Un ícono muere, pero no se va: Ennio Morricone fallece a los 91 años
“Algunas personas creen que solo escribo partituras para cine, no es así”, dijo alguna vez el Ennio Morricone, quien siempre fue cándido, honesto, firme en la convicción, no solo de su labor, sino del lugar que la música del cine ocupaba en la historia. El maestro italiano, uno de los compositores más prolíficos de nuestra era, falleció en la madrugada de este lunes en una clínica de Roma, luego de haberse roto el fémur tras una caída a sus 91 años.
Por supuesto, pese a su negación a encasillarse en un género a veces tan menospreciado como lo son las bandas sonoras para el cine, su nombre es y será sinónimo de este rubro musical por siempre en la historia cinematográfica. Su último Oscar, el primero y único que ganaría por Mejor Banda sonora original, llegó en 2016 a sus 88 años por The Hateful Eight de Quentin Tarantino, director que antes de su octava cinta, ya había echado mano en su filmografía del amplio y vibrante repertorio que Morricone dejó en los westerns italianos. Cómo olvidar, por ejemplo, aquella escena donde Uma Thurman, La novia, se enfrenta en un duelo de sables con Elle Driver en el remolque de Budd, en un preludio in crescendo de ansia casi insoportable gracias a “A Silhouette of Doom” de Morricone, pieza que forma parte de su banda sonora para la película de 1966, Navajo Joe. Su primer Oscar lo recibió en 2007, de manos de Clint Eastwood, como reconocimiento honorario por su “magnifica y multifacética contribución al arte de la música para cine”.
Por supuesto, su trabajo para The Good, the Bad and the Ugly de Sergio Leone es su pieza más emblemática y uno de los trabajos musicales para el cine más reconocibles y populares de la historia. El mismo Ennio reconoció la mancuerna tan cercana que hizo con Leone, quien, según el mismo Morricone, “intencionalmente dejaba espacio para que la música fuera escuchada y adaptaba sus movimientos de cámara a su sonido”. También fue generoso con Brian De Palma para quien compuso el score de The Untouchables de 1987: “¡De Palma es delicioso! Él respeta la música, respeta a los compositores”.
Crítico de su propia industria, no tuvo reparo en señalar al propio John Carpenter como “un director que apenas le dirigió la palabra” luego de que lo invitara a componer la música para su clásico de horror, The Thing de 1982, hoy una de las piezas más fascinantes e imaginativas dentro de su catálogo. Incluso criticó a su propio amigo, John Williams, —quizás su único equiparable contemporáneo— por ser “demasiado comercial” en su impactante, memorable y celebérrimo score para Star Wars. “Yo no hubiera musicalizado Star Wars de esa forma. Lo que me resulta arriesgado es asociar una marcha, no importa cuan bien escrita esté, al espacio exterior”, dijo.
Fue junto a Williams que recibió este año uno de los más grandes honores en el mundo de las artes, el Princesa de Asturias, reconocimiento magnánimo a dos leyendas vivas que han compuesto, quizás, mucha de la mejor música de las últimas décadas. “John Williams y yo hemos tenido un recorrido paralelo en nuestras carreras, compartiendo el mismo amor y compromiso hacia la música y hacia la música en el cine. Escribir música significa también vivir en una profunda soledad y concentración. Siento que con John comparto la misma ética y dedicación constante que nos convierte, no solo en compañeros, sino también en hermanos”. Claramente conmovido por el reconocimiento, le dedicaría su Oscar del 2016 a Williams.
En una declaración de la Unión Europea en redes sociales, se manifestó que “con gran tristeza, sabemos del fallecimiento del compositor italiano Ennio Morricone. Con su inimitable estilo e icónicas melodías, ha elevado el concepto de la música original para cine al nivel de obra maestra”.
En su libro del año pasado, Ennio Morricone: In His Own Words, el Maestro fue arduo con su propio gremio: “Los compositores de cine han subestimado su propia contribución y, al hacerlo, han hecho que los directores y productores se acostumbren a tiempos de trabajo rápidos, recurriendo a toda de clichés”. Se refirió negativamente también a los directores que fallan en entender el poder de la música como propulsor de emociones y no solo como “algo que suena en el fondo”.
“Hablando como compositor y espectador, creo que una bastante simplista estandarización de las elecciones estilísticas ha hecho que la música de cine sea cada vez menos interesante a lo largo de los años, tanto en términos de profundidad conceptual como de métodos de composición”, aseguró también.
Entre sus otras monumentales y memorables composiciones se encuentra la siempre enternecedora Nuovo Cinema Paradiso (1988) de Giuseppe Tornatore, Novecento de Bernardo Bertolucci (1976), The Mission de 1986 de Roland Joffé y la secuela al Exorcista en 1977. Experimental a su modo, incorporó silbidos, sonidos ambientales e instrumentos inesperados a sus más de 400 composiciones para el cine, aprendiendo a valorar el lenguaje del silencio y las pausas en la personalidad evocativa de la música.
Artistas y miembros de la comunidad musical como Chance the Rapper, Hans Zimmer, Edgar Wright, Massive Attack, Geoff Barrow, Goldfrapp, Daniel Lopatin, el mismo John Carpenter y Bernard Sumner de New Order se manifestaron al respecto en sus redes sociales, lamentando la muerte del compositor.
“Estoy devastado porque Ennio fue un ícono y los íconos nunca se van”, dijo Zimmer para la BBC esta mañana, otro de los grandes compositores para cine que continuará con su legado en una nueva generación: “Me sorprende porque lo vi muy fuerte hace un año, estuvo conduciendo en la O2 Arena, fue increíble, había música de cine en la O2, ¡eso es un gran logró!”