KnotFest: ¿el ocaso de los festivales de metal en México?
El festival Knotfest creado por el grupo estadounidense Slipknot y manejado en México por la productora “Live Talent” dejó muy mal sabor de boca a las personas que asistieron el día de ayer ante la cancelación de dos de las bandas estelares: Evanescence y el propio Slipknot.
De nuevo los grandes eventos de metal se vieron eclipsados en nuestro país, ya había pasado con la cancelación de un festival de este género el año pasado por las fallas en la logística y el sonido. Sin embargo, para esta edición del Knotfest México 2019 los motivos del desastre se encuentran polarizados entre la opinión pública en dos bandos y atravesados por dos grandes estigmas.
Bando 1.
“de cuando la producción falla y culpa a los espectadores”, que en general se resume en el siguiente postulado:
Imagínate que te tienen parado por horas con promesa de algo por lo que pagaste (y no poco dinero) y luego te salen con que ya no se va a hacer y que es por errores de la misma persona (o empresa) a la que le compraste lo que esperabas.
Además súmale que la sección general estaba demasiado alejada del escenario principal así como seccionada visualmente por el house (donde controlan el sonido), las torres y otras cosas, lo que dio como resultado que las personas comenzaran a saltarse la valla de seguridad y la colapsaran, porque no hubo elementos de seguridad suficientes, provocando un paro de la producción que no supo manejar una situación que pudo terminar en una tragedia, además de permitir que hubiera heridos y se generara una reputación negativa en la organización, sumado a que se dañaran los instrumentos musicales de Evanescence.
Bando 2.
“de cuando las cosas se salen de control por culpa de los violentos metaleros”, que se contrapone a la anterior porque sostiene que:
La producción de un evento de tal índole es un trabajo complicado que requiere de un foro adecuado y muchísima planeación, por lo que hay que tener previstas todas las situaciones posibles, mismas que la señalética, los anuncios previos, las prohibiciones y las recomendaciones ayudan a contener para lograr como resultado de un evento satisfactorio para todos.
A eso auméntale que la cantidad de asistentes ronda en decenas de miles, los cuales en algún momento dejan de seguir las instrucciones dadas por la producción, lo que comienza a originar el caos que trae como consecuencia los daños al mobiliario creado para la protección del mismo público, el cual se vuelve una “masa impensante” que busca destruir todo a su alrededor, provocando daños a la reputación del público mexicano ante artistas internacionales que quizá no quieran volver al país.
Respecto a los estigmas son dos los que pesan fuerte, el primero que dice que los “metaleros” son gente violenta por naturaleza que sólo busca pelearse (basándose en ideas respecto a sus prácticas de disfrute musical, como el slam), razón infundada pues el consumo musical no hace más o menos agresivas a las personas. Y el segundo estigma es el de la violencia como forma de protestar ante una inconformidad, como fue la cancelación del evento, pues choca con las críticas a las marchas feministas que “violentaron y dañaron monumentos” cuando este es tradicionalmente un instrumento del machismo.
Las opiniones son muchas y los hechos claros: los festivales de metal en México quizá estén en peligro de dejar de organizarse, pues las productoras muestran fallas y una cosa es cierta, a ningún artista le gusta que el público dañe sus herramientas de trabajo.
Esta mañana, el festival lanzó este comunicado en donde afirmó que “grupos de choque” hicieron que se saliera de control el evento pero que hoy se “redoblaron las medidas de seguridad” para llevar a cabo la jornada dos del evento:
Sin embargo, Slipknot y Evanescence informaron que debido a los disturbios de la noche de ayer en donde se dañaron los instrumentos, les es imposible tocar este domingo 1 de diciembre: