Hoy se cumple un año más del movimiento estudiantil que marcó la historia de México. Cuarenta y nueve años parece ser mucho tiempo, pese a ello, aún nos hacen falta días para entender y olvidar lo que sucedió el 2 de octubre. 1968 fue el año de la lucha estudiantil. Jóvenes protestaron ante un régimen político, con el que simplemente no estaban de acuerdo. La Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, fue la principal testigo de los ríos de sangre que corrían por sus pisos. Aquel día, las ideas de los estudiantes fueron arrebatadas por armas de fuego y la sonrisa de los mexicanos se fue desvaneciendo. Los cuerpos de aquellos seres que protestaban contra la corrupción dejaron de existir, pero sus ideales, valentía, esperanza y unión quedaron plasmados en libros, fotografías, dibujos, canciones, películas, historietas, etc. La literatura ha sido una fiel testigo de esto, historias se han registrado gracias al arte de la escritura y del habla. Existen cuentos, novelas, ensayos y poemas que describen lo sucedido en el ‘68. Los cómics no se han quedado atrás, este método de narrar historias ha logrado hablar acerca de temas sociales, como son los movimientos estudiantiles. El cómic, las historietas, las novelas gráficas y los cartones han logrado explicar de una manera muy peculiar diferentes temas, en donde el texto y los dibujos se complementan. Este arte que combina literatura, dibujo e inclusive periodismo nos ha dejado historias alusivas al movimiento estudiantil de 1968.
Eduardo del Río, mejor conocido como Rius, fue uno de los caricaturistas y escritores encargado de explicar con cartones, lo que estaba sucediendo en el país. La sátira era el elemento fundamental que acompañaba a Rius en todos sus textos e ilustraciones. Los Agachados era una revista que publicaba historietas con la finalidad de hacer crítica social a los acontecimientos. Lo primero que Los Agachados quería contar era el movimiento estudiantil. La primera publicación: Número especial de los cocolazos, daba seguimiento a lo que ocurría con el movimiento desde julio hasta septiembre. Uno de los eventos que aparece en la historieta es la toma del Instituto Politécnico Nacional por parte del ejército, ocurrido el 24 de septiembre. Rius contó con la colaboración del caricaturista Emilio Abdala para ilustrar la obra. Al principio de la historieta el dúo deja en claro que no son parte de la prensa vendida y que buscan informar la situación:
“Los caricaturistas también somos periodistas. Nuestra misión es enterarnos de lo que pasa y comentarlo en tal forma que hasta un locutor lo entienda, se ría y pueda sacar alguna conclusión…”
La historieta fue una pequeña línea cronológica que explicaba con dibujos y versos cómo se iban dando las cosas. Fue publicada tres semanas antes de que sucediera la masacre en la Plaza de las Tres Culturas.
Actualmente la memoria de lo sucedido, el 2 de octubre, sigue activa. El Memorial 68 es un espacio simbólico que tiene lugar en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCU), y que invita a la reflexión de los acontecimientos vividos en 1968. Este es el tercer año que el Memorial lanza una convocatoria a los jóvenes para participar en un concurso con las categorías de cuento, cortometraje y cómic, con la finalidad de fomentar una visión positiva y menos dolorosa del movimiento. El ganador del segundo Memorial 68 en la categoría de cómic fue el historiador e ilustrador, Augusto Mora, con su obra titulada: En busca de una voz.
En busca de una voz, es una historia de ficción inspirada en hechos reales, que habla de una mujer llamada, Paulina, que busca la forma de comunicarse con la gente y es hasta el movimiento estudiantil donde logra encontrar esa voz que no creía tener. La historieta carece de diálogo; la finalidad de esto es para que cualquier persona entienda la temática sin importar el lenguaje que tenga, pero a su vez, es otra manera de simbolizar el hilo conductor del cómic; tener una voz— una voz que los estudiantes deseaban.
Hoy se cumple un año más de la partida de aquellos estudiantes que luchaban por sus ideales. La literatura, la música, el cine, la pintura… Nos ayudan a seguir dándole voz a aquellos seres que nos dejaron 49 años atrás.