“Lo verdaderamente divertido es bailar”: la revolución de SOPHIE
SOPHIE. Foto: FB SOPHIE
El sábado 30 de enero por la mañana supimos que había muerto Sophie Xeon, la persona mejor conocida como SOPHIE. Con apenas 34 años, tropezó y cayó de una altura considerable cuando subía a la azotea del edificio de su residencia en Atenas, para ver la luna llena.
Casi es fácil pasarlo por alto, pero es un hecho incontestable que el pop llevaba mucho tiempo sin vivir un cambio tan grande como el que supuso el trabajo de SOPHIE. Tanto su música propia como sus numerosas colaboraciones con artistas fueron celebradas en todo el mundo mientras vivió y aún estamos por dimensionar el impacto que tuvo este gran talento que iba de camino a convertirse en parte del canon del pop.
Incontables son las veces que se ha teorizado sobre la música de SOPHIE, aún cuando ella mencionó varias veces que hablar de su trabajo estaba bien, pero que lo verdaderamente divertido era bailar.
En 2014, cuando acababa de conocer a la pandilla de PC Music, que más tarde le acompañaría en su revolución, SOPHIE aun era una entidad enigmática que rara vez aparecía en público. En un set de Boiler Room, posaría incluso como guardia de seguridad, mientras que la artista drag Ben Woozy ocupaba el lugar reservado al DJ.
Por eso, cuando en 2017 se estrenó el video de “It’s Okay to Cry” y pudimos ver a SOPHIE con el torso desnudo cantando directamente a la cámara, supimos que ahí había algo significativo: no solo porque aquello fuera una declaración de su transgeneridad, sino porque ese cambio drástico en su forma de presentarse hablaba de una radical candidez que se volvería eventualmente el signo de nuestra generación.
Su álbum de 2018, Oil of Every Pearl’s Un-Insides, aún con su sinuoso título, con sus repentinos cambios de power ballad a delicado ambient y sus agresivos asaltos sónicos, se siente como un abrazo grupal. El rostro es el escaparate de mi tienda, dice. Sólo lo artificial es auténtico. Se alcanza cierto grado de realidad únicamente cuando el cuerpo es moldeado a la medida de la imagen que tenemos de nuestra persona. Con filtros y efectos, SOPHIE modula y transforma su voz para así acompañar su propia transición de género.
Pero la revolución no sólo sucedió a nivel de la identidad personal. Con su Monomachine, un sintetizador que permite crear sonidos dibujando formas de onda, SOPHIE buscaba liberarse de una manera demasiado literal de hacer música electrónica, una que intenta replicar instrumentos y estructuras tradicionales.
En cambio, SOPHIE se interesó menos por la polifonía y más por una manera de hacer música como si se esculpiera el sonido, resultando en composiciones que prácticamente se pueden tocar y que tienen texturas metálicas, elásticas, de goma.
Quizás, la hazaña más intrigante de SOPHIE haya sido la de mantenerse relativamente al margen aun cuando su lista de colaboraciones incluye a Madonna, a Lady Gaga y Kanye West. ¿Cómo hace una persona trans monónima para ponerse al frente de la vanguardia pop?
¿Qué lugar encontró en el pop para sus charolazos y martillazos, para todo ese despliegue barroco de cadenas y chicle bomba? La música de SOPHIE es abrasiva y elegante, popular pero inalcanzable, hostil y amable como una pasarela de Chanel en llamas o como un tobogán de aluminio que ha sido dejado mucho tiempo al sol. Se puede ser quien ama, quien procura y al mismo tiempo una diva intocable. Se puede ser todo precisamente porque ella demostró que era posible.
Al calor de la tristeza, es fácil afirmar que, en este mundo cruel personas como SOPHIE nunca están completamente a salvo, no sólo por su identidad personal sino por su voz única y por haber tenido la osadía de expresarla en un entorno tan inhóspito como el mainstream musical. La luna llena sobre Atenas será por siempre un recordatorio de esto. Suena dramático, pero ¿de qué otra forma se puede hablar de una persona tan excesiva que murió persiguiendo a la luna?
