Energía azteca expulsada por una banda: Porter en el Auditorio Nacional
Fotos: Esteban A. Catalán
El viernes es un momento perfecto para desconectarte del mundo, no saber nada más del trabajo, es simplemente llegar a un estado de trance, conectar con las energías que los ancestros nos han dejado para poder relajarnos, saber que el momento ha llegado, ponerle play a una rola y flotar en un universo infinito.
Las 8 de la noche del 27 de mayo de 2022 albergó algo inigualable, un Auditorio Nacional que poco a poco se llenaba para poder cantar y ver a una banda que ha forjado una historia sin igual. Directamente desde Guadalajara, Jalisco, Porter llenó un foro que por primera vez en su carrera tiene a sus pies.
El tiempo pasó, las porras se hicieron presentes, todes querían ver a Porter en todo su esplendor. Un volcán de fondo en el escenario lanzó la primera chispa, el primer acorde de “Himno Eterno” sonó acompañado de muchas luces fascinantes, y tal cual lo dice la canción, chilló el alma, pues las cosas serían increíbles desde ese momento.
Elogios. Una pausa. David exclamó: “Gracias por estar aquí”. La segunda canción sonó, una dedicatoria a todos los hermanos y hermanas que vuelan, “Pájaros”. Inmediatamente, las luces jugaron con los sonidos, con los coros, con el público, una batería intensa y de repente todo al Auditorio gritó: “Y que el tiempo cura todo, no es cierto, y que la luna es de queso, no es cierto”, y el momento de llorar era evidente, Porter estaba alejado de su natal Jalisco, pero se sentía en casa cobijado por miles de personas que estaban allí.
Samantha Barrón entró a escena con “Cachito De Galaxia”, la rola más icónica de su nuevo disco, La Historia Sin Fin, para hacer retumbar el Auditorio. Logró sacar un suceso sobrenatural; el cachito de galaxia era de todes en el recinto, los coros sonaron aún más poderosos y la misión de ese pedazo de cielo se cumplió: abrazar a los espectadores.
“Guirnalda” apareció con un mensaje claro: tenemos que aceptarnos como somos, no importa qué piensen les demás. Puedes ser feliz, tomar tu pelo y pintarlo de muchos colores, así es como David y toda la gente del Auditorio cantó, con coros que en ese momento viajaban por ondas que llegaban hasta el universo.
Una pausa necesaria luego de toda la energía desbordada, una última conexión con las raíces aztecas, poder necesario para encontrar serenidad a un show que con luces de celular o sin ellas estaba entregando algo que quizá, solo quizá no se imaginó. El Momento llegó y luego de 10 minutos de volver a catalizar más energía, las luces hicieron lo suyo para darle pie de nuevo a Porter.
Una pregunta estuvo presente en el Auditorio: ¿Que es el amor? Tal vez nunca sepamos lo que es en realidad, pero sí podemos saber qué nos provoca, pues Porter sabe cómo convertir una sensación cotidiana en un canción que nos hace reflexionar, pero sobre todo disfrutar de algo tan simple como lo es el amor.
Las sorpresas seguían llegando al Auditorio, pues esta vez Ximena Sariñana estaba en la casa, llegó para entonar una canción hermosa: “Mamita Santa”. El escenario explotó. De la nada, un dragón bajó para acompañar la dulce voz de Ximena, mientras el público bailaba y saltaba disfrutando de tan elegante invitada y canción en el recinto.
El tiempo pasó, las cosas tenían que culminar, pero aún quedaba algo más. “Murcielago” comenzó a sonar y las cosas se pusieron aún más electrizantes, todes saltando y gritando ese bello momento, sabíamos que era momento de prepararnos para un final épico, pero antes merecido y necesario. Hubo una porra más a Porter, elogios y aplausos a esta banda que logró algo bonito, conectar con todas y cada una de las personas allí presentes.
El final llegó, el dragón que estaba en el escenario caminó, el volcán hizo erupción, luces apagadas, un sonido elegante de fondo, un final irónico, “Huitzil” retumbó el escenario, gritos, lágrimas, saltos y emoción estaban presentes, una rola poderosa para cerrar un show igual de poderoso que la banda que nos dio un espectáculo inolvidable.
Quedó una foto para recordar, un último agradecimiento y coros que, terminado el show, seguían cantando, porque sí. Porter logró quedarse para siempre en la memoria de las personas que, abrazadas, salieron del Auditorio Nacional de la CDMX.
Te recomendamos: Pink Floyd no se queda atrás. ¡Lanzaron su cuenta de TikTok!