Las Brujas, guerreras en la lucha de género desde la cultura pop

Las Brujas, guerreras en la lucha de género desde la cultura pop

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Mientras las lunas de octubre se adueñan del cielo, los primeros aires otoñales nos guían hacia dos de las festividades más esperadas del año: Halloween y Día de muertos; y las películas o series temáticas son lo más deseado. La fascinación por estas dos celebraciones, desde su concepción y representación en las culturas de los pueblos originarios hasta la actualidad como parte de la industria cultural, ha creado un espacio de deleite, asombro y misterio en salas de cine, en la pantalla chica y en espacios literarios que han influido a lo largo de generaciones.

Sin duda, de todo este imaginario siniestro, fantástico y mágico, reluce un personaje en particular que ha dominado la conversación por siglos, encarnada en miles de representaciones que solo acrecientan su estatus mítico: la bruja. Podremos imaginarnos a una mujer con verrugas, nariz aguileña y vestida de negro, o por el contrario, una mujer muy sensual y engañosa. Pero, ¿quién verdaderamente es la bruja

Como preámbulo, la brujería existe desde hace 35 mil años y vestigios de rituales sagrados se encuentran plasmados en cuevas o tallados en piedra de culturas antiguas alrededor del mundo. Esta práctica se basaba principalmente en venerar la Tierra y las fases de la Luna —aunadas a muchas religiones “paganas” o de pueblos originarios—, y la práctica no excluía al género masculino. Sin embargo, en 1486 se publicó el Malleus Maleficarum o Martillo de las brujas de los monjes dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, un libro que aborda a la brujería desde una luz poco favorecedora para los estándares de la época, puesto que, por primera vez, se habla de una conexión con el Diablo, de los usos de magia negra, de la mujer como culpable de tal ofensa y, sobre todo, una descripción detalla de cómo detectar una bruja y torturarla. El libro, punto de partida a la cacería de brujas y que le dio un nuevo sentido a la condición de la mujer en el medioevo, sembró una ola de terror en Europa que se extendió por gran parte del mundo.

La escritora y bruja moderna Gabriela Herstick dice que la bruja es:

«la curandera, la ramera, la soltera sin hijos, la activista, la paria [...] una sanadora, una mujer en armonía con su sexualidad. Una bruja siempre se ha negado a seguir las normas sociales de su época».

Por lo tanto, la bruja pasó de ser una parte fundamental en las comunidades a ser una amenaza. Hasta nuestros días, la idea de la bruja causa terror entre los círculos conservadores, pero esto no ha detenido a la industria cultural de incluirla en historias que adiestra y siniestra ha vendido todo un aparato de ficción y fantasía tremendamente rentable.

La bruja malvada o come niños

Desde Hansel y Gretel estamos de acuerdo en que las brujas comen niños, y entre las tantas representaciones de la bruja que existen en la cultura popular a los que nos adentraremos, esta es la más antigua. Como explicamos anteriormente, según el Malleus Maleficarum, la bruja de la edad media se caracterizaba por adorar al Diablo y que todas las desgracias que azotaban al mundo eran producto de ellas, también comenzó este folklore psicótico de que devoraban niños y sus almas se las ofrecían a Satanás

La bruja odia-niños más famosa de todos los tiempos es Eva Ernst de Las brujas, novela infantil del genio Roald Dahl que fue llevada a la pantalla en 1990, interpretada por Anjelica Huston y 30 años después por Anne Hathaway en el remake de este clásico. La “Gran Bruja” es recordada por muchos como la mujer horrible y despreciable (y calva) líder de una asamblea o coven de brujas que tienen como objetivo matar a los más niños posibles para sus rituales sagrados, pero sus planes se verían estropeados por un niño fisgón.

Tres años después, se estrenó la famosa cinta Hocus Pocus o Abracadabra en latinoamérica, producida por Disney como la primera película de esta empresa dedicada cien por ciento a las brujas. En esta historia, unos niños de preparatoria el día de Halloween deciden ir a una casa abandonada y terminan despertando de su letargo a las hermanas Sanderson, las malvadas brujas de esa localidad que ya habían sido colgadas cientos de años atrás por asesinar a la niña Emily Binx. Estas brujas, que también adoran a Satanás, tienen como objetivo atraer a todos los niños del lugar para extraer su juventud y sembrar el terror en Salem de los años 90. 

