A veces, pienso que ser fotógrafo o denominarse como tal, automática e involuntariamente es adoptar un supuesto privilegio de contar historias. Esto no quiere decir que aquel que no se dedique al oficio de la imagen no pueda tomar una cámara y disparar libremente, por supuesto que puede, pero parecería que ser “fotógrafo” significa tener la habilidad de tomar buenas fotos o contar buenas historias, como si los demás no. Esto, actualmente, es una concepción errónea, todos somos fotógrafos y todos podemos contar excelentes historias.
Duane Michals, el maestro de las fotosecuencias, escribe: “tomar fotografías y escribir es mi manera de decir que estuve aquí, vi esto, sentí esto, lo escuché. sucedió”. Habla de dejar rastro, de hacer registro de la vida, de lo que fue. Pero al tomar una fotografía digital, ¿realmente estamos haciendo un registro tangible? Parecería que la imagen digital es efímera y corruptible en esencia por su reproductibilidad y formato electrónico. De haber conocido la era digital, Walter Benjamin diría que la fotografía digital carece de aura. Sin embargo, éste no es el caso de la fotografía análoga, pues por su producción artesanal y la imposibilidad del ensayo/error, el acercamiento a la imagen se transforma por completo y entendemos la capacidad única de capturar el tiempo, suspenderlo y mantenerlo vivo indefinidamente en una diapositiva de la película fotosensible. Un fotógrafo ésto lo conoce y lo tiene bien presente al capturar imágenes, pero, ¿y todas aquellas personas que no?
Es por esto que se tomó una cámara análoga (una Olympus OM-1) y una película de 35mm (específicamente una Ilford PAN 400) para que, por un día, cuatro personas aleatorias que realmente no tuvieran un acercamiento a la imagen como un fotógrafo nos ayudaran a responder la pregunta. Cristina, Alberto, Natalia y Andrés nos mostraran lo que vieron, sintieron y escucharon, todo lo que sucedió en su presencia y, al revelar la película, se descubren las infinitas posibilidades y narraciones que cada uno creó y de igual manera pueden observarse sus maneras únicas de acercarse a la imagen y su construcción inconsciente de un discurso a partir de ellas.
Cristina
Andrés
Natalia
Alberto