'Hyperspace' de Beck: melodías estimulantes que cobijan a un alma dañada
Beck constantemente ha cambiado de forma en el lapso de su carrera. Él está entre ese grupo de artistas que puede adoptar cualquier sonido y ponerle su sello único. Desde la combinación experimental e irónica de hip hop y folk en Mellow Gold, el loco y pesado pop de Odelay, la rica y melancólica fase de Morning Phase, galardón del Grammy a Álbum del Año, y recientemente, el caleidoscópico dance-pop de Colors, otro ganador del múltiples Grammys. Durante sus 25 años de carrera, Beck Hansen ha pasado por todo un catálogo de géneros sin esfuerzo, que adivinar su próximo paso es prácticamente imposible. Cuando surgió la conversación de que Beck se había asociado con Pharrell Williams para su próximo álbum, insinuó un poco sobre lo que podríamos esperar del nuevo material.
Si juzgamos únicamente por la apariencia, la imagen que adorna la portada revela mucho sobre el decimocuarto disco de Beck. Con el músico en un traje blanco brillante, parado frente a un auto rojo de los años ochenta y una mano extendida para proteger su rostro de la luz, es una metáfora visual perfecta sobre esta nueva etapa del artista. Las 11 canciones del acertadamente llamado Hyperspace son aireadas y psicodélicas, con texturas cálidas y ondas de un sintetizador brillante. Con esta banda sonora te sumerges a una misión rumbo a Marte o en algún episodio de Stranger Things. Puedes imaginar una estación espacial que gira lentamente mientras los astronautas flotan a su alrededor pacíficamente.
Hyperspace ciertamente tiene las huellas de Pharrell por todas partes. Es el maestro minimalista que produce siete de las once pistas del álbum con esa columna vertebral de percusiones que se ha convertido en su marca registrada. Pero aún así, Beck no se pierde, se siente firmemente presente en el material. La fusión de la pareja nos da como resultado tambores sutiles y teclados exuberantes y gruesos. A menudo, se superponen en muestras frías o bucles y dejan libre el falsete del cantante. No hay un momento aburrido en todo el álbum.
El “güero” se une nuevamente con Greg Kurstin, su colaborador de Colors, junto con Sky Ferreira y Chris Martin. A diferencia de su disco anterior, que estaba lleno de ganchos pegadizos y melódicos y algunos de los trabajos más accesibles y convencionales del artista hasta la fecha, Hyperspace, existe como viaje emocionante, alucinante y veloz a nuevos dominios del sonido, como puede sugerir el título de este lanzamiento. Es un experimento intrigante para encontrar el punto medio entre el enfoque minimalista de un productor y un artista que siempre ha operado en el otro extremo de esa escala.
Las letras muestran una preocupación por el espacio exterior, con referencias a una estrella fugaz, la luna, el sol, los rayos gamma y la estratosfera. La tristeza de Beck siempre ha sido cruda pero ahora, incluso cuando explora en la narrativa de sus canciones el estar solo y con un alma dañada, está acompañada por coros y armonías estimulantes.
Si bien no hay un coro memorable, peculiaridades estrafalarias como en sus trabajos anteriores, Hyperspace es totalmente Beck: un intento para ampliar sus propios horizontes, donde prueba algo nuevo, que como toda la música del artista, suena bastante refrescante. Es una valiosa adición al catálogo de este camaleón musical.