Una luz en erupción llamada Hildur Gudnadóttir
“Jildur”, “Jelder”, “Jildug Gugnadotig”. Su nombre quizás sea complicado de pronunciar, pero su música es universal. Nacida en Islandia, tierra de prodigios y genios musicales, influenciados por las maravillas de la naturaleza y la fusión de lo clásico con lo moderno (¿Björk? ¿Alguien?), Hildur Guðnadóttir heredó la vena sinfónica de sus padres: un clarinetista/compositor y una cantante de ópera. Desde el vientre, su madre sentenció su destino: “este bebé se llamará Hildur y se convertirá en chelista”. Inevitablemente, tomaría el instrumento desde los cinco años, aunque confiesa no haber amado a su chelo desde el inicio: “nunca fui una estudiante muy buena, no me gustaba que me dijeran que tenía que hacer, que había cosas correctas e incorrectas en la música. Yo creo que la música es una forma de comunicación, de discurso y no debería de haber limitaciones de cómo expresarlo, siempre y cuando no hieras a nadie. Pero al final, el chelo se quedaría conmigo toda mi vida”. Su relación tortuosa con las cuerdas y el arco terminaría convirtiéndose en un apasionado romance melómano una vez entrada en sus veintes, vínculo que la catapultaría a un futuro de páramos musicales insospechados y formidables.
En la pasada entrega 77 de los Globos de Oro, la chelista y compositora islandesa de 37 años hizo historia. No solo es la primera mujer en sostener el galardón a Mejor Banda Sonora por primera vez en 19 años; es la primera en hacerlo en solitario jamás. En 2001, la australiana Lisa Gerrard, artesana musical, mitad del dúo Dead Can Dance, recibió junto al maestro Hans Zimmer el mismo reconocimiento por su trabajo colaborativo en Gladiador (2000). Dos décadas después, otro filme con Joaquin Phoenix da paso a la genialidad de otra instrumentista femenina. Ya su estremecedor y disonante score para la aclamada serie de HBO, Chernobyl, le valió a Guðnadóttir un Emmy a Mejor Composición Musical para una Serie Limitada el año pasado. Ahora, Hildur abre el 2020 con su primer galardón fílmico por su sobrecogedor trabajo para el fenómeno Joker.
«Yo creo que la música es una forma de comunicación, de discurso y no debería de haber limitaciones de cómo expresarlo, siempre y cuando no hieras a nadie».
Hildur Guðnadóttir para Film Music Media
El mundo de los scores es uno particularmente dominado por hombres, con leyendas como John Williams, Ennio Morricone, la dinastía Newman, el mismo Zimmer o Alexandre Desplat encabezando el Pantheon de la música del cine. Hildur se abre paso entre gigantes, con su cello en mano y su creatividad desbordada y desbordante, y se coloca frente a nuevos referentes femeninos de la composición para el cine como la inglesa Mica Levi o la kuwaití Fatima Al Qadiri, siguiendo el legado de Gerrard o Rachel Portman.
“¡Pensé que se habían olvidado de la música!”, dijo la islandesa excitada y sorprendida cuando subió al podio para recibir su Globo dorado. Y cómo no pensarlo. Las bandas sonoras ocupan un lugar solemne, encumbrado, pero solitario en los estantes de las pocas tiendas de discos sobrevivientes. Actos estelares como Thom Yorke o Trent Reznor se han abierto paso en la nueva era de la música del cine, desde su industrial o rock alternativo, para infundir su propio sello en un mundo antes dominado por las orquestas. Hildur llega también de una escena similar, oculta, alterna, con la formación de la vieja academia y la educación clásica, pero con un imperioso espíritu de rebeldía.
En 2006 inició con su trabajo formal en solitario, no sin antes deambular por el mundo del pop experimental, el noise y la electrónica. Su paso por bandas como Múm, Throbbing Gristle e incluso The Knife, le permitió romper con las constricciones y paradigmas de su adiestramiento técnico temprano y encontrar, en las posibilidades de su chelo, caminos para su libertad creativa y sus búsquedas empíricas.
En su primer álbum solista, Mount A, intentó involucrar a cuanta menos gente pudo para entrar en un diálogo consigo misma:
«Mi música en solitario empezó como una manera de verdaderamente mirar hacia adentro y pasar tiempo completamente conmigo y mi instrumento, sin ningún diálogo externo. Mucha de mi música es contemplativa y de alguna forma tiende a inclinarse al lado más oscuro. Mi conversación interior, aparentemente, es muy oscura».
