"Ya no busco a nadie más que a mí": Lianne La Havas, no todos los corazones rotos acaban en crisis
Dentro del aparente cachondeo en el que suelen deslizarse las notas del jazz, el soul y el R&B, se esconde por lo general una armonía casi perfecta que, si prestamos suficiente atención, nos cuenta historias igualmente sublimes. Y es precisamente en el espectro de esos ritmos donde comienza a forjarse una leyenda en especial, la historia de una mujer inglesa llamada Lianne La Havas, cantante y excelente compositora que, desde su debut en 2012, ha dado mucho de qué hablar, pero no lo suficiente.
Sus proezas se escriben sobre pentagramas, su grafía son notas en lugar de letras y sus narrativas giran en torno a la interacción ágil de sus patrones de guitarra sincopados y su voz desenfrenada que salta, juega, se encrespa y se retuerce con un vibrato que suena tan grácil como arrogante.
Tres de sus historias ya han sido contadas. Primero, Is your love big enough? del 2012 nos presentó sus mezclas exuberantes de R&B, rock y pop, con una narrativa acompañada de seis cuerdas acústicas donde Lianne La Havas se presenta aún como una joven promesa, pero con una voz capaz de cautivar desde el primer instante, combinando la ligereza juvenil con una madurez que, con mayor frecuencia, se atribuye a artistas mucho más experimentados. Para 2015, la compositora concibe Blood, un trabajo con una dirección completamente diferente, en la que explora su herencia jamaiquina y griega junto con meditaciones sobre el amor, su oído por las melodías sinuosas y su afición por las letras poéticas y soñadoras. Luego, calló por cinco años.
La Havas tenía planeado regresar en 2017, pero la vida interfirió y no fue sino hasta este 2020 cuando finalmente regresó nuestras vidas con nueva música y nuevas historias. Su tercer álbum, homónimo, nos devuelve a su hermosa voz en un momento en que el mundo realmente la necesita.
Lianne La Havas viene a recuperar el estilo de alma folk de filigrana que con su hábil guitarra y su voz ronca, profunda, soberbia y magistral, excava en relaciones fallidas, la vulnerabilidad de los errores cometidos y otros matices agridulces que sirven de motivo a lo largo del disco. La Havas claramente se muestra conmovida; descarta las melodías estrechas y los tonos instrumentales desecados que actualmente suenan por todas partes en los géneros que ella surfea y opta, en su lugar, por ser decididamente expansiva, orgánica, natural; cualquier cosa menos mecánica, trazando piruetas y estrategias musicales complejas de primer nivel que a su vez parecieran apenas suponer un mínimo esfuerzo por parte de la vocalista. La complejidad de lo simple.
La sucesión de canciones dentro del álbum sugiere que la experiencia es cíclica; el álbum comienza y termina con ruptura. Desde el primer episodio con “Bittersweet”, donde canta «nací de nuevo», hasta “Sour Flower”, donde la compositora nos deja ver que está sola, pero libre. «Ya no busco a nadie más que a mí», deja como su manifiesto.
El resto del álbum se reproduce como un flashback del acontecimiento amoroso; una obsesión inicial vertiginosa que da paso a dudas, luego a lágrimas y finalmente al alejamiento. Primero, el deseo y el coqueteo llenan “Read My Mind”, por ejemplo, mientras poco a poco la narrativa nos va llevando a “Green Papaya”, donde se nos coloca en un territorio emocional desconocido, pero con una protagonista más que dispuesta a aventurarse todavía.
Como es natural en este tipo de experiencias románticas, eventualmente surgen dudas. Ella trata al principio de alejarlas en “Can't Fight”, con acordes inquietos de guitarra rítmica y múltiples líneas vocales que detallan sus impulsos conflictivos, mientras que en “Paper Thin”, una balada dura que ofrece composición triste, comienza a canalizar la desesperación que ya es perceptible. Todos estos sentimientos son encauzados luego en un R&B lujoso de cámara lenta en canciones como “Please Don't Make Me Cry” o “Weird Fishes”.
Sin embargo, a pesar de que el álbum nos cuenta sobre la separación de una persona, un lugar o procesos de pensamiento disruptivos, nunca hay un aire de crisis y solo se deja ver un destello de ira cuando hace su separación renuente, que inmediatamente da paso a una creciente comprensión de que aferrarse y depender, responder a sus impulsos amorosos, ya no es opción. Lo hace con “Courage”, una canción que merece especial atención por su sugerente bossa nova tanto en sus giros melódicos como en su sensación de anhelo.
Lianne La Havas es un álbum que no rehúye a las realidades del amor y la vida. Celebra los altos, expone los bajos y termina con la sensación de haber encontrado satisfacción con la soledad. Las canciones dan luz a la pasión, la impulsividad, la ambivalencia y la incertidumbre, pero las estructuras creadas por La Havas son lúcidas y equilibradas. Si bien los asuntos del corazón pueden estar fuera de control, sus dedos y su voz son impecables.
Siempre es agradable poder escuchar su nueva música después de tantos años y, con suerte, en poco tiempo, podremos experimentar estas canciones en vivo y vivir sus historias al lado de ella.
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