal para escribir una novela, inventar algo extraordinario, ponerse en forma o leer cientos de libros.
Sin embargo, sobre la marcha, nadie parece sentirse tan productivo como para llevar a cabo todas estas proezas. La cuarentena es mucho más estresante y desorientadora de lo que en un principio anticipamos.
Los humanos somos seres sociales que, en mayor o menor medida, necesitan de la interacción con otros para garantizar bienestar. Además, los espacios en los que llevamos a cabo nuestras tareas y responsabilidades tienen un impacto importante en nuestro desempeño de las mismas. Quedarnos en casa ha alterado por completo nuestra rutina y la forma en la que interactuamos con el mundo, por lo que es normal que esto nos genere sentimientos de angustia y depresión que también impactan en nuestra productividad.
“Es la primera vez que vivimos una cosa así, la incertidumbre nos genera un duelo colectivo. Una cosa es quedarse en casa voluntariamente, pero esto no es una decisión propia. Nos vemos obligados a quedarnos en casa, y eso nos genera mucha angustia. La tristeza viene de sentir que la situación te ha arrebatado el control de tu propia vida”, asegura la psicóloga Constanza Noriega.
Esta idea de ser productivos, incluso en medio de una crisis mundial, refleja la cultura en la que estamos inmersos. El tiempo de ocio está mal visto en la actualidad, considerado como una vil pérdida de tiempo. La doctora Anne Helen Petersen, autora del próximo libro Can't Even: How Millennials Become the Burnout Generation, sintetiza la mentalidad de los millennials en un artículo del New York Times: "Estamos acostumbrados a hacer que cada momento de nuestra vida sea productivo de alguna manera. Es como, estoy caminando, debería escuchar este podcast de información que me hace estar más informado o ser una mejor persona".
El ámbito académico también se ve afectado por la situación de incertidumbre y aislamiento. Miguel de la Vega, estudiante de Comunicación, comparte que, para él, “en este momento tan paradigmático y caótico que estamos viviendo, no se esconden las estructuras tan fijas que tenemos, sobre todo esta idea de la hiperproducción. Nuestro espíritu colectivo está debilitado y triste, y se espera que justo ahora empecemos a explotar la producción, lo cual se me hace muy engañoso. Viene de una ideología de aprovechar cada espacio a su máxima capacidad, y pues creo que es muy dañino”. Miguel hace referencia a una frase de John Lennon que sintetiza su visión ante la situación: time you enjoy wasting was not wasted. “Hay una presión muy fuerte en que muchos caemos, porque al final está engranada en nosotros, pero creo que también podemos encontrar productividad en lo no productivo, pero que nos llena”.
Cada día surge más contenido en internet que parece indicar que este es el momento perfecto para embarcarse en proyectos ambiciosos y prácticamente hacer un cambio en nuestras vidas, y esto ejerce una enorme presión sobre nosotros. Sin embargo, no debemos dejar de lado la situación gracias a la cual tenemos todo este tiempo libre: estamos viviendo una crisis histórica, que invariablemente afecta nuestra psique y nuestra capacidad para concentrarnos y crear. Es normal sentir que nos sobrepasa y nos abruma. Pese a tener que cumplir con ciertas responsabilidades, habrá días que no podamos hacer mucho más. Y eso está bien.