Del diamante a la basura: La polémica por uniformes de Selección de Sóftbol
Por: Omar García Cosío
La construcción del deporte espectáculo se cimentó en las investigaciones de Pierre de Coubertin, padre de los Juegos Olímpicos modernos, en las que postuló que las ciudades-estado competían en un entorno donde la victoria no era sinónimo de conquista socio política y la derrota no era la muerte o el sometimiento, sino una proyección simbólica.
En 1896 renació la justa con naciones en pleno desarrollo y construcción de los proyectos de identidad a partir de los iconos donde es inevitable remitirse a ver un compatriota para sentirse parte de la contienda: “nuestra medalla, ganamos, somos mejores”.
La Selección de Sóftbol de México significó luz y sombra en un lapso de 48 horas. De ser una potencia en ciernes y halagadas con su primer reto alcanzado, tras disputar el partido por la medalla de bronce, a ser las villanas de la delegación tras dejar sus uniformes en la Villa Olímpica.
De acuerdo con Roger Callois, el juego se contempla bajo cuatro categorías: Agón (competencia), Alea (azar), Mimicry (simulación) e Ilinx (vértigo). En el estado del deporte espectáculo el discurso maniqueísta aflora bajo la condición del carnaval: colores, disfraces, ritual. Sobre estas directrices se puede entender la afrenta que supone despachar la vestimenta, casi extensión de la bandera nacional.
Además, el ingrediente de la conformación del equipo con 14 jugadoras mexicoamericanas acentúa el guión, gracias a los elementos de una doble identidad que pareciera diluir su posibilidad de “sentir” los símbolos propios de la nación que representan: “El deporte ha acabado adoptando en muchas ocasiones rasgos propios promovidos por el discurso nacionalista, como un cierto sesgo militarista, un sentimiento extremo e irracional de orgullo y una actitud de belicosidad contra los rivales”, dice José Luis Triviño de la Universidad Pompeu Fabra.
Carlos Padilla, Presidente del Comité Olímpico Mexicano, explicó que por los valores antes mencionados aquellas responsables no volverían a competir por el país: “Es una grave ofensa al olimpismo y al pueblo de México”, dijo hoy en entrevista con TUDN.
Cabe destacar que se dará por decisión del COM, ya que ante el Comité Olímpico Internacional y el reglamento de uso del uniforme de los Juegos Olímpicos no existe una norma que limite la forma en que se dará uso al uniforme pasada la competencia, especificando únicamente los emblemas y colores disponibles para cada atleta, así como las insignias que pueden tener los ganadores en el podio.
En medio de una de las competencias que más expone los valores y orgullo de pertenecer a un país, un representativo pudo, en el curso de dos días, abrazar como nunca su herencia y convertirse en blanco del destierro en el imaginario popular: de la noche victoriosa a la noche triste.
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