“lazareto” era un hospital o edificio destinado al cuidado de personas con enfermedades infecciosas como la lepra o la tuberculosis, los lazaretos estaban ubicados en puertos donde llegaban embarcaciones de países contaminados o sospechosos de contagio. Este año, otro tipo de contagio toca tierra firme: se trata de Jack White con su segundo álbum solista y sus poderosos riffs.
UnEl segundo álbum de estudio siempre es tema de discusión, incluso antes de que se conciba. Para Jack White no ha sido la excepción pues Lazaretto, su trabajo subsecuente en solitario, sale a la luz bajo una atmósfera de “dimes y diretes” en los que arremete contra The Black Keys, Meg White y hasta Adele. Parte de una campaña publicitaria o no, estos chismes deberían quedarse enfrascados y dar paso a una escucha seria de la nueva producción del oriundo de Detroit. Tras 15 años de carrera, White no deja de ser un personaje excéntrico, rodeado de cierto misterio y polémica, y cuando se cree que ya ha llegado a la última versión de su personalidad, es él mismo quien se desmitifica y cambia la historia. Un cuento de nunca acabar, pero que siempre resulta fascinante.
Año y medio le llevó terminar Lazaretto, y para esta entrega, Jack relata que colaboró consigo mismo, pues parte de las canciones están basadas en los cuentos y obras de teatro que escribió en la adolescencia. Algo así como si viajara en un DeLorean para reencontrarse con él mismo 19 años atrás, e invitarlo a colaborar con el actual. Esa es parte de las excentricidades que lo definen a la hora de hacer nueva música.
Jack, amante de los procesos de producción análogos, esta vez tuvo que recurrir a ProTools para terminar algunas canciones de su nuevo álbum. Sin embargo, aún no cae en las garras de mezclar y grabar un disco entero en algún programa, “no puedo resignarme a vivir en ese mundo”, declara. Así que cuando parece que Jack White ya hizo casi todo en la industria musical, regresa para demostrar que no, ya sea como parte de una banda, como solista, como productor, en soundtracks o en documentales al lado de Jimmy Page. Incluso a sus 38 años, ya puede jactarse de que figuras como Wanda Jackson y Los Straitjackets le hicieron un disco tributo. Lazaretto forma parte de su más reciente hazaña: romper un récord con el disco más rápido de la historia para el Record Store Day (Sábado 19 de abril de 2014). En 3 horas con 55 minutos, grabó, mezcló, masterizó y puso a la venta un vinilo especial con el corte homónimo de su más reciente producción.
Los aciertos instrumentales y vocales que destacan en Lazaretto, son los mismos que Jack White ha hecho en cada álbum de su carrera, pero esta vez los ha llevado más allá. Sonidos densos que navegan entre el blues y el rock, empapados de guiños country y aderezados con guitarrazos crujientes. Por si fuera poco, White utiliza órganos y violines que se condensan en los coros perfectamente dirigidos, porque si algo sabe acoplar de manera extraordinaria a su música, son las vocales femeninas. El ejemplo perfecto está en “Temporary Ground” y en “That Black Bat Licorice”, en ésta última cuando Jack canta: “I never liked it, I never will, now say the same damn thing with the violin”, y así el violín se convierte, en la voz principal. En el caso de “High Ball Stepper”, la única voz que existe es un grito esquizofrénico, atado a un solo de guitarra rasposo y a un violín chillante. Si a la hora de cantar, White toma prestadas cosas de Led Zeppelin o los Rolling Stones, el resultado se puede comparar con lo mejor que han hecho aquellas bandas.
Lazaretto va en el mismo sonido sureño con el que White ha coqueteado desde sus inicios. El álbum se posiciona como un buen sucesor de Blunderbuss (Third Man Records, 2012) y pasa por distintos matices o estados de ánimo. Por momentos, Jack se delata como un hombre que ya ha pasado por dos divorcios, en otros, lanza escupitajos de enojo y presunción, y al final termina con un suspiro de alivio en “Want and Able”.
Lazaretto incluye dos canciones que Jack White grabó en México, “Alone In My Home” y "Entitlement", el resto fue grabado en Nashville, ciudad en la que reside y donde ha fijado su disquera. Ahí es donde ha creado su propia versión del Rancho Neverland y ha construido su propio personaje, uno de aspecto dark, ermitaño y sumamente excéntrico; como exiliado del mundo de Tim Burton.
Entre sus tantas historias de producción, el Jack White de Lazaretto confiesa que le cuesta trabajo comunicar sus ideas, pues no siempre puede expresar correctamente lo que desea hacer en cada canción. Entonces simplemente les dice a sus músicos: “chicos, este personaje se está muriendo y en su lecho de muerte hay que tocar el bajo como si fueras la hermana de quien está muriendo”. Fuerte, pero sólo así se entienden los acordes melancólicos y coros resignados que cierran el disco.
La lepra fue también conocida como el mal de Lázaro, pues se creía que quien fue resucitado por Jesús había fallecido a causa de esa enfermedad. De ahí el nombre de estas construcciones. Con el tiempo, los lazaretos fueron más bien utilizados como lugares de aislamiento, con poca higiene y cuidados médicos mínimos. A los enfermos se les obligaba a llevar la ropa descosida en varias partes, la cabeza rapada y descubierta, la boca tapada y gritando que estaban contaminados. Jack White no está contaminado, pero no duda en gritar: “They put me down in a lazaretto, born rotten, bored rotten…”
El disco físico del extracto lo pueden encontrar en la Roma Records, que se encuentra en Álvaro Obregón 200, Colonia Roma. Para más información visiten su sitio web: laromarecords.com