Moncayo y su segundo Himno Nacional Mexicano
El pasado 29 de junio recordamos el natalicio de José Pablo Moncayo García, uno de los compositores mexicanos más importantes de nuestro país.
Nació en Guadalajara, pero a los seis años de edad, se mudó a la CDMX para aprender a tocar el piano. Su primer acercamiento con la música fue a través de un clavecín que su padre había recibido como pago por su trabajo de carpintería.
A los 17 años, comenzó sus estudios dentro del Conservatorio Nacional de Música. Ahí conoció a Carlos Chávez, quien, además de ser su maestro de composición, lo invitaría a integrarse a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Después, y con tan sólo 33 años de edad, se convertiría en el subdirector de la misma.
Con el paso del tiempo, logró consagrarse como uno de los representantes del nacionalismo musical mexicano del siglo XX. Moncayo fue un artista versátil: dominó el piano, era un excelente percusionista e incluso, impartió clases en el mismo Conservatorio, donde él alguna vez había sido estudiante.
Dentro de las obras del jalisciense destacan “La mulata de Córdoba” y “Tierra de Temporal”. Sin embargo, su composición más emblemática y conocida como el segundo Himno Nacional mexicano, es el Huapango.
Esta pieza fue fruto de la juventud de Moncayo, quien, a sus cortos 29 años, logró crear una melodía con la que podemos conectar con nuestra identidad mexicana. Curiosamente, fue compuesta a petición de Carlos Chávez (sí, el mismo director que lo invitó a formar parte de la OSN). Para su elaboración, Moncayo se inspiró en canciones jarochas como el “Siqui Sirí”, “El Balalú” y “Gavilancito”.
Huapango fue escuchado por primera vez el 15 de agosto de 1941 en Bellas Artes y, desde entonces, numerosas orquestas lo han interpretado por todo el mundo. El Ballet Folklórico de México —considerado el grupo de danza tradicional mexicana más importante del país— presentó la pieza con una coreografía espléndida durante su 60 aniversario en el Auditorio Nacional.