El 9 de noviembre de 2019 se cumplieron 30 años de la histórica caída del muro de Berlín. Esta edificación fue construida por la República Democrática Alemana en el centro de la capital para prevenir que la población de Alemania oriental migrara a Alemania occidental. El muro representaba la división entre los territorios que en ese entonces eran dos países diferentes, pero aún más, representa las divisiones arbitrarias y dañinas para la comunidad, que fueron diseñadas para contener a la oposición política.

Alemania oriental era un estado satélite de la URSS y se autodenominaba socialista aunque desde la perspectiva inglesa se trataba más bien de comunismo. Por otra parte, Alemania occidental o la República Federal de Alemania fue fundada porque fue el sitio de la ocupación de los aliados durante la segunda guerra mundial. La división separó familias y prevenía que muchas personas que vivían en Alemania oriental fueran a su lugar de trabajo en el occidente.

Miles de personas intentaron cruzar el muro de Berlín, pero en los peores casos eran asesinados. Las consecuencias de intentar escapar eran ampliamente conocidas y aún así hubieron miles de intentos, lo que habla del nivel de desesperación que existía para reunirse con los del otro lado. El efecto del muro de Berlín en la sociedad alemana es famoso pero existen otros casos en los que fronteras arbitrarias o con motivaciones políticas y económicas terminan por separar comunidades, lo que les causa mucho dolor.

En 1848 empezó un fenómeno similar en América. En México y los Estados Unidos se estableció una nueva frontera delimitada por el Río Bravo. De los dos lados del borde se establecieron comunidades y los apaches y compaches frecuentemente incursionaron de un lado y el otro. Cuando el control fronterizo se vuelve más estricto, el paso de los indígenas se ve restringido en una zona que antes era fácil de transitar. Como los alemanes, hoy las comunidades indígenas tienen que pasar por trámites migratorios para visitar familiares o realizar actividades económicas que antes sólo requerían de un corto traslado. En el caso de los que cuentan con un pasaporte mexicano, este viaje es casi imposible de completar, no por la lejanía física sino por las trabas burocráticas y políticas que se ven exacerbadas por el racismo.

El problema al que se encuentran los indígenas es un holograma del resto del país y el resto de América Latina. Aunque su retórica es risible ante el panorama de la política internacional, no debemos dejar que la aparente ingenuidad del presidente de los Estados Unidos nos distraiga del peligro que realmente representa. Los medios disfrutan de burlarse de los intentos fallidos del presidente para levantar un muro de miles de kilómetros lo cual resulta ridículamente imposible, pero el muro de Trump ya existe y no hay nada de que reírse.

Si bien la manera de hablar del presidente delata su falta de educación mediante el uso torpe de la palabra, ha logrado conectar con el sentimiento de odio del otro que estaba latente en el país después del periodo de Barack Obama. Su desprecio por los inmigrantes y los extranjeros en general se expresa en sus discursos:

“When Mexico is sending its people, they’re not sending their best… They are bringing drugs. They are bringing crime. They are rapists.”

Donald Trump

Sus palabras no se pueden ligar directamente con las acciones que siguieron ya que cada persona es responsable de sí misma, pero es indiscutible que esto inflamó a los movimientos nacionalistas y de ultraderecha. Es posible que el muro físico nunca sea construido en su totalidad pero la división racial e ideológica dentro del país es muy real.

La administración de Trump se encargó de que los migrantes toparan con pared en términos legales: hoy es más difícil que nunca inmigrar a los Estados Unidos. En el mismo tenor, se redujo el límite de refugiados a 18,000 personas para el 2020 lo cual representa menos del 1% de todos las personas que están buscando asilo. Esto se vuelve aún más alarmante cuando pensamos que Estados Unidos es uno de los principales receptores de refugiados del mundo.

Las divisiones causaron mucho dolor para Alemania pero parece que no hemos aprendido. Se siente una fuerte tensión en Estados Unidos que solo crece. En 1991 ganó el sentido de comunidad y unidad ¿que pasará en el 2020?.