Por Alfonso Basilio, Aarón Rubio y Georgia Alcaide La violencia ha sido una acompañante constante en la historia de la humanidad. Aparece en las guerras entre comunidades, reinos y países, también en los ataques contra ciertos grupos de la población e incluso en algún momento se usaba como técnica para educar a los hijos.
Generalmente cuando hablamos de violencia, la primera referencia al escucharlo es la agresión física como los golpes, sin embargo, no es el único tipo de violencia que existe.
Se puede hablar cuando menos de tres tipos que se traslapan entre sí.
La primera es la violencia sistémica que se refiere a esa agresión no necesariamente física que surge desde el sistema económico y social en el que vive el mundo. Es decir, este tipo de violencia se refleja en la miseria, la desigualdad o la exclusión, por ejemplo. A primera vista los efectos del sistema no suelen asociarse con la violencia, pero la realidad es que resultan como agresiones no físicas pero tremendamente violentas en contra de la población del mundo.
Otro tipo es la violencia simbólica, esta resulta ser más sutil y se trata de la agresión que tiene que ver con el discurso de los grupos dominantes en el sistema, lo anterior se refleja en los actos de discriminación, racismo u odio contra ciertos grupos. Resulta sutil pues muchas de las actitudes agresivas generadas por la violencia simbólica logran invisibilizar a grupos enteros de la sociedad, como si no existieran o no contaran, por ejemplo, la actitud que en ocasiones se tiene con la población indígena en varios países.
Un tercer tipo es la violencia subjetiva que es la agresión física en su máxima expresión, lo que aparece en los medios de comunicación como masacres o crímenes sádicos, es decir, los actos violentos que atentan contra el cuerpo de las personas. La clave según algunos es que esta violencia subjetiva aparece sólo cuando la violencia simbólica se lo permite, los actos de agresión física desafortunadamente suceden todo el tiempo, sin embargo, cuando se necesita reforzar el control sobre la población o se desea generar miedo es cuando se les permite ser visibles para que sean retomados por los medios de comunicación y así sean difundidos.
Estos tres tipos de violencia se encuentran interactuando todo el tiempo y son utilizadas por ciertos grupos. Vale la pena aclarar que no se habla de teorías de conspiración, sino, de cómo el sistema está arreglado. Es decir el usar la violencia en muchas ocasiones no es que se haga de forma premeditada, al contrario, se utiliza porque el sistema así lo establece.
La clasificación de los tipos de violencia que se acaba de comentar es necesaria pues para prevenirla y combatirla primero se requiere conocer su origen, que a pesar de ser creencia popular no se limita únicamente a la agresión física. La violencia está presente en prácticamente toda actividad humana, la ejercemos, muchas veces, sin darnos cuenta, la enseñamos y la reproducimos.
Es necesario insistir que la violencia emana del sistema y se ejerce a través de los humanos, no somos violentos por naturaleza pues existen varios ejemplos de prevención y combate a la violencia que demuestran lo contrario.
La prevención y el combate a la violencia se han intentado desde distintos ámbitos. Los gobiernos generalmente establecen planes con programas y actividades enfocadas a la población con el fin de disminuirla. La cuestión con este tipo de planes es que buscan combatir la violencia subjetiva y muchas veces por ser dedicadas a la violencia física resultan insuficientes para combatirla de forma efectiva. Por otro lado, distintas organizaciones de la sociedad civil dedican su labor a la misma cuestión, en este caso un ejemplo exitoso es el Centro Peres en Israel, esta organización une escuelas del lado israelita y palestino para que niños de ambas nacionalidades convivan y jueguen futbol. La búsqueda de la paz que inevitablemente incluye el combate y la prevención de la violencia, a través, del deporte ha resultado una forma efectiva de combatir la violencia simbólica, aquella que invisibiliza grupos. La labor del Centro Peres permite a niños conocer a aquellos que se les ha enseñado son los enemigos, se ha creado una imagen tan negativa del otro que sólo con el deporte se puede romper y cambiar la misma. La labor realizada permite crear conexiones sociales importantes, acercar a la jóvenes a una opción distinta de la establecida por el sistema. Definitivamente el Centro Peres no será el encargado de solucionar el complejo conflicto entre Israel y Palestina. Sin embargo, el trabajo realizado permitirá que los jóvenes al llegar a una edad para tomar decisiones en ambos lados de la frontera tengan una visión distinta lo que podría permitir pensar que en un futuro ellos sean los que promuevan un arreglo definitivo.
Ejemplos exitosos y fracasos tanto del lado gubernamental como de las organizaciones de la sociedad civil existen en todo el mundo. Todo intento es admirable y se debe considerar, sin embargo, resulta necesario aceptar que para prevenir de forma efectiva la violencia se requieren acciones, programas y políticas que sean integrales para tratar de cubrir los elementos del sistema que generan la violencia y que terminan derivando en las agresiones físicas. Se requiere pensar en justicia y cubrir varios elementos para lograrla, pues si la violencia emana de la pobreza, de la dominación de grupos y del sistema económico y social, la forma de prevenirla es cambiar todos estos elementos, lo cual no se logrará de forma inmediata, es un proceso a largo plazo cuya coordinación resulta compleja pero no imposible.
Existen distintos productos culturales a los que se les acusa de generar violencia. En la música se ha acusado a algunos artistas de promover la violencia. Por ejemplo, en 1999 cuando ocurrió la masacre en la secundaria Columbine en Colorado, Estados Unidos donde fueron asesinados quince personas entre estudiantes y profesores. El acto fue perpetrado por dos adolescentes que escuchaban música de Marilyn Manson y Rammstein, a ambos se les acusó de haber promovido que se llevaran a cabo los asesinatos pues sus letras y música incitaban a la violencia. Este desafortunado caso sacudió al mundo y puso en una difícil situación a artistas de géneros como el metal o rock pues se creó una imagen negativa sobre su obra.
Por el lado de los videojuegos también se les ha acusado de incitar la violencia, el más sonado puede ser Grand Theft Auto en sus distintas versiones, que permite al videojugador cometer crímenes de distinto tipo en varias ciudades.
La crítica se hace al asumir que este tipo de juego enseña y promueve que las personas cometan los crímenes tanto en su consola como en la vida real.
En ambos casos, resulta sencillo pensar que existen elementos tanto en la música como en los videojuegos que promueven la violencia, sin embargo, se requiere un análisis más profundo sobre los casos. Al ocurrir actos como el asesinato de estudiantes en Estados Unidos se buscó el origen de estos y el consumo de tales productos culturales parecía estar ligado a las agresiones.
No necesariamente tiene que ser así, el aceptar que existe una promoción de la violencia a través de tales sería asumir una posición de censura ya que la expresión de los artistas sería violada. Si uno se detiene un momento a reflexionar los casos mencionados se puede tener una imagen más clara de la situación y es que los productos culturales no promueven la violencia.
La forma de entenderlos de cada persona puede variar, importa como cada uno fue educado y si existen problemas internos que detonen bajo ciertas circunstancias. En realidad la violencia sistémica y la simbólica son las que detonan las agresiones físicas, los productos culturales simplemente son expresiones que no originan la violencia pero si reflejan la situación de la sociedad entera a través de la creatividad de algunos individuos.
De ahí que sea necesario hablar de más justicia, de mayor comprensión sobre el sistema en el que vive el mundo y la necesidad de realizar modificaciones a muchos elementos que provocan actos violentos y que requieren acciones profundas para que exista menos violencia.