La leyenda de la china poblana: legado de estrellas
Es imposible ver el notable traje de “china poblana” sin apropiarnos de su huella cultural, sin inflar el pecho en son de orgullo y sin admirar su destacada belleza con deslumbrados ojos, pero aunque es un elemento fundamental en la cultura mexicana sabemos poco de su procedencia específica y eso es justo lo que nos retrata la puesta en escena ‘La leyenda de la china poblana’ en el marco del 47 Festival Internacional Cervantino.
Esta obra nos cuenta la vida y legado de Mirra, una princesa de estirpe indostán que fue raptada por piratas y vendida en el puerto de Acapulco a Miguel de Sosa y Margarita de Chavez, quienes al pagar una suma mayor a la ofrecida por el virrey, llevaron a Mirra a vivir con ellos a Puebla y la bautizaron como Catarina de San Juan. A pesar de tener nuevo nombre y nacionalidad, simplemente era conocida como “la china”, esto debido a sus ojos rasgados.
De su tierra natal solo se llevó los recuerdos, y la tradición ancestral de bordar y adornar vestimentas con lentejuelas y brillos, reflejado la divinidad de la naturaleza: tan grandes como las estrellas y tan infinitos como el firmamento.
Después de descubrir su pasión por venerar a Jesuscristo, Catarina decide dedicar su vida a la religión y la castidad; no permitida a fungir como monja por su jerarquía dudosa, aún así pasa sus días ayudado a los más vulnerables: “negros”, “chinos”, pobres, enfermos y hasta espíritus sagrados a quienes juraba podía ver y escuchar. Esto lo hacía vendiendo sus famosos bordados y decoraciones que llevaron a tal reconocimiento que seguirá perdurando como pilar fundamental de la cultura poblana.
La leyenda de la china poblana se presentó en el Teatro Cervantes en el marco de 47 Festival Internacional Cervantino. Dirigida por Maricela Lara y encarnada por Angélica Aragón, nos llevó a conocer la vida de nuestra musa criolla, que con su falda de estrellas, legó a México un elemento eterno: este icónico traje nacional.