Esta oscuridad y recogimiento es notorio en sus monólogos de chelo, largos y dramáticos soliloquios de cuerdas que transmiten cierto aire de grandeza y magnanimidad, con la potencia de una orquesta, pero en la intimidad y precisión de un solo instrumento. Su segundo esfuerzo discográfico, Without Sinking (2009), refleja esa ansia y misticismo que llevó a nuevos extremos en sus trabajos para la pantalla, particularmente en los scores que la han transformado de artista emergente electro-acústica a compositora del año, ganadora del Emmy y el Globo de Oro, enfilada para el Oscar.
En su trabajo como intérprete solitaria, Hildur se revela casi como una anacoreta, devota de la contemplación de los valles islándicos, la casi insoportable blancura de la nieve y las voces de los montes. Penitente a ratos, hiriendo las cuerdas de su chelo, volcánica en otros, incorporando coros a sus himnos. Su pieza “Erupting Light” de Without Sinking, se abrió paso en la aclamada serie de HULU, The Handmaid’s Tale, en una de las escenas definitivas y más explícitas de su primera temporada, cuando el personaje de Alexis Bledel, Ofglen, es juzgada por la tiránica y teócrata corte de Gilead por el “delito” de su homosexualidad. “Una abominación a los ojos de Dios”, dice el juez. Su amante, una sirvienta sometida en este sistema de castas bíblicas, es condenada a la horca, y durante todo el trayecto del juzgado a su patíbulo, las dos mujeres, horrorizadas y amordazadas, sostienen sus manos entre lágrimas, camino a su destino irrevocable.
Durante toda la secuencia, no existen diálogos, sólo sollozos sofocados y la voz del chelo de Gudnadottir. “Erupting Light” sirve aquí de oda mortuoria y romántica a la vez. En el penúltimo capítulo de la primera temporada, otra pieza de Hildur hallaría su lugar, en una escena aún más conmovedora, ahora con esperanza: “Heyr Himnasmidur” (“Escúchame, herrero del cielo”) de su último disco en solitario —antes de su irrupción como compositora estelar para el cine y las series—, Saman de 2014.
Discípula de otro grande de las bandas sonoras, compatriota suyo, el fallecido Jóhann Jóhannsson, Gudnadottir encontró un nuevo seno musical desde el cual nutrirse en el mundo de los soundtracks. Para él, tocó su chelo en filmes que él compuso como Prisoners, Sicario o Arrival, para después co-componer a su lado uno de sus scores más emotivos en Mary Magdalene del 2018 (también con Phoenix en el elenco). En medio de todo ello, agitaría su arco igualmente para un solo de chelo en la celebrada The Revenant de Iñarritu en 2015, cuya banda sonora estuvo a cargo de otro grande de la composición, Ryuichi Sakamoto.
Joker y Chernobyl podrán ser las primeras crestas espumosas perceptibles de su vasto y embravecido mar de notas y revuelos, pero las aguas sinfónicas de Hildur se extienden más allá. Musicalizó veinte episodios para el thriller criminal islandés, Trapped, disponible en Netflix; se aventuró a componer por sí sola la música para la secuela de Sicario y otros filmes de corte independiente como Tom Of Finland. Además, ha hecho piezas para teatro, perfomances e instituciones culturales de la talla de Tate Modern o The Royal Swedish Opera. Nominaciones al Grammy, el BAFTA y los Critic’s Choice Awards aguardan por su triunfo este año en la temporada de premios. De llevarse el Oscar el próximo 9 de febrero, se convertirá en la primera mujer en recibir la estatuilla desde la británica Anne Dudley, que obtuvo el premio de la Academia por su trabajo para The Full Monty en 1998. Más de 20 años después…
Recordar y recapitular la trayectoria de Guðnadóttir no es un acto ocioso, sobre todo frente a cuestionamientos como los que le hizo una compañera periodista en la sala de prensa de los Golden Globes después de su victoria: “Con Joker y Chernobyl realmente explotaste en la escena como compositora, ¿cuál fue tu oportunidad? ¿Qué te permitió aparecer en el radar de personas como Craig Maizin y Joker y Todd Phillips?”
Sonriente y con voz tersa como acostumbra, la islandesa reviró: “Llevo haciendo música para el cine por casi 20 años, así que ha sido un largo tiempo. No sé exactamente qué pasó ahora, en este punto, para explotar de forma tan masiva, pero sin duda ha sido un año hermoso. Y creo también que, definitivamente, he notado cierto cansancio en los últimos años, en la última década, de confiar en las mujeres para estos grandes proyectos. Pero creo que por toda la consciencia que ha aumentado en los últimos años acerca de la posición de la mujer en la industria, definitivamente me he beneficiado mucho de eso, ahora la gente es más abierta a confiar en las mujeres hoy”.
*Actualización 9/02/2020
En la entrega 92 de los Premios Oscar, Hildur se llevó el premio a Mejor banda sonora original por Joker