México 70: El Juego Bonito
Cuando uno reflexiona el devenir de la historia humana, son apenas pocos momentos, obras y contextos que perduran. Ejemplos evidentes de dónde se estaba parado y cómo se ha evolucionado o viceversa. Para el deporte-espectáculo, este clímax se encontró en la Novena Copa del Mundo: las telecomunicaciones ofrecían lazos más fuertes de los aficionados con la cita, el contexto histórico representaciones para justificar regímenes o para desfogar la tensión latente de autoritarismos.
Dentro de lo deportivo, el balompié se entregaba a su proceso industrial de formular estrategias, escuelas y esquemas. Brasil brindaba las pinceladas más exquisitas del panorama internacional, Italia perfeccionó su Catenaccio a la par de que México finalmente podía competir en el escenario más importante del deporte.
Fiesta absoluta de los ojos: por una parte, el hito de poder acercarse cada vez más a los ídolos. La frontera televisiva que ya ponía a color las hazañas a cualquier rincón del planeta. Por otro lado, la magnificencia de un estadio que tomó su espacio como una de las catedrales deportivas en el orbe. Mientras que la identidad gráfica fue señal inequívoca de una época donde los matices florecían y México proyectó una nueva imagen dentro del concierto internacional.
Por otro lado, la música venía también en la efervescencia de los 60 bajo una nueva era: los Beatles se entendían ahora en individualidades, Hendrix y Brian Jones eran los primeros mártires del rock y la música popular encontraba nuevas ramas de experimentación y consolidación de los nuevos cánones. En honor a la fascinación de una época y la retrospectiva, Ibero 90.9 viaja a 1970 para revivir un Mundial que hasta hoy sigue otorgando memorias tatuadas en aquellos que ni siquiera éramos una idea aquella tarde en que Pelé besó a la Jules Rimet y se quedó para siempre con su scratch.