¿Las enfermedades mentales son un mito?
Como se ha vuelto usual, para volverte viral en Twitter basta con escribir algún trino con una afirmación “irreverente” o “impopular” con poco o nada de explicaciones. De todos modos, no usamos las redes sociales necesariamente para leer grandes apartados de información fidedigna.
Aún así, algunas de estas opiniones despreocupadas pueden ser peligrosas y más que novedosas, problemáticas, ya que reproducen información falsa o ideas que no todas las personas van a cuestionar.
Tomemos el caso de un tuit que llegó a mi perfil gracias al algoritmo de Twitter de la usuaria Maria Elisa (@mariaelisasmith) quien, por medio de un hilo de cuatro partes, aseguraba que “vivimos bajo una DICTADURA de la salud mental y que NO EXISTEN las ‘enfermedades mentales’”.
Aunque muchas veces no sé sabe si es mejor dejar pasar este tipo de comentarios y no alimentar a troles, esta puede ser una buena oportunidad para retomar una conversación sobre salud y trastornos mentales, temas que son aún muy estigmatizados y están repletos de desinformación.
De manera paradójica, Maria Elisa termina su hilo citando varios artículos de la rama de la psiquiatría, invitando a leer, con un tono condescendiente hacia las muchas personas que comentaron su pronunciamento mostrando desacuerdo. Digo paradójica, porque leí los artículos que supuestamente le darían la razón y todos desmienten sus tuits. Así que, apoyándome en los mismos, hago notar el peligro de la desinformación de sus post y para demostrar por qué, contrario a sus supuestos argumentos, las enfermedades mentales, en efecto, existen.
El hilo empieza acusando a los expertos en trastornos mentales por mentir respecto a la salud mental como un mecanismo de control sobre las personas. En uno de los artículos citados se habla sobre el mito del desbalance químico y su relación con los trastornos mentales. Muchos hemos escuchado que si una persona está deprimida, es por falta de serotonina y los medicamentos psiquiátricos pretenden regular este desbalance de neurotransmisores.
Esta fue la hipótesis de la comunidad científica que emergió durante los años 80, idea que fue, además, promovida por las compañías farmacéuticas como una estrategia de mercadeo para vender antidepresivos. El doctor Ronald W. Pies explica que, en efecto, hubo una aglomeración de médicos que irresponsablemente propagaron este mito, a pesar de que no hay pruebas suficientes para demostrar que esto sea así. Pero también explica que los estudios más avanzados muestran que los trastornos mentales son causados por una mezcla de variables biológicas, genéticas, psicológicas y socioculturales.
Para ponerlo en palabras coloquiales, sí hubo ineptitud por parte de un grupo de la comunidad médica que aseguraban que las enfermedades mentales tenían únicamente un origen biológico. Pero gracias a los avances de la ciencia, hoy sabemos que este solamente es UNO de muchos componentes para tener en cuenta al tratar a un paciente.
“Está muy claro que los factores biológicos son un componente importante de los trastornos graves del estado de ánimo. Sin embargo, en los últimos años, los psiquiatras se han interesado cada vez más en los factores de riesgo ambientales y socioculturales para la depresión”, dice textualmente el Dr. Ronald W. Pies.
Así que gracias a Maria Elisa por demostrar que ella misma se equivoca. Así que sí, sí hay más de un estudio que comprueba que las enfermedades tienen origen biológico. Sucede que ahora los medicamentos no son vistos como una solución completa y aislada, sino como parte de un proceso integral acompañado de psicoterapia y acciones concretas que permitan que los pacientes puedan construir un ambiente seguro.
Maria Elisa termina su hilo con uno de los paradigmas más exasperantes de la actualidad: responsabilizar a las personas con trastornos mentales por tenerlos, llenándolos así de culpa.
Esa horrible creencia de que ir a yoga y meditar o “cambiar de actitud” como arte de magia curará a las personas. Pensamiento que es además clasista. Gozar de una buena salud mental es un privilegio, sobre todo en un país como México, donde la salud es inaccesible y de baja calidad.
Poder pagar terapia, medicamentos e ir a clases a clases de yoga es sólo posible si se tiene el dinero y el tiempo para ello. Eso sin tener en cuenta la inmensa problemática social de desempleo, violencia familiar, violencia de género, precarización laboral y todo tipo de situaciones que pueden hacer parte del contexto de una persona con un trastorno mental.
Publicaciones que desinforman y crean falsos imaginarios son irresponsables, independientemente del derecho que todos tenemos a la libertad de expresión.
Los trastornos emocionales son un problema de salud pública. Tan solo en el 2018 hubo más de 6 mil casos registrados de suicidios en México, cifra que ha crecido en los últimos quince años de manera exponencial como indica el INEGI y más de 800 mil a nivel mundial, de acuerdo con las cifras recogidas en este artículo de Ibero 90.9.
Sin duda estamos frente a una conversación importante y es importante tomar afirmaciones como la de Maria Elisa —que hasta este momento cuenta con más de 700 comentarios—, como oportunidades para reflexionar sobre temas vigentes que ponen de manifiesto el peligro de la desinformación.
Sin duda, Maria Elisa toca aristas interesantes como los casos en los que la comunidad científica ha cometido errores, pero de los mismos, se han aprendido cosas nuevas que nos permite acércanos, aunque sea poco, a entender la complejidad de nuestros cerebros. Acercarnos de forma acrítica e incauta a estas opiniones virales sobre supuestas “dictaduras” de la salud mental, pueden conducirnos a otro tipo de totalitarismo verdaderamente grave: la “dictadura” de la desinformación.
* Los puntos de vista planteados en este texto, representan a su autor, no la postura institucional de Ibero 90.9
