Tras 15 años de una carrera bajo el radar, a Dan Bejar —mente maestra detrás de Destroyer— el renombre comercial lo dejó más bien cansado e irritado. Kaputt (2011, Merge), su disco anterior, sacudió cual tsunami retro a neófitos y ya familiarizados con el proyecto. Este fenómeno, en vez de agua salvaje, tenía sintetizadores vintage y sensualidad ochentera. La sensación de Kaputt es completamente irresoluta, como si el fracaso fuese romántico y la nostalgia una dieta de todos los días (eso es Kaputt: nostalgia de momentos tristes). El reconocimiento crítico y comercial fue inmediato. Tal vez por eso este último álbum se titula Poison Season (temporada de veneno), pues responde a un periodo que podría ser tóxico, tanto así que una purga es necesaria. Este álbum parece fungir así.
Poison Season, décimo disco bajo el nombre Destroyer, podría llevar una leyenda en la portada con las palabras: “Esto no es una secuela de Kaputt”. Y es ahí donde está la expulsión de veneno, la temporada venenosa. En entrevista con Pitchfork, el mismo Bejar dijo: “traté de mantener un perfil bajo y asegurarme que todo el mundo se olvidara de que Kaputt sucedió”. La diferencia es notable, Poison Season redujo los sintetizadores y las ánimas electrónicas. Bejar puso atrás los 80 y más bien se acercó a sonidos setenteros, a baladas honestas, a la orquesta sinfónica y a uno que otro corte sacado directamente de tu estación favorita de dad rock.
Bejar nunca ha sido conocido por contar historias claras, y el disco ayuda a confirmar esta creencia. En este álbum, Destroyer lleva a cabo una labor más bien polifacética, donde es difícil apuntar a un tema recurrente, un estilo en particular o un concepto general que haga cohesión entre todos los cortes. Esto no quiere decir que Poison Season sea un trabajo disperso, más bien es claro que alude a otro pasado, tratando de alejarse del estilo pop que hizo a Kaputt tan exitoso. En un momento podemos escuchar a Bruce Springsteen y en otro a David Bowie en el lapso de una canción (o a veces en la misma).
La sensación de Poison Season es oscilatoria. “Dream Lover”, primer sencillo, abre con un estruendo de trompetas y una batería furiosa, elementos opuestos a la voz agridulce y la letra siempre melancólica —pero en este caso más esperanzadora— de Bejar. Pero esta sensación bulliciosa y ensoñadora se rompe pronto, particularmente en cortes como “The River” o “Solace’s Bridge”, donde el piano y las cuerdas dejan una sensación más bien desesperanzada. Asimismo, hay momentos como “Bangkok” donde ambos espectros sonoros parecen converger, y el resultado es una pieza entre devastación y escándalo simultáneo.
https://www.youtube.com/watch?v=uB-KT2f71lg
Mientras Kaputt fue un disco pop en el sentido más convencional (con canciones pegajosas y melodías destacadas), Poison Season es más bien una obra con todas las de ser un álbum entre la contemplación y la complacencia. Tras un disco lleno de sonido facilón y hasta kitsch, Bejar buscó olvidar esa temporada tóxica —de la que uno puede salir tan cómodo— y más bien alejarse de lo inmediato. “Times Square”, por ejemplo, es una canción incluida tres veces (al inicio, a la mitad y al final), y aunque las tres versiones tienen arreglos diferentes, es al poner atención que uno observa la similitud entre las piezas, ya sea en la letra o en la melodía.
Al final, Poison Season es un disco de atención, es un disco anti-pop trabajado en un plano pop. En su décimo álbum, Bejar se muestra reticente al gancho; si bien, la mayoría de las canciones son silenciosas e introspectivas, también están algunos de los cortes más complacientes que Destroyer ha hecho en su carrera. “Midnight Meet the Rain”, por ejemplo, es una canción muy ñoña, en el borde de ser una emulación muy pobre de Roxy Music o Electric Light Orchestra. No obstante, canciones como “Bangkok” recuerdan esa parte con la cual todos se enamoraron de Destroyer: la melodía tierna, la voz desahuciada de Bejar y la presencia melancólica tan importante en la música del conjunto.
Poison Season no es para nada una secuela de Kaputt, más bien es una respuesta. En vez ofrecernos algo fácilmente digerible, Bejar optó por cambiar su fórmula, experimentar con el sonido y, finalmente, dejar que las canciones hablen por sí mismas. Tras una venenosa comodidad, Poison Season surge como la liberación de aquel estado, el antídoto a una manera de hacer las cosas desde una conformidad tóxica.
https://www.youtube.com/watch?v=cP9ls6Op5-Y