En 2005 se estrenó en cines  El león, la bruja y el ropero de la saga literaria Narnia, La gran Tilda Swinton le dió vida a “La bruja blanca” quien al inicio parecería de una belleza y bondad inagotable ante el joven Edmund, pero no tardaríamos en descubrir que en realidad ha maldecido la tierra de Narnia con un invierno perpetuo y se ha coronado como reina absoluta. Si bien, no es una bruja satánica del folklore cristiano, es una bruja malvada que su único objetivo es tener el poder absoluto sobre los demás. Sin embargo, es la enemiga de Aslan, el rey legítimo y creador de todo Narnia; cabe destacar que la figura del león es representación de Dios en Apocalipsis 5:5, un guiño muy particular de C.S. Lewis. Además, la muerte de Aslan por parte de la Bruja Jadis, en esa suerte de aquelarre, para después verlo volver a la vida, alude al regreso de Jesucristo tras su crucifixión. No sólo eso, sino que, al igual que el hijo de Dios, este león muere para salvar a Edmund y a todos los narnianos.

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El hilo en común que tienen las brujas en estas tres historias es que: son antagonistas, con metas egoístas, malévolas y que poseen poderes más allá de la imaginación y, sin embargo, son derrotadas por el o los protagonistas que ni han alcanzado la mayoría de edad. La premisa de todas ellas es: matar a las brujas, por el bien común. 

La reivindicación de la bruja malvada

Haciendo un salto en el tiempo, nos situamos en 1939. La película de culto clásico El mago de Oz llega a las pantallas de cine de Estados Unidos. Si bien la historia de Dorothy en la tierra de Oz está plagada de aventuras, el antagónico de nuestra historia es “La Malvada Bruja del Oeste”. Esta toma como inspiración a La reina malvada de Blancanieves y los siete enanos, que se estrenó dos años antes, construyendo así a una mujer verde, horrenda, vestida de negro, con malas intenciones. También tenemos como personaje a Glinda o “La Bruja buena del Norte”, y además de buena y bondadosa, es sobre todo, bonita. Esto cimentó el imaginario colectivo que todos y todas tenemos sobre la bruja malvada como verde y fea y la bruja buena como una princesa con alas.

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No fue hasta 2003 que “La Malvada Bruja del Oeste”, mejor conocida hoy en día como Elphaba, protagonizó el aclamado musical de Broadway Wicked, junto con su némesis Glinda o la “Bruja buena del norte”. En esta puesta en escena recorremos la historia de Elphaba y Glinda en el país de Oz y cómo es que llegaron a ser las brujas antagónicas de la otra; abriendo tópicos como la discriminación, el racismo, corrupción política y el empoderamiento femenino.

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Algo similar sucedería con Maléfica en 2014. Aunque la idea de Maléfica no es tanto la de una bruja, sino la de un hada malvada no podemos descartar que es un personaje femenino con un poder impresionante. Su fisionomía es bastante distinta a las hadas de la historia, más bien diabólica, sus poderes son de color verde como Elphaba, y su deseo de herir a un bebé recién nacido es aterrador. No fue hasta que Angelina Jolie la encarnó en el live action que se dio una vuelta a la historia y explicaron el porqué de sus decisiones. Presentándonos a una Maléfica herida y decepcionada, al igual que bondadosa y arrepentida. 

Antes de estos spin-offs de reivindicaciones necesarias, en los años sesenta llegó a la pantalla la serie de televisión Bewitched, o Hechizada en español. La comedia sobre Samantha, una hermosa joven que acaba de contraer nupcias y en la noche de bodas le confiesa a su esposo que es bruja. Fue una serie de lo más aplaudida por los espectadores, donde la imagen de la bruja es más cómica y no causa terror. Además, de esta historia se realizaron historietas, juegos de video, series derivadas y una película en 2005 protagonizada por Nicole Kidman.

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En 1987 Cher, Susan Sarandon y Michelle Pfeiffer protagonizaron Las brujas de Eastwick que se centra en la historia de un grupo de amigas aburridas que descubren que tienen habilidades mágicas. Al inicio de la historia, sus habilidades son limitadas pero al invocar al diablo, representado por Jack Nicholson, sus poderes van creciendo cada vez más. Seduce a cada una de ellas y les enseña cómo aumentar sus dones, sin embargo, las tentaciones sexuales y la magia que emplean acaba creando así un escándalo en la ciudad y tienen que tomar la decisión de sacarlo de sus vidas. Por lo que la mujer es corrompida por el Diablo y la liberación sexual y empoderamiento femenino puede atraer cosas malas. 

La bruja adolescente, la heroína y la liberación femenina

A partir de los años 90, hubo un auge de brujas en la pantalla chica, con un ojo mucho más estudiado hacia el esoterismo (adecuado a un libreto cinematográfico), y enfocado a un público de mujeres jóvenes. Series de televisión como Sabrina, la bruja adolescente (1996), que nació en un principio como una historieta del universo de Archie Comics, donde la joven bruja Sabrina Spellman, al cumplir 16 años, se entera que es mitad bruja y tiene un destino que seguir mientras asiste a la escuela como cualquier mortal. La joven Sabrina cautivó a millones de espectadores, y regresó en 2018 a manos de Netflix con The chilling adventures of Sabrina, una historia mucho más oscura que se adentra en aspectos bíblicos, a diferencia de su versión anterior. 

