Menos Tolerancia. Más Respeto

Por Georgia Alcaide, Aaron Rubio y Alfonso Basilio Mayorías que segregan, minorías que enriquecen.

Culturas, creencias religiosas y políticas, clases sociales, distintivos afectivos, sistemas de valores, tradiciones, preferencias sexuales, incluso, la diferencia más básica entre los seres humanos, el género. Conceptos con muchas variantes que son tan poco respetadas, como desconocidas para algunos.

Minorías que se encargan de conservar la historia y tradiciones de un país que son segregadas por sus mismas leyes y que han sufrido juicios injustos fuera de sus costumbres, e incluso ajenos a su lengua, una situación de diversidad cultural y derechos humanos que no son respetados. La restricción del voto para la mujer mexicana que terminó hace 61 años, en 1953. Minorías cuyas preferencias sexuales se han relacionado erróneamente con la incapacidad de llevar una vida normal y cuyos derechos han sido restringidos en todo el mundo y hasta hace algunos años, reconocidos por sus gobiernos.

En 1999 fue aprobada la ley que establece una pena de uno a tres años a quien cometa actos de discriminación por razones de orientación sexual en el Distrito Federal. En 2010 se reconoció el matrimonio entre personas del mismo sexo, también en la capital. Y hace apenas 3 años, en junio de 2011, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, reconoció los derechos de la comunidad LGBT por primera vez, con 23 países a favor, 19 en contra, y 3 abstenciones. El Consejo está conformado por países considerados altamente represivos por Amnistía Internacional, entre ellos, México.

Ese mal común de discriminar, o de intentar homogeneizar a la sociedad, se ha inculcado a través de diversas figuras de poder, adoptado por la sociedad y aplicado en el día a día como una costumbre de bases débiles y sin fundamentos. La gran variedad de creencias, opiniones y preferencias, se enriquecen, influyen y complementan entre sí. La Declaración mundial de la diversidad cultural de la UNESCO, que fue aprobada en noviembre de 2011, precisa en su Artículo 1 llamado “La diversidad cultural, patrimonio común de la humanidad”:

“Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es, para el género humano, tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos vivos”.

Subjetivo. La palabra que saca de apuros a quien intente definir el arte. Para algunos, una pieza puede ser una obra de arte si está exhibida en una galería o museo, para otros es cuestión de estética, y para otros, depende del artista, de lo que piense, de su fama y su discurso.

Minoría no en el mundo, pero si en el arte. Las mujeres, entre muchas otras cosas, tuvieron prohibido estudiar o practicar cualquier actividad artística o cultural hasta el siglo XVII. Así que su éxito no podía deberse a su nombre, su experiencia y mucho menos a la exhibición de sus piezas. El talento para hacer obras estéticas, para transformar conceptos, componer música o transmitir sensaciones que a su vez generen algo nuevo en el espectador, les hizo un lugar que nunca se les debió negar.

La primera mujer en tener éxito y fama como pintora, fue la italiana Artemisia Gentileschi, en el siglo XVII. Por supuesto no la primera en hacer pinturas maravillosas, pero si en retar las creencias y la moral de su época. Artemisa fue abusada por un colega de su padre, quien también era pintor. Hecho al que se atribuye su cuadro más reconocido “Judith degollando a Holofernes”, en donde el empoderamiento de la mujer no puede ser más literal. Una obra estéticamente extraordinaria que plasma la posibilidad de la mujer de revelarse ante la represión e injusticia. Artemisia fue también la primera mujer en entrar a la Academia del Diseño de Florencia.

Como el movimiento hippie se encargó de contradecir a una sociedad pulcra y moralista, o como el punk, que contradijo al movimiento hippie buscando vender un propósito antes que un producto y que encontró el acercamiento con la música y los músicos. Movimientos sociales que marcaron el fin de una época y el inicio de otra. Con ese mismo poder, Isadora Duncan, estadounidense considerada la creadora de la danza moderna, le dio la vuelta a la danza clásica y cambió los chongos apretados y los movimientos precisos y con técnica, por el cabello suelto, movimientos libres, túnicas transparentes sobre un cuerpo desnudo y pies descalzos. La inclusión de temas como la muerte dentro de la danza, en vez de historias, convirtió a Isadora en la incursora de un estilo nuevo que causó polémica durante sus giras alrededor del mundo.

Frida Kahlo, el ejemplo cliché que debe ser mencionado por su técnica para adaptarse en la sociedad machista en la que le tocó vivir y desarrollarse como artista. Frida representó a un estereotipo de mujer hasta entonces desconocido aplicando a su personalidad rasgos varoniles, exagerando las cejas tupidas y el bigote en sus auto retratos y conservando un físico y una actitud andróginos. Sus pinturas plasmaban a la mujer como ella la percibía, como se percibía a ella misma, y no como musa o modelo de los pintores.

Joven ilustradora y muralista veracruzana, Eva Bracamontes atiborra paredes de rostros enormes de mujeres y algunas referencias a la cultura mexicana. Arte urbano con una cualidad casi imposible de encontrar, es inconfundible.

Letras. Ana María Matute, escritora española que fue galardonada en 2010 a los 85 años, con el Premio Cervantes, el más reconocido de la lengua española. Sus obras van de niños y adolescentes que viven tragedias. Pesimismo y sensatez perfectamente combinadas. Es la tercera mujer en ingresar en la Real Academia Española.

Diseño. Laura Varsky, argentina. Considerada una de las mejores diseñadoras de su país, específicamente de arte de discos. Portadas infantiles con trazos fuertes y coloridos.

Compositoras y productoras. Claire Boucher (Grimes), WARPAINT, HAIM, Karen O, Feist, Annie Clarke, Lykke Li. La presencia de las mujeres en la música, producción de videos, arte de portadas y en todas las artes, desgraciadamente, ha tenido que irse abriendo paso poco a poco, pero afortunadamente, se ha logrado.

Hay muchos compilados de artistas pop famosos que más que la expresión de una situación vivencial, es música que habla de racismo, o pobreza, o desastres naturales pero que muchas veces, no proyecta el mismo sentimiento que la música de protesta compuesta por quién vive la violencia, la pobreza o la discriminación de viva piel. Aunque a veces, logran convertirse en himnos, como Macklemore, el rapero estadounidense, y el DJ Ryan Kewis, que lanzaron su sencillo “Same Love” y que es considerado por algunos, un himno a favor de la igualdad para la comunidad LGBT. También está la música que anhela. Músicos latinoamericanos que protestan como mejor saben hacerlo.

Molotov y los temas de todos los días, corrupción, pobreza, violencia, inseguridad. Después del Tratado de Libre Comercio y la devaluación del peso mexicano, escuchamos música que se queja y pide justicia y el reconocimiento de un país con gran potencial y variedad cultural.

Los niños estelares, dueto de Puerto Rico que con la estrofa desesperada “grito, pero nadie responde”, convierten una queja, en una canción que genera empatía hablando de la represión de movimientos estudiantiles, deudas y falta de trabajo para la juventud.

El disco de Alex Anwandter, Odisea, habla de la pobreza extrema y la riqueza mal repartida en Chile.

Dadalú, también chilena, canta sobre la situación de su país. Violencia, represión y discriminación. “Todos tenemos un corazón, que se tiene que respetar”.

Menos tolerancia, más respeto.

Menos violencia. Más justicia

Menos Masas. Más Multitudes