Kiwanuka, un manual para creer en ti
Por Paulette Robles
En inglés, la palabra miedo se traduce a fear, que puede leerse como un acrónimo de falsa evidencia que parece real. Si hay algo que no permite al ser humano avanzar, es ese sentimiento. En muchas ocasiones, aunque sí sabemos qué queremos hacer, qué decisión queremos tomar, no tenemos la fuerza de actuar. Pero hay que combatir la dubitación; hay una frase que dice “no dejes que una moneda decida por ti, si en realidad ya sabes de qué lado quieres que caiga”.
En estos tiempos postmodernos se ha vuelto un acto de resistencia determinar cómo queremos vernos y cómo queremos ser, sin importar la opinión que el otro tenga de nosotros. Las minorías experimentan esa dificultad aun más que el resto. En respuesta a estos problemas, el álbum Kiwanuka se devela como un manual de cómo superar el miedo, la duda hacia nosotros mismos, quienes somos y por sobre todo, cómo vencer el síndrome del impostor.
Después del éxito que tuvo su segundo álbum, Love & Hate, Michael Kiwanuka ganó confianza en sí mismo para poder dar shows en vivo y hacer entrevistas. No obstante se sentía acomplejado al momento de entrar en un estudio y grabar. En distintas entrevistas confiesa que sentía que los del verdadero talento eran inflo y Danger Mouse, sus productores, y que ni él, ni sus ideas ofrecían mucho. Esa sensación de insuficiencia se remonta a su niñez, ya que como hijo de refugiados de Uganda, que se asentaron en un suburbio de personas blancas en Southampton, siempre ha batallado con el sentido de pertenencia. Sentía que no pertenecía ni en Inglaterra ni en Uganda, sentía que no tenía una comunidad.
Estos sentimientos los cargó aún cuando fue aceptado a la prestigiosa Royal Academy of Music para estudiar Jazz. Aquí, se veía rodeado de personas blancas y cuando ellas lo hacían sentir menos él les creía. Intentando alejarse de este ambiente, decide abandonar la escuela y vivir de sus presentaciones en pequeños bares y siendo un músico de estudio, alguien que estaba fuera de los reflectores.
A pesar de esta falta de confianza en sí mismo al momento de firmar con Polydor se negó a cambiar su nombre por un pseudónimo al estilo de los años 50 como lo hizo Gil Hamilton, quien adoptó el nombre Johnny thunder. Su equipo le pidió reconsiderar por miedo de que lo confundieran con un artista de World Music.
De aquí a que el título de esta producción sea su apellido, Kiwanuka, se puede ver un enorme progreso. El artista finalmente se dio cuenta de que la estas opiniones de otros no lo definían y que ese miedo no le servía ni a él ni a nadie más. Este disco es una celebración a lo que nos hace únicos y ¿que hay más personal que nuestro apelativo? En una entrevista para la BBC Michael dice:
“no hay algo que sea más tú que tu propio nombre.”
Michael Kiwanuka
El álbum es un recorrido que explica cómo hacer las paces con quién eres. Esto es evidente en la canción “Hero (intro)”: “I won't change my name/ No matter what they call me.”
Grabado en tres ciudades distintas Londres, Nueva York y Los Ángeles, el álbum es una obra que toma prestados elementos de géneros del blues, jazz, soul y funk; con influencias presentes de personajes como Gil Scott Heron, Eddi Hazel y Issac Hayes. Algunas de sus inspiraciones para componer la letra de las canciones a parte del recorrido anímico propio, fueron su esposa, el activista de derechos civiles Fred Hampton, el movimiento de los Black Panthers, y su fe cristiana. Incluso dentro de los intros, interludios y canciones con duración menor a dos minutos incluye samples de memorias por la lucha de los derechos civiles de los afroamericanos. Al combinar todos estos ingredientes es sencillo ver porque medios como The Guardian lo han nombrado como uno de los mejores álbumes de la década y lo han descrito como “música cruda para tiempos crudos”.
El disco comienza con un festejo y declaración a la individualidad: “Tú no ere el problema”, Un mensaje tan simple y a la vez tan poderoso, del cual nos olvidamos. “You Ain’t the Problem” se puede catalogar como feel-good music que narra la búsqueda del creer en uno mismo. A continuación y sin fade o pausa alguna, el disco te sumerge en esta experiencia con la canción “Rolling”,una pieza con elementos funk que exhorta a dejar fluir las cosas y no quedarse estancados en el ayer o los problemas del día a día.
Para la canción “I’ve Been Dazed” y “Piano Joint (This Kinda Love)” el tempo se vuelve más lento, la voz de Kiwanuka más melancólica, y para la introducción de Piano Joint se vuelve más grave. Ambas tratan de un mismo tema pero distintas facetas. En “I’ve Been Dazed” el artista exalta el poder sanador del tiempo, mientras que “Piano Joint (This Kinda Love)” es sobre cómo el amor es curativo. En definitiva, si existe una canción dentro de toda esta tercera producción que evoque a Love & Hate es Piano Joint (This Kinda Love)”, los violines, la batería, el piano e incluso el coro sutil recuerdan a momentos de esa segunda producción.
“All I know is my, oh my, this kind of love
Has taken me from my enemies
Don't let the pressure get to me”.
Piano Joint (This Kinda Love)
Uno de los puntos más altos del disco es “Hero”, no sólo por ser uno de los sencillos, sino por toda la carga política que contiene. Comenzando por las muertes injustas de los afroamericanos y terminando con como los que son oprimidos son los que más tienen que ofrecer al mundo. Kiwanuka cuenta en su entrevista para la BBC que un día, mientras veía fotos de Fred Hampton pensó:
“¿Todos los héroes tienen que morir jóvenes? ¿Tienen que ser mártires? ¿Tienen tanto que brindarle al mundo que les disparan?”
Michael Kiwanuka
A pesar de toda la oscuridad sentimental que presenten las últimas cuatro canciones, el disco termina con un toque de esperanza: “Light”. Esa luz que disipa todos los temores a ser uno mismo, ahuyenta los pensamientos que dicen que somos impostores en nuestra propia narrativa. Kiwanuka termina su disco de forma sublime, nos incita a llegar a tierra firme en donde podremos bañarnos de luz.