Películas que se han convertido en culto como The Craft (1996): una joven llamada Sara se muda con su familia a una nueva ciudad y entra a una escuela religiosa, donde conoce a un grupo de amigas que practican la brujería de cultos neopaganos como la wicca y descubre que ella es bruja hereditaria. Pronto, al experimentar más con sus poderes, las cosas se salen de sus manos y las tres amigas abrumadas por todo lo que han logrado pierden el piso y comienzan a hacer maldades por todos lados, hasta que Sara intenta detenerlas. The Craft tiene más conocimientos esotéricos que varias de sus contemporáneas, Aunque tiene una visión de género muy problemática. Por ejemplo: las jóvenes son incapaces de manejar el poder y se vuelven en contra de la misma mujer tan rápido como sea “necesario”. Quizás este problema derive de la dirección masculina en una cinta protagonizada por mujeres y dirigida a mujeres.

Después del auge de los 90, llegó la franquicia cinematográfica de Harry Potter, inspiradas por supuesto en las novelas homónimas de J.K. Rowling. Si bien tuvo un éxito masivo, también recibió mucho odio, y los libros de la escritora fueron quemados por círculos conservadores cristianos que especulaban que incitaba a la brujería y a seguir al Diablo. Como bien sabemos, Harry Potter no es tal cosa. Es verdad que tiene un estudio de elementos oscurantistas elevado, del latín, y recoge muchas estéticas de la Europa Medieval, pero es en su mayoría invención de Rowling. Es un universo bien hilado y pensado sobre la magia. También habla sobre el bien contra el mal y viceversa, y cómo todo recae sobre un joven con lentes que antes de su onceavo cumpleaños no tenía idea de este mundo. La academia Hogwarts está plagada de brujos y brujas, no obstante, destaca Hermione Granger por reivindicar como nadie la figura de la bruja. Se trata de una mujer valiente, fuerte, bondadosa y brillante que ha inspirado a niñas por todo el mundo. Aquí la bruja puede ser la sabia, como Minerva McGonagall o la malvada como en el caso de Bellatrix Lestrange.

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El renacer de la bruja en la mujer contemporánea 

Ante estas representaciones (y faltaron muchas más), la bruja se ha moldeado por años. Unas más arquetípicas, otras más humanas y más jóvenes. Aunque en muchas de estas películas o series de adolescentes la bruja es protagónica y tiene más humanidad que sus antecesoras, es importante destacar que la bruja joven es casi siempre ingenua. Y ante esta inocencia, los creadores le han sobrepuesto que son poseedoras de un poder indescriptible que no pueden controlar. De lo contrario, deben dar risa o producir terror. En las representaciones de varones que un día despiertan con un poder anormal, siempre habrá un maestro que les ayudará a no perder el rumbo. Si las jóvenes brujas tienen suerte, serán sus tías (brujas también) que les darán guía, de lo contrario, están solas.

Por otra parte, este tipo de producciones ha llevado a que las generaciones más jóvenes se interesen por el esoterismo y estudios de la brujería o magia alrededor del mundo, teniendo mayor repunte en Estados Unidos desde hace varios años. Religiones paganas o neopaganas están tomando más fuerza y mayores seguidores, lo cual no es coincidencia. Los audiovisuales descritos anteriormente si bien tendrán sus fallas en cuanto al conocimiento de símbolos sagrados y de rituales que se practican en la brujería han llamado la atención por saber más de aquellos quienes las vieron. 

¿Por qué es importante tenerles en cuenta? Porque la bruja es, lo queramos o no, parte de la historia de la mujer, y observar sus representaciones en la cultura popular nos abre panoramas de género que posiblemente no nos habíamos cuestionado antes. La representación es importante, cabe mencionar que gran parte del espacio en pantalla lo tiene la bruja blanca, occidental; falta que se hable de las curanderas y brujas africanas, orientales, chamanas, sacerdotisas de pueblos originarios, y que también son parte fundamental de la historia. Hay algunas apariciones destacables, como las brujas vudú afroamericanas que aparecen en American Horror Story: Coven, no obstante, faltan muchas más brujas a quienes estudiar minuciosamente, así como mujeres sabias y revolucionarias que merecen representación y un espacio en la cultura popular. Hay mucho trabajo que hacer. 

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¡Feliz Noche de Brujas!

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