La música como vehículo para manejar emociones: la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil “Vientos Musicales” en el FIC
El Festival Cervantino se ha caracterizado por presentar propuestas artísticas que, además de ofrecer una visión única sobre la musicalidad y una conexión intercultural entre diversas regiones nacionales e internacionales, son de valor social para su entorno y público. Dentro de toda la oferta sonora que se ha presentado en esta edición, uno de los eventos de mayor relevancia es el concierto de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil “Vientos Musicales”, un conglomerado que es uno de los pilares del Instituto Estatal de la Cultura y del Centro de las Artes de Guanajuato.
Esta orquesta ofrece una educación musical integral a niñas, niños y jóvenes del estado que, a partir de una plantilla inicial de directores-instructores surgidos del fenómeno musical regional y capacitados continuamente en la didáctica musical y la reflexión sobre el entorno socio-comunitario, han dado vida a diversos ensambles, de donde surge la Orquesta Sinfónica Juvenil, que es el grupo representativo de los beneficiarios de este programa.
La noche del lunes 25 de octubre, la Orquesta presentó un Ensayo sonoro sobre Guanajuato, en el majestuoso escenario de la Alhóndiga de Granaditas. Un homenaje a la cultura musical del estado anfitrión del Cervantino, con cinco composiciones con aspectos estilísticos tradicionales que representan las regiones en las que se divide el estado, bajo la dirección de Francisco Balboa Luna.
Conformada por niños, niñas y jóvenes, la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil es uno más de los frutos que ha dado el Sistema de Formación Musical del Estado de Guanajuato.
Dentro del programa de la noche, la Orquesta interpretó también una “Alabanza” en tres actos, dedicada a los fallecidos por la COVID-19, en un momento muy emotivo tanto para los artistas como para el público. El compositor mexicano Carlos Cruz Núñez también participó en un momento de la presentación, dirigiendo a todos estos niños, niñas y jóvenes que han encontrado en la música un camino para recorrer la vida, que han encontrado un santuario en la educación y en el grupo social del que son parte.
La música siempre ha sido un vehículo para sanar, para curar, para impulsar y para crecer. Ver a tantos de ellos y ellas comprometerse con su instrumento y con su prójimo, confiar el uno en el otro para que la orquesta funcione, disfrutar de sus solos, intervenciones, y constancia instrumental entendiendo la importancia que tiene su participación en un equipo tan grande, es algo muy emocionante. Porque el arte siempre va a incitar buenos sentimientos e ideas creativas. Porque la música creada en conjunto siempre va a forjar lazos duraderos y relaciones afectivas importantes.
Los aplausos de una Alhóndiga de Granaditas, casi llena, son un regocijo tremendo para estos y estas jóvenes, para quienes les enseñan y les dirigen, para las y los compositores y todas las personas involucradas, claro está. Pero el valor que genera para nuestras sociedades al fomentar la educación a través de la música es invaluable, algo que sin duda se verá reflejado en el entorno social de todas estas niñas y niños